Sandra Rodríguez
El Diario de Juárez
La explotación del acuífero Valle de Juárez ha generado no sólo un déficit en la disponibilidad de agua –de 86.5 millones de metros cúbicos al año– sino también un menoscabo en la calidad del recurso.
Información del Plan Director de Desarrollo Urbano Sostenible (publicado en 2016) indica que, por causa del abatimiento, se “ha inducido la migración ascendente del agua salobre o salada hacia las porciones someras que contienen agua dulce, dando lugar a un deterioro gradual del agua”.
La salinidad está relacionada, indica el PDUS, con la salida de operación de algunos de los 214 pozos con los que la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS) extrae el agua de este manto, y de los cuales 53 no funcionan actualmente.
“La concentración del bombeo de pozos ha generado impactos transfronterizos: en ambos lados de la frontera, principalmente el abatimiento de los niveles del agua y la interferencia de los pozos municipales concentrados en las zonas urbanas mayores y la salinización gradual del agua”, agrega el documento sobre el “acuífero del Bolsón del Hueco (Sistema Valle de Juárez)”.
El acuífero Valle de Juárez (llamado así por la Comisión Nacional del Agua), es la principal fuente de abastecimiento de Ciudad Juárez.
Datos de la Conagua indican que es uno de los 44 –de 61 que hay en la entidad– que presentan déficits en su recarga, y que es de 86.5 millones de metros cúbicos por año.
El otro manto acuífero que se aprovecha en esta frontera es que Conagua denomina Conejos-Médanos, sobre el bolsón transfronterizo de la Mesilla, y donde Conagua estima un déficit de 82 millones de metros cúbicos por año.
El PDUS agrega que la concentración de pozos en las zonas urbanas colindantes entre Ciudad Juárez y El Paso han provocado una “gran depresión” de los niveles de agua subterránea en la parte suroccidente del Bolsón del Hueco “donde se han provocado abatimientos de varias decenas de metros en los últimos 30 años”.
Y, en general, agrega el PDUS, es necesario investigar la calidad de ambos acuíferos.
“Se recomienda un estudio de vulnerabilidad de ambos acuíferos, del cual se pudiera concluir si corresponde a contaminación artificial o es natural”, dice.