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Se tiraron al suelo y se escondieron por balacera en barbería

El Diario de Juárez

2018-06-25

Un “parquero” acomodaba vehículos sobre la calle Nicolás Bravo cuando tuvo que esconderse debajo de uno de ellos. Un vendedor de ropa, libros y demás objetos de segunda mano corrió unos metros y se refugió detrás de la barda de una tapia. Era poco después del mediodía del pasado sábado y los segundos en los que se escucharon los disparos con los que, una cuadra al sur, sobre la calle Manuel Acuña, en la Zona Centro, asesinaron a cuatro personas en el interior de una peluquería.
“Estuve ahí (detrás de la barda) unos 25 minutos, hasta que llegaron los policías”, dijo el vendedor, de 63 años. “Yo aquí vengo a hacer mi ‘luchita’. No vimos nada, había poca gente en la calle por el juego. Nomás escuchamos los disparos y nos espantamos. Se oyeron horrible”, agregó.
El sábado fue el día más violento en lo que va del año y la Zona Centro es, de acuerdo con todas las autoridades, la más peligrosa de Ciudad Juárez. No había pasado ni una hora de que hombres armados asesinaran a seis personas en el suroriente de esta frontera cuando, de acuerdo con fuentes policiacas, dos camionetas azules llegaron al negocio “Barbershop” y abrieron fuego contra seis personas, asesinando a cuatro.
Una de ellas fue Óscar Alfredo Venegas Barboza, de 24 años, empleado de la barbería e identificado en la escena del crimen por su hermano y su pareja sentimental. Otros dos habrían sido sus compañeros de trabajo.
A dos días del hecho, la Fiscalía General del Estado no ha generado datos oficiales sobre las identidades de las víctimas ni el calibre o la cantidad de armas utilizadas en éste o el resto de los ataques.
La cantidad de asesinatos registrados ese día –21– colapsó los trabajos periciales de la FGE e incluso una unidad del Servicio Médico Forense (Semefo) permaneció por horas con seis cadáveres del ataque previo al del Centro.
“No nos han dado información porque dicen que ayer hubo muchos muertos y no tienen todavía las fotos para poder acercarnos al Semefo”, informó a este medio ayer la familia de Óscar Alfredo Venegas.
“Nosotros andamos moviendo en los panteones para ver lo de la funeraria y todo eso”, agregó el familiar.
El temor persistía ayer todavía en la Zona Centro, una de las más afectadas por delitos como desaparición de mujeres, narcomenudeo, comercialización de artículos “pirata” y asesinatos.

Vigilan policías

El domingo fue notoria la presencia de unidades de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) en el sector, con la particularidad que recorrían las calles a sirena abierta, lo que mantuvo con nervios de punta a quienes vendían o pasaban por el lugar.
“Desde la mañana andan así, prenden las sirenas como para asustar a los ‘malandros’, pero pues ¿ya para qué?”, cuestionó un comerciante del sitio que se identificó sólo como Andrés.
La barbería donde se cometió el ataque, entre Nicolás Bravo y Rafael Velarde, permaneció cerrada, pero en su entorno ayer estaban funcionando por lo menos otros 15 negocios del mismo ramo, con títulos de estéticas o peluquerías.
“Hay que trabajar, con miedo y todo, de esto vivimos”, indicó un hombre que se encontraba en la puerta de uno de los negocios.
Aunque prefirió no revelar su identidad, sí declaró que la Policía falla tanto en la vigilancia para prevenir delitos como en la captura de los criminales.
“Nada van a ganar con sus rondines, al rato se van y los ‘malandros’ hacen lo que quieren”, comentó.
Otros entrevistados en el lugar expresaron resignación ante los hechos violentos en esa zona de la ciudad. “Aquí a uno lo matan, lo roban, lo golpean y todo sigue igual, no hay quien nos ayude”, dijo una mujer de cabello rubio que también prefirió no proporcionar su nombre.
En las calles donde ocurrió el ataque hay también decenas de locales de ropa, herramienta, artículos de belleza y otros implementos que, usualmente, hacen que la circulación de personas sea densa. El sábado del ataque, sin embargo, fue diferente.
“Después de que mataron a los muchachos todo se ‘apagó’ por aquí, bloquearon las calles por donde entran los camiones (Nicolás Bravo y Rafael Velarde), y se fueron por otros lados”, dijo María, una comerciante.
La tardanza de las autoridades en recoger los cuerpos también fue factor para que la actividad cayera después del mediodía.
“Eran como las dos o tres de la tarde y los pobres todavía estaban ahí tendidos”, declaró.
Ayer los camiones volvieron a circular y la gente a fluir, pero la confianza de los vendedores y ofrecedores de servicios ya no es la misma.
“Uno nunca sabe por dónde va a llegar el chingazo, hay que estar ‘al alba’ para tener chanza ‘de perdis’ para agacharse”, comentó.

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