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La tradición que nos permite asimilar la muerte

Martín Orquiz
El Diario de Juárez

2018-11-01

Ciudad Juárez— La costumbre de dedicar altares a los seres queridos que fallecieron es una extensión del duelo por la pérdida que sirve para decir adiós y asimilar el ciclo de la vida de una forma saludable, explicó la sicóloga Telma Araceli Díaz con relación al festejo de este 2 de noviembre “Día de Muertos”.
“Por costumbre, por consciente colectivo, transmitimos por generaciones la forma muy particular de conmemorar a los muertos con ofrendas, flores, altares, visitas a los mausoleos; es parte de la idiosincrasia mexicana que nos reviste de ser respetuosos y tradicionalistas en el proceso de la muerte”, comentó.
Agregó que cualquiera que haya sido la causa del deceso, sus parientes requieren de vivir un duelo para enfrentar su partida tanto por un deseo personal como por costumbre o porque es parte de la cultura.
Sicológicamente enfocado, los tanatólogos identifican cinco etapas en el duelo: negación, ira, depresión, negociación y aceptación, cada una puede fluctuar conforme al estado anímico y entereza de cada individuo.
Además es muy importante llevar el acompañamiento del duelo hasta llegar a la aceptación, que es cuándo el individuo procesa y supera la pérdida. Dijo que parte del acompañamiento profesional sicológico es precisamente saber cerrar el círculo de la vida, decir adiós por medio de símbolos como es el cortejo fúnebre saludable.
“Conmemorar a los muertos es una tradición sana cuándo ya no hay etapas regresivas de ira, depresión o frustración. Con el paso del tiempo debe ser procesada la pérdida, aunque es normal que haya regreso a estas etapas en los primeros seis meses o máximo un año”, declaró.
Si después del año se continúa las tres primeras etapas, estaríamos hablando de duelo patológico, obsesión con la muerte y detalles del difunto.
Por el contrario, continuó, la algarabía de conmemorar activamente con música y flores o altares a los difuntos, habla de una saludable forma de asimilar el ciclo de la vida.
Explicó que a nivel personal o particular, el inconsciente personal maneja todos aquellos contenidos que se volvieron inconscientes debido a que perdieron intensidad y fueron olvidados o porque la conciencia se retrajo de ellos como una represión. Por otra parte, existen además algunas impresiones sensoriales que nunca alcanzaron suficiente intensidad para llegar a la conciencia, pero que lograron entrar a la psique.
El inconsciente colectivo, sin embargo, como la herencia ancestral de posibilidades de representación, no es individual sino común a todos los hombres, tal vez incluso a los animales, y es la verdadera base de la psique individual.
La diferencia es que el inconsciente colectivo es ancestral, es decir, pasa de generación en generación a veces casi de forma imperceptible, por conducta aprendida, por emular.
Díaz indicó que son pensamientos que van más allá del individual, siendo cada uno parte de una sociedad.
En oposición al inconsciente individual, también el psicólogo Carl Gustav Jung habla del inconsciente colectivo; es decir, un sustrato común que trasciende a esa parte individual y que ostenta un valor atemporal en tanto que incluye información de todos los seres de todos los tiempos en forma de símbolos primitivos, a través de los cuales el ser humano expresa una información de sí mismo que va más allá del plano racional, explicó.
morquiz@redaccion.diario.com.mx 

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