Nacional

Cambia Calderón Los Pinos por oficina de cinco metros cuadrados

Víctor Hugo Michel
Milenio

2013-01-29

Distrito Federal— De mandatario a investigador. De ser el primero entre pares, a uno más de tantos.
A primera impresión, la transformación que inicia esta semana Felipe Calderón en Harvard en su nueva etapa como académico no tiene la pinta de ser un proceso sencillo de digerir. Implica el retorno a la horizontalidad tras años en la cima política. Y conlleva la extirpación de la mayoría de los atavismos del poder que le acompañaron íntimamente desde 2006: luego de haber contado con los servicios de una corte de funcionarios a su disposición las 24 horas del día, ahora sólo tendrá una secretaria para llevarle sus asuntos diarios.
Si las reglas que rigen a los demás investigadores de Harvard le son aplicadas, la nueva rutina del ex presidente significará un cambio dramático respecto a su vida inmediata. Uno para el que los escoltas que le sigan del Estado Mayor Presidencial a Boston no podrán servir de gran ayuda y que le obligará a encarar, cotidianamente, detalles tan nimios como levantarse, salir de su oficina, ir por sus hojas para imprimir, quitar las grapas a las recicladas para no atascar la impresora y hasta compartir el toner con varios vecinos de piso.
En los distintos puestos de impresión dispersos por la Escuela John F. Kennedy se advierte otra regla a la que tendrá que someterse el ex presidente: no podrá imprimir más de 200 cuartillas por cortesía elemental con el resto de sus compañeros de investigación.
Aún más llamativo, tendrá que resignarse, como ellos, a trabajar en un sobrio cubículo de apenas cinco metros cuadrados —un espacio menor a cualquier baño de Palacio Nacional— que estará equipado sólo con calefacción para el invierno, una computadora PC de escritorio, una extensión de teléfono, un librero, una mesa con dos sillas y una entrada a Internet.
Aplicadas a todos los investigadores, esas son algunas limitantes a las que tendrá que sujetarse el ex presidente, que arranca esta semana una nueva etapa lejos de Los Pinos, como uno más de tantos ex políticos que hicieron de la Escuela John F. Kennedy de Gobierno su refugio, luego del desecamiento de las mieles del poder que trae el paso del tiempo.
Calderón se suma a una larga lista de líderes que han recalado en la Escuela de Gobierno al término de sus mandatos, entre quienes se encuentran Esko Aho, Gordon Brown y Kim Campbell, los ex primeros ministros de Finlandia, Gran Bretaña y Canadá, respetivamente; el depuesto Jamil Mahuad, ex presidente de Ecuador; Bill Richardson, ex gobernador de Nuevo México, y Robert Zoellick, ex presidente del Banco Mundial, entre otros.
La llegada de Calderón a Harvard y su transmutación de presidente a académico forma parte de una iniciativa financiada por la multimillonaria griega Gianna Angelopoulos, magnate de la navegación y la siderurgia, mejor conocida por haber organizado los Juegos Olímpicos de Grecia, con una pasión por rescatar a políticos cuyos mandatos terminaron. Es decir, aquellos que están en el desempleo.

“Cuando los líderes democráticamente electos dejan sus puestos, el mundo pierde su compromiso, sus contactos, su experiencia y su sabiduría.
Por eso he decidido anunciar la iniciativa de permitir a líderes que han dejado sus cargos para que continúen en el servicio público compartiendo sus lecciones y preparando nuevas generaciones en Harvard”, aseguró en octubre del año pasado, al referirse a la beca que llevará su apellido. Y que ahora estrena Calderón como primer beneficiado.
Los privilegios de la Beca Angelopoulos de Liderazgos Globales han sido guardados, hasta el momento, con celo absoluto por Harvard.
Lo único que queda claro es por la extrapolación de otras becas para investigadores residentes, a los que se pide pagar hasta 13 mil 500 dólares al semestre por el uso de las instalaciones, sin contar el pago por residencias, comida, escuela para sus hijos y mantenimiento de sus cónyuges, algo que puede elevar el presupuesto de vida en varios miles de dólares más.
Angelopoulos, cuya fortuna se calcula en mil 700 millones de dólares, también está vinculada a otra iniciativa que puede estar en el futuro inmediato de Calderón: el Club de Madrid, una agrupación dedicada a dar foro a ex mandatarios de todo el mundo, a los que se integra a un circuito internacional de speakers y oradores motivacionales.
Pero si bien el esplendor que le acompañó en sus tiempos como presidente ha quedado en el pasado, el trato que recibirá Calderón en la Universidad de Harvard no será del todo cotidiano en un punto: la seguridad.
La ubicación exacta de su oficina, en los pasillos de los edificios de la escuela John F. Kennedy, es tratada como asunto de reserva.
“Por razones de seguridad no se dará a conocer dónde se encuentra su cubículo”, informó la oficina de prensa de la Escuela de Gobierno a este diario.
Sin embargo, entre los estudiantes mexicanos corre la versión de que estaría en el corazón del Centro Belfer, en una serie de pasillos laberínticos para los que se necesita una tarjeta de acceso.
“Dudo siquiera que pongan su nombre en el directorio como a los demás investigadores”, dijo un académico que fue consultado. (Víctor Hugo Michel/Milenio)

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