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Llegó deportado, sin agujetas ni cinturón

Luz del Carmen Sosa/
El Diario de Juárez

2018-07-25

A José lo deportaron de Estados Unidos hace un mes; lo que más recuerda era la molestia de “chanclear” sus desgastados tenis que calzaba y que alguna vez fueron blancos. La falta de agujetas le impedía caminar bien, erguido, dar pasos firmes mientras caminaba de regreso a su país sin nada más que lo puesto.
Ahora lleva unos zapatos de vestir en color negro que se compró con su propio sueldo tras quedarse en la ciudad con un familiar que lo acogió en su hogar y lo ayudó a conseguir un empleo, de momento en una tienda de conveniencia cercana a la vivienda de su familia en la colonia Patria.
El hombre originario de San Francisco, municipio de La Corregidora en Querétaro, dice que estaba cerca de Los Ángeles, tras haber cruzado al estado americano de California, cuando fue detenido por funcionarios del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).
Él se dirigía a Napa para reunirse con una hermana, ya que su cuñado lo emplearía en un negocio de lavado de autos y, cree, que “en algo de jardinería o cultivos de uva”, pues asegura tener experiencia en el campo.
Explica que cuando lo trasladaron al Centro de Detención de El Paso le quitaron, entre otras sus prendas como el cinturón que sostenía su pantalón de mezclilla y las agujetas de los zapatos deportivos que calzaba.
Y así lo regresaron, sin agujetas, sin cinturón y sin dinero, porque todo le decomisaron.
Desde hace varios meses, funcionarias del Instituto Nacional de Migración (INM) mantiene una campaña permanente para recolectar agujetas y proporcionarlas a los connacionales deportados, que llegan por cientos cada semana, hasta punto de repatriación situado en el puente internacional Paso del Norte.
A esta campaña recién se suma la organización Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA), que inició una colecta de agujetas.
“Por un tema de seguridad, allá les quitan el cinturón y las cintas, cuando los deportan ellos caminan con dificultades al no tener con qué atar los zapatos. Puede ser poca cosa para algunas personas, pero ese sencillo detalle representa un problema porque necesitan caminar con más segura, les ayuda a recuperar su dignidad”, explica Blanca Navarrete, directora de DHIA.

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