Javier Olmos/
El Diario de Juárez
David Zúñiga llegó hace dos días a la Casa del Migrante buscando alimento y una ducha, después de un mes de vagar por la ciudad haciendo trabajos que nunca le pagaron, durmiendo en la calle, con poca ropa.
Arribó a Juárez de su natal Tegucigalpa, Honduras, con la idea de cruzar por el desierto de esta frontera en una temporada en la que las temperaturas alcanzan los 40 grados centígrados. “El sueño americano es un camino largo que puede costar la vida, no se sabe, es un camino largo”, cuenta.
El hombre de 47 años forma parte de las estadísticas que tanto esa organización como autoridades migratorias de Estados Unidos presentan con un alza significativa de indocumentados que cruzan la frontera ilegalmente.
Datos de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) señalan que hasta abril pasado ingresaron por El Paso 76 por ciento más familias que en 2017, reportó El Diario de El Paso.
La Casa del Migrante reportó que a sus instalaciones ha llegado hasta un 30 por ciento más migrantes centroamericanos que vienen con la idea de cruzar por el desierto al país vecino, aunque como David, tras la travesía la mayoría llega sin dinero.
El lugar donde se aloja informó que en una temporada normal reciben a 17 personas diarias, pero hoy en día están llegando hasta 40, más un número similar de migrantes mexicanos que están siendo deportados de Estados Unidos.
“Para como estábamos, sí han llegado, pero no para que nos pongamos en alerta”, dijo Blanca Rivera, administradora del albergue.
“Siempre va a haber deportaciones, pero sí prevemos que la situación pueda empeorar; ya sabemos que están haciendo redadas allá incluso en las mismas casas”, advirtió.
En gran parte provienen de Guatemala, El Salvador y Honduras.
Las cifras publicadas del CBP muestran que el año fiscal 2017 cerró con un total de 4 mil 799 familias que ingresaron al país por la frontera Juárez-El Paso, mientras que en lo que va del año fiscal 2018, la cifra asciende a 8 mil 428 unidades familiares (madres con hijos menores de edad que llegan y permanecen juntos). Esta cifra representa más del doble que el año anterior y todavía no termina el ciclo.
Es un camino largo, pero es la única forma
A las 11 de la mañana de ayer, Zúñiga esperaba su turno para usar el teléfono de la organización para contactar a su familia, hasta que llegó el momento.
“Estamos arriesgando mucho nuestra vida para cruzar el desierto pero no soy el primero ni el último que lo ha cruzado, vamos a tener que hacer un intento porque de eso depende nuestra familia”, dice el hondureño.
Aunque el presidente de EU, Donald Trump ha sido duro en sus políticas antiinmigrantes, para los centroamericanos la situación que viven en sus países los orilla prácticamente a salir a buscar un futuro mejor fuera, enfrentando peligros de muerte todos los días.
“Llegué en tren desde mi país hasta acá, en ‘la Bestia’”, dice David.
“Quiero llegar por varias situaciones. En Honduras está mal el país, el presidente, no hay ninguna ayuda para nosotros y eso es lo más importante porque tenemos que huir de nuestro país, dejando nuestra familia, dejando nuestros hijos, porque queremos un bienestar para ellos”, expone.
Entonces esta es la única forma; ganar dólares y enviarle a la familia.
“Ha sido bien pesado, nunca me lo esperaba que iba a durar dos meses y medio para llegar a esta ciudad; ha sido muy pesado, aguantando frío, hambre, y más que todo aguantando muchos problemas que se dan dentro del camino, como ver a alguien caerse de ‘la ‘bestia’”, cuenta sobre el trayecto.
“Hay momentos en que uno quiere desmayarse porque sufrimos demasiado”.
Ahora aquí, en la Casa del Migrante, está a la espera de que la gente le dé trabajo.
“Me quedé aquí por falta de dinero, creo que tengo que esperarme un momento; tenemos pensado brincar, estamos buscando la forma, dicen que es demasiado peligroso pero a eso venimos”.
El migrante asegura que un pollero le cobra hasta 9 mil dólares por ayudarlo a cruzar por el desierto. Pero es un dinero que no tiene.
En el tiempo que lleva vagando por Juárez ha hecho algunos trabajos en la obra pero algunos no se los pagaron. “Una vez nos llevaban en una troca y el hombre nos bajó después de trabajar, dijo que regresaría a pagarnos y nada más nos dejó tirados”, recuerda.
Pero ya está aquí y no está dispuesto a regresarse. “El sueño americano puede costar la vida, es un camino largo, no se sabe; como puede llegar vivo o no llega. Sí tengo miedo, siempre se siente un temor grande”.
Los ingresos
* 2017
4,799 familias
* 2018
8,428 unidades familiares (madres con hijos menores de edad)
Fuente: CBP
De dónde son
La gran mayoría proviene de
• Guatemala
• El Salvador
• Honduras
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