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Abandonados, miles de adultos mayores en la ciudad

Verónica Domínguez
El Diario de Juárez

2018-07-23

Ciudad Juárez- Lilia Calzada tiene 61 años y vive sola. Suele pasar varias horas al día en el paradero de los camiones de la ruta 3B, en el poniente de Ciudad Juárez.

Ahí, en la calle Isla Barbados, de la colonia Guadalajara Izquierda, espera cada día desde las 8:00 de la mañana hasta que el sol baja, para regresar a casa “sólo a dormir”.

Dice que prefiere estar bajo el resguardo del paradero y en las banquetas de esa calle que permanecer sentada en una silla en su vivienda, sin compañía.

Junto a ella, en el mismo paradero, el pasado viernes también pasaba las horas Margarita Leyva, de 82 años. Ella vive en la calle Caledonia.

Eran las 11 de la mañana y todavía no almorzaba. Apenas había recibido tres burritos fiados que cargaba en una bolsa.

“Yo me la paso donde me hacen el favor, como ahorita, fui a pedir mis burritos fiados. A veces los vecinos me dan un taquito”, comentó.

Ambas sobreviven en gran medida por el apoyo de los vecinos de esa calle, de quienes casi a diario obtienen el alimento y la compañía que falta en sus casas.

Pasan la mayor parte del tiempo abandonados

En Ciudad Juárez, de acuerdo con el Consejo Nacional de Población (Conapo), hasta 2015 había 121 mil 270 personas de 60 años y más.

De ellas, dice Carola Amparán, directora del Centro de Desarrollo Integral para el Adulto Mayor, miles pasan la mayor parte del tiempo en condiciones de abandono por parte de sus familias y de la sociedad.

“No hay lugar para las personas mayores, los aíslan, los abandonan”, expresó Amparán, que trabaja con grupos de adultos mayores en diferentes colonias de la ciudad.

Agregó que la sociedad empieza a desplazar a las personas incluso desde los 45 años –sin importar que sean hombres o mujeres–, cuando empiezan a dejarlos fuera incluso de actividades laborales.

Soledad en el poniente

Margarita Leyva no tiene quién la cuide. Vive sola porque dos de sus hijos fallecieron y otro se fue a Zacatecas, sin que supiera más de él.

Su principal sustento es la comida que recibe en el Centro Comunitario La Esperanza de la misma colonia, y una despensa básica –frijoles, arroz, aceite y algunas latas– que le dan en el Desarrollo Integral de Familia (DIF) cada dos meses.

El viernes caminaba a paso lento para entrar a la tienda de la esquina a comprar cerillos y artículos de limpieza con el dinero que le dio un vecino. Cuando salió, la bolsa que cargaba ya iba más llena de productos regalados.

Mientras ella esperaba el transporte público para volver a casa, Lilia se apresura a recibir una bolsa de papas de un hombre que pasaba por la calle; otra mujer le dio un kilo de tortillas para que completara la comida del día.

Luego volvió a la banqueta a tomar un refresco para mitigar las temperaturas del verano y esperar las siete de la tarde para volver a casa, donde vive con su hijo, cinco nietos y su nuera.

Al día siguiente, planteó, regresaría a la calle para buscar otra vez la ayuda de sus vecinos. (Verónica Domínguez / El Diario)

vdominguez@redaccion.diario.com.mx

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