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Niña sueña con poder 'arreglarle' a su mamá

Luz del Carmen Sosa
El Diario de Juárez

2018-06-30

El sueño de cumplir 15 años, que abraza a la gran mayoría de las adolescentes, no lo comparte Jenny, una menor estadounidense de 13 años, que radica en Juárez desde el año pasado.
Ella suena con su cumpleaños número 21 para solicitar la residencia legal permanente para su madre y juntas regresar a Estados Unidos, donde se encuentran otras dos hermanas de las que fueron separadas un año atrás.
Jenny, junto a Rodrigo, su hermano menor y también estadunidense, encabezaron la marcha binacional como parte del movimiento “Las familias pertenecen juntas” que ayer fue realizado en las inmediaciones del puente internacional Paso del Norte, para exigir el cese de la política antiinmigrante del presidente Donald Trump.
“Yo le diría a Donald Trump que si él quiere un futuro mejor para nosotros (los niños) que nos dé un buen ejemplo, él no nos está dando un buen ejemplo con todo lo que anda haciendo con los niños, no los deja libres, los tiene enjaulados como si fueran perros o ratas y esos niños… son niños”, dice la estudiante de secundaria.
Junto a ella está su hermano y la acompañan sus primos. A pesar de su corta edad los menores ya protestan contra la dureza de la política de “cero tolerancia”, impuesta por el gobierno del país en el que nacieron y que está deportando a miles de ciudadanos que carecen de documentos para vivir legalmente en la Unión Americana.
“Soy nacida en El Paso, Texas, separada de mis hermanas desde hace un año. Tus leyes migratorias también me afectan”, citaba la cartulina que cargaba Jenny y que alzaba mientras caminaba por el puerto fronterizo que previamente cerró tres carriles de circulación vehicular.
Jenny, al igual que sus acompañantes, vestía una camiseta rosa con el logotipo Dreamer Moms, la organización creada por madres de hijos estadounidenses que fueron obligadas a salir de ese país.
Cerca de Jenny se encuentra su madre, Ileana Núñez. La mujer explica que sus dos primeros hijos nacieron en El Paso, ella se divorció de su primera pareja y posteriormente inició una nueva relación de la que nacieron dos hijas, también nacidas en Estados Unidos.
“Fui a la Corte de Migración y me dijeron que en 40 días me iba a llegar una carta donde yo tenía que hacer mi salida voluntaria o bien apelar. Con el temor de no hacer mi salida voluntaria y una deportación que dura aproximadamente 40 días –yo no podía estar ese tiempo separada de mis hijos–  decidí regresar a mi país”, dice.
La madre sólo pudo regresar a México con dos de sus hijos, ya que el padre de sus dos hijas menores exigió la tutela de las niñas y un juez de lo familiar le negó a la madre el permiso temporal de sacarlas de su lugar de origen.
Desde entonces la mitad de la familia se quedó en otra ciudad, mientras Iliana y sus dos hijos empezaron aquí una nueva vida.
“Yo estoy separada de mis hermanas, tengo un año que no las veo y las extraño mucho”, dice Jenny sin lograr contener las lágrimas.
Vivir en Ciudad Juárez, donde fue inscrita en una secundaria pública y tomar las clases en español ha sido complicado para Jenny y su hermano.
“Yo viví allá casi toda mi vida y de repente… todo se fue abajo. Es muy difícil para mí porque no sabía mis materias, me va muy mal en la escuela, yo no sabía nada de historia y mis calificaciones bajaron mucho, yo le decía a mi mamá ‘yo no puedo, ayúdame’ y ella me dice ‘es que yo no sé’”, relata la menor que siempre tuvo un elevado desempeño escolar.
La separación de Ileana y sus hijas menores ha sido muy dolorosa, asegura.
Recientemente la mayor de las niñas se graduó de preescolar y sólo obtuvo una foto que su expareja le envió por celular. Ser ajena a los logros escolares de las pequeñas lastima a la madre que, a pesar de la distancia, mantiene conflictos con su expareja.
“Es muy difícil; tienes el corazón allá y el alma acá, ha sido muy difícil para mí y lo he sobrellevado porque tengo otros dos hijos. Es como si te partieran en dos, fui una persona completa allá y regreso a la mitad porque estoy dejando lo que amo y lo más difícil es que no sé si mis hijos me extrañan o me olvidan”, confía Ileana a mitad del puente por el que no puede cruzar.
La familia trata de mantenerse unida, de aprender español, historia y matemáticas. A diario la madre enfrenta el reto de impedir que la violencia que impera en la ciudad coloque a sus hijos en situaciones de riesgo.
La pesadilla tal vez termine en ocho años, cuando Jenny pueda pedir la tarjeta de residencia permanente en Estados Unidos para su madre.
“Existe una posibilidad muy cara, muy larga, pero existe”, dice Ileana.

lsosa@redaccion.diario.com.mx

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