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Dedica su vida a luchar por el Valle

Abril Salgado
El Diario de Juárez

2018-07-17

Un boleto de autobús equivocado encauzó la vida del profesor Manuel Robles Flores como un incansable luchador social y prácticamente guardián del Valle de Juárez.
Intervino en la creación de escuelas y clínicas de salud, construyó un museo, ha participado en bloqueos, caminatas, protestas, plantones, exigencias a mandos de gobierno y movilizado a comunidades enteras, inspirado en la búsqueda de la justicia y la dignidad humana.
“Yo estoy muy agradecido con esta vida y si me muriera y se me diera la oportunidad de volver a vivir, me gustaría volver a luchar igual”, expresó.
A sus 77 años de edad y jubilado como docente, el “profe” Robles, recuerda que concluyó su carrera en Educación gracias a que trabajó como bolero, voceador y en la venta de “chácharas” para conseguirlo, su plan era llegar a la Sierra de San Ignacio, pero por error compró un boleto para San Agustín, de donde ya no lo dejaron irse por la falta de maestros.
Desde el primer día que llegó a esta comunidad siendo muy joven, Robles notó la carencia de escuelas, principalmente preescolares; tampoco había un centro de salud y la pavimentación era prácticamente nula.

El profesor Manuel Robles Flores notó que tampoco había museos, fue entonces cuando comenzaron sus dos primeras luchas, un museo y una clínica.
Entre todos los obstáculos por los que se ha tenido que pasar para concluir con éxito cada lucha, puntualizó que el principal de todos ha sido la burocracia, pero a pesar de todo, su principal motivación ha sido dar a las personas esas oportunidades que no tuvo cuando era niño.
A sus cinco años de edad quedó huérfano de padre, por lo que en compañía de su madre y sus cinco hermanos, cuatro varones y una mujer, desde Zacatecas llegaron a tierra norteña, primero Torreón y luego Ciudad Juárez, donde aún tuvo que enfrentar momentos de pobreza y discriminación.
“Desde que tenía cinco años aquí hemos estado, ya me puedo considerar juarense por adopción”, dijo y señaló que lo que más le gusta de Juárez son los muchos retos que hay para vencer.
Y recordó que cuando era pequeño, vivió momentos muy duros en los que debió dormir en la calle, e incluso llegó a ser expulsado de la primaria Bellavista por asistir descalzo, ya que no tenía manera de conseguir unos zapatos para ir como los demás niños.
“Hay golpes que nos ha dado la vida como un estímulo para seguir adelante”, mencionó, y explicó que a pesar de haber ocasionado un impactante golpe a sus pocos años, el primer preescolar que fundó en El Valle tiene el nombre de esa maestra que le negó la educación a falta de zapatos, porque fue un factor de inspiración para salir adelante.
“Yo nunca luchaba nada más por San Agustín, luchaba por todo El Valle, si aquí se lograba una clínica, que ahora se va a remodelar y se va a hacer nueva, vamos a hacerlo también en las otras comunidades, hasta El Faro logramos una clínica y jardines de niños porque eran considerados un lujo”, aseguró.
En 1998 el profe Robles encabezó la lucha en pro del medio ambiente, contra la instalación de un tiradero de desechos nucleares en Sierra Blanca, basurero radioactivo que tendría lugar en el lado americano pero que perjudicaría las aguas y sembradíos en El Valle.
Dicha batalla tuvo una duración de 13 años en los que participó de manera activa en el bloqueo de puentes y manifestaciones pacíficas, hasta que el veredicto fue en su favor y lo recuerda como “un buen partido de fútbol”.
Actualmente y desde hace más de 14 años, Robles Flores también ha encabezado la lucha de los ex braceros, pues explica que por mucho tiempo laboral se les quitó el 10 por ciento de su sueldo para un fondo de ahorro que no han recibido jamás por lo que el estado tiene una deuda histórica con ellos y aseguró que esa lucha no habrá de parar hasta que se haga justicia.
“Yo digo que es lo que nos distingue de los demás seres vivos, luchar, no es nada más sobrevivir, porque hay quienes luchan por sobrevivir, yo no lucho por sobrevivir, yo lucho porque es una causa justa que hay que ganar y la vamos a ganar aunque tengamos que poner de por medio nuestra seguridad”, mencionó.
El profesor también explicó que el Museo de San Agustín es su pedacito de Zacatecas y que sobrevive de puro “milagro” pues incluso tiene que pagar de su sueldo los salarios de quienes trabajan en fin de semana y aunque esto implica un golpe en su economía, asegura que lo hace con todo el gusto y cariño del mundo.

asalgado@redaccion.diario.com.mx

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