Local

Golpean aquí a hondureños; duelen más el hambre y la muerte, dicen

Verónica Domínguez
El Diario de Juárez

2018-11-22

Ciudad Juárez— Adolorido por los golpes que le propinaron cuatro personas encapuchadas unos 17 kilómetros antes de llegar a Chihuahua, Edwin García, de 28 años, originario de Honduras, pensó en regresar a su país; mientras estaba deprimido sentado en el puente internacional Zaragoza se le acercó otro hondureño también golpeado, quien le dio consuelo y le recordó que en su país “los peores dolores son el hambre y la muerte”.
A Edwin lo bajaron a golpes porque lo confundieron con otra persona y le quitaron 800 pesos que traía, pese a que le lastimaron un ojo y tiene moretones en la cabeza y las manos continuó con su camino hasta llegar a esta ciudad, en donde encontró a Diego Mendoza, de 26 años, quien también fue sufrió por las agresiones de asaltantes cerca del mismo puente.
Los motivos por los que Edwin y Diego llegaron a esta ciudad fueron los mismos, la violencia de la Mara Salvatrucha en Honduras, la muerte de sus familiares y el hambre, los obligaron a pasar por este lugar y cruzar en busca de asilo político en Estados Unidos.
Sin embargo, mientras a Edwin le mataron un hermano en su país, a un tío de Diego le quitaron la vida y su hermana fue violada el año pasado en Chiapas, en su paso por México, para alcanzar el sueño americano.
“Yo dejé a mis dos hijos y a mi esposa porque era chofer de un autobús, ya no me alcanzó la cuota que le daba a la Mara, y cuando vi que a mi compañero lo mataron, mejor dejé mi trabajo”, comentó Edwin.
“Prácticamente trabajaba gratis, hasta que mi esposa me dijo, te van a matar a ti también, ya mejor vete de aquí”, recordó Edwin.
El hondureño ya había ingresado de manera ilegal a Estados Unidos en el 2013, pero lo regresaron; sin embargo, fue más la necesidad y busca volver a ese país.
Junto a Diego conversa en una banca recordando lo difícil que fue el mes que duró para llegar hasta la ciudad.
Para mitigar la ansiedad y el estrés, los migrantes hondureños decidieron ayudar en la cocina en el refugio, mientras esperan su turno para ingresar a Estados Unidos, en donde quizá trabajen en lo que les gusta.
Adoloridos por la golpiza que les dieron, y ya menos asustados, prefieren convivir y reírse en el patio de la Casa del Migrante, en donde le ayudan otros compañeros a mantener la esperanza de llevar a su familia al otro lado, en donde la violencia y el hambre ya no los puedan alcanzar.

vdominguez@redaccion.diario.com.mx
 

X