Luz del Carmen Sosa
El Diario de Juárez
La placa de concreto que el Gobierno federal colocó en el año 2012 en medio de la barda empedrada que rodea una parte de la calle Verónica, da testimonio de la inversión realizada dentro del programa “Vivir Mejor”, que para los habitantes de la colonia Felipe Ángeles ahora es sinónimo de burla.
“¿Cuál vivir mejor?, ¿Cómo? Seguimos igual o peor”, dice enfadada una mujer de la tercera edad, de la que se reserva el nombre por seguridad, y quien la noche del lunes atinó a tirarse al suelo ante los disparos que escuchó a pocos metros de distancia del sitio donde estaba acompañada de su pequeña nieta.
Aunque la colonia Felipe Ángeles, situada al norponiente de la ciudad, ha sido colocada en las últimas décadas como uno de los tres principales polígonos con mayor problemática de inseguridad, junto con Riberas del Bravo y Anapra, lo que ha incidido en inversiones como la construcción de un centro comunitario, ante el escaso patrullaje se mantiene como punto de alto riesgo a decir de los vecinos.
La noche del martes aproximadamente a las 21:05 horas, dice la entrevistada, sobre las calles Verónica y Juchitán, las tripulantes de una camioneta Durango de color rojo y sin matrículas de circulación sufrieron un atentado a mano armada que mantiene a las tres mujeres, dos de ellas menores de edad, debatiéndose entre la vida y la muerte.
El pronóstico médico para la niña es reservado, según la información que dio a conocer Linda Sepúlveda, vocera de la Jurisdicción Sanitaria II de la Secretaría de Salud (SS).
Su estado de salud es grave, al recibir un impacto de bala en el cráneo, de acuerdo con los datos oficiales de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) y la Fiscalía General del Estado (FGE).
Además, la adolescente de 15 años y una adulta de 31 permanecen en el Hospital de la Mujer, donde ingresaron a causa de heridas de bala que recibieron; la primera de ellas tiene heridas por impacto de bala en la espalda y la segunda recibió un tiro en la cabeza y otros en las piernas.
“Escuchamos los disparos. Primero fue aquí enfrente y luego oímos cómo se iban alejando las personas hacia abajo”, narró la comerciante que ese día cerró su negocio a las 21:30 horas.
Para entonces ninguna patrulla se había acercado a la escena del crimen para recoger los casquillos.
Según los datos oficiales, fueron nueve los casquillos percutidos asegurados de pistola calibre 9 milímetros.
La vecina cree que eran más elementos balísticos, pero ante la tardanza de las autoridades en llegar, tal vez se extraviaron las evidencias, pues la calle no fue cerrada hasta casi una hora después.
Las mujeres lesionadas llegaron primero al Hospital de la Familia, situado frente a la Presidencia Municipal.
Sin embargo, hasta el momento las autoridades investigadoras no han obtenido información de los agresores y mientras tanto, el adeudo que se tiene con el hospital por la atención a las víctimas aumenta día con día.
La inseguridad, dice la vecina entrevistada, es permanente, y el patrullaje escaso.
“Aquí la semana pasada robaron, eran dos muchachillos que traían pistola, la inseguridad es cosa de todos los días”, dice la comerciante.
Cerca de este cruce se encuentra la vivienda donde el pasado 22 de noviembre fue asesinada la niña Nahomi, quien fue asesinada por Elías Armijo Hernández, después de que violó a otras dos niñas de 10 y 11 años, hermanas de la víctima.
El probable homicida y agresor sexual meses después fue localizado sin vida dentro de su celda en el Centro Estatal de Reinserción Social (Cereso) 3.
La Fiscalía General del Estado confirmó que Armijo se suicidó al colgarse de los barrotes de su celda, durante las primeras horas del domingo 8 de abril.
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