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Ni 'bombazo' le quita vocación por ayudar

Abril Salgado
El Diario de Juárez

2018-07-19

El 15 de julio del 2010 es una fecha que permanece en el recuerdo de muchos elementos del Departamento de Rescate Municipal, pues tres paramédicos de la corporación atendieron el llamado para auxiliar a un presunto policía en el cruce de Bolivia y 16 de Septiembre, cuando un automóvil explotó de manera repentina.
Ese día cambió para siempre las vidas del teniente Cervantes, Nancy Paz y Felipe Caldera, ya que dicho suceso les generó secuelas con las que dos de ellos aún deben vivir, mientras que el teniente poco después falleció a causa de las lesiones causadas por la explosión.
En la oficina de la corporación se conserva un chaleco desgarrado y con manchas de sangre, que fue usado en esa ocasión y perteneció a la paramédica Nancy Paz, quien fue pensionada por las múltiples secuelas que le ocasionó el incidente.
Luego de tres explosiones internas por la carga de energía en su cuerpo, aproximadamente 90 terapias en la columna, múltiples heridas en distintas partes del cuerpo, la pérdida de un tímpano y tres meses en cama, el paramédico y ahora teniente Felipe Manuel Caldera Rivera vive para servir a la comunidad con la plena convicción de que ese es su objetivo en la vida. 
“Es una experiencia maravillosa, he aprendido muchas cosas en el transcurso de mi carrera como técnico en Urgencias Médicas (TUM)”, dijo.
A casi 14 años de trabajo como paramédico, Caldera narra que desde que era pequeño siempre tuvo gusto por los artefactos médicos pero por cuestiones económicas en su familia no le fue posible estudiar Medicina, aunque no se dio por vencido.
Cuando tenía 16 años encontró una ambulancia por la calle y su madre, Sandra Rivera, lo acompañó a preguntar pero se topó con el primer obstáculo: su edad, y aunque le explicaron que no podría abordar una ambulancia, se ofreció para lavar los vehículos de emergencia y entonces se le brindó la oportunidad de capacitarse.   
El Teniente Felipe Manuel Caldera Rivera termina su certificación como TUM a los 18 años y con seis años de voluntariado se decide a pedir trabajo en las filas de la corporación de Rescate y logra ingresar a la edad de 22; desde entonces, relata que son miles de servicios en los que ha estado presente.
Entre las cosas más difíciles de su trabajo, narra que presenciar servicios donde están involucrados los niños en hechos violentos es algo muy duro.
A pesar de no querer ahondar mucho en los detalles de ese 15 de julio, Caldera aseguró que el incidente del coche bomba marcó su vida para siempre pero de manera positiva, ya que su esposa y fiel compañera estuvo siempre luchando a su lado e incluso lo apoyó para regresar, al igual que su familia y colegas.
“El estar al servicio de los demás es estar al servicio de Dios, y yo estoy orgulloso de servir a Dios todos los días”, expresó. (Abril Salgado / El Diario)

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