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Hermanos se protegieron de balazos de sicario; están en urgencias

Miguel Vargas
El Diario de Juárez

2018-06-16

Angélica (nombre falso por la gravedad del caso) salió llorando desesperada de la sala de terapia intensiva donde su hijo de 19 años, un estudiante universitario y empleado del tercer turno en una maquiladora, fue intervenido luego de recibir varios balazos que le habían perforado órganos vitales.
La mujer es abordada por El Diario cuando se trasladaba a otra zona del mismo hospital donde también se encontraba internada su hija, de 12 años, recuperándose de una fractura de cráneo por un balazo que recibió en el mismo evento, donde mataron a uno de sus vecinos la noche del pasado domingo en la colonia Carlos Castillo Peraza.
Ambos hermanos estaban en el frente de su casa, a las 8 de la noche de ese día, en el momento en que vieron venir a un asesino que disparaba en busca de su objetivo.
Al escuchar las detonaciones dirigidas hacia ellos se protegieron mutuamente; la niña intentó escudar a su hermano con su cuerpo y recibió un disparo que le trozó la oreja, pero él la aventó hacia un lado para salvarla, dijo Angélica tras saber de los testigos lo ocurrido.
El agresor siguió luego con el vecino, a quien le vació la mayor parte de las balas que al acribillarlo lo dejaron sin vida antes de llegar a un hospital.
“¿Por qué le pasa esto a la gente buena?”, dice desconsolada la madre de ambas víctimas circunstanciales de los hechos ocurridos al suroriente de la ciudad.
No se explica cómo el asesino no fue capaz de reconocer en el acto a dos “niños”, como ella les llama, de otra persona adulta contra quien aparentemente iba dirigido el ataque, y a quien también conocían.
Asegura que su hijo mayor está dedicado a su trabajo en el tercer turno de una empresa maquiladora, y a sus estudios en la universidad, donde este semestre acaba de iniciar sus clases para buscar un mejor futuro.
“Él llega (a casa) a las 7 de la mañana, se duerme hasta las tres, come apresurado y se va a su escuela para de ahí irse a trabajar…no le hace daño a nadie”, aseguró Angélica entre sollozos y compungida porque su hijo no la quiere cerca en las pocas horas permitidas de visita.
“Está vomitando mucho, no me quiere ahí, tiene mucho miedo pero está enojado”, agrega la mujer mientras otros familiares la consuelan.
El reporte médico menciona que le tuvieron que reconstruir una parte del intestino y del riñón que le fue perforado por las balas, mientras que la niña de 12 años tiene fractura de cráneo y lesión en una oreja que podría perderla por completo.
En su barrio, una zona donde predomina la pobreza, hay consternación entre los vecinos por lo ocurrido. Pocos quieren hablar y adoptan una postura agresiva frente al reportero.
En el lugar del ataque, visitado el miércoles, un niño de entre 9 y 10 años se acerca y asegura que la familia (de Angélica) ya no vive ahí desde el día del incidente. “Mire los pinches balazotes”, dice mientras apunta hacia el portón de otro vecino que quedó perforado por una de las balas.

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