Luz del Carmen Sosa
El Diario de Juárez
En la casa marcada con el número 433 de la calle Ribera del Carmen, del fraccionamiento Riberas del Bravo, fue colocado un candado en la puerta principal y los cuatro niños y una mujer que sobrevivieron al ataque armado perpetrado anoche por un grupo armado, optaron por salir de la propiedad a un sitio desconocido.
“Era un hombre adicto, se metía de todo”, dicen los pocos vecinos que radican en la calle que tiene más viviendas abandonadas y vandalizadas que habitadas.
A lo largo de la arteria se observan unos cuantos niños que deambulan curiosos afuera de la solitaria propiedad.
Desde la calle se oyen algunos gritos de personas, hombres principalmente que observaban el partido de futbol entre México y Corea del Sur.
Parece que el juego los hizo olvidar la tragedia registrada poco antes de la medianoche que cobró tres vidas para sumar más de un centenar de asesinatos en la ciudad.
La calle Ribera del Carmen es habitada por varias familias que provienen del estado de Veracruz.
“Yo llegué anoche saliendo del turno de la maquila y estaba todo acordonado. Como vivo cerca los policías me dejaron entrar”, dice Martha, también originaria del estado situado al sur del país.
La actuación policial de acordonamiento de la escena del crimen molestó a varios de los residentes de esta cuadra, ya que les permitieron el acceso hasta las tres de la mañana, se quejaron.
Quienes visitan la colonia pueden encontrar la publicidad de diversos candidatos y al hablar con los residentes se escucha la decepción y enojo hacia quienes han venido a pedir su voto y olvidan esta zona habitacional.
Los múltiples baches, el olor a aguas negras, los cúmulos de basura, las casas abandonadas y la falta de parques, es lo normal en este sector que mantiene desde hace muchos años altos índices delictivos.
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