Fernando Aguilar/
El Diario de Juárez
Cinco días de cada semana, Gabriela se despierta cuando el silencio y la oscuridad envuelven todavía las paredes de su casa y las calles de la ciudad, cuando hacen falta un par de horas para que la luz diurna se cuele por las ventanas.
Poco o casi nada de ruido puede oírse a las 4 de la madrugada con excepción del que hace ella antes de salir a trabajar en la fábrica maquiladora donde gana poco más de mil pesos semanales.
Gabriela es madre de una niña de 6 años y esposa de un hombre que también ocupa un puesto en el sector industrial en el turno de la tarde.
La historia de esta madre de 28 años no es diferente de las de otras 10 mil 520 juarenses trabajadoras que, según la Dirección General de Información en Salud (DGIS), dieron a luz el año pasado de 23 mil 024 mujeres alumbramientos.
Estadísticas del Sistema Nacional de Información en Salud (Sinais) muestran que la proporción de mujeres de Juárez que se convirtieron en madres pasó de 31 por ciento en 1990 a 46 por ciento el año pasado.
Desde la sociedad civil, Mariana Soledad Loya Parra, directora de la organización Techo Comunitario, señala que se trata de un reflejo de que la precariedad en las familias es cada vez mayor, lo que obliga a las madres a incorporarse al mercado laboral en busca de mejorar el ingreso familiar.
“El que trabajen los dos ya no es una opción”, comenta la activista. “Es una decisión, una necesidad. El ingreso ha bajado y cada vez es más difícil alcanzar la canasta básica”.
La rutina de Gabriela inicia todos los días al despertarse hacia las 4 de la madrugada, preparar el desayuno y ducharse para salir 15 minutos después de las 5 hacia la empresa donde trabaja, situada en el otro extremo de la ciudad.
“No es fácil combinar el cuidado del niño con las actividades laborales y las tareas del hogar”, señala la mujer. “Es un gran reto que nos llena de estrés; los días son muy pesados y hasta que viene el fin de semana es cuando podemos aprovechar para salir un poco de este círculo”.
Encima, las políticas públicas que atienden al sector de las madres que desempeñan alguna función económica tampoco son adecuadas, señala Loya Parra.
Desde la perspectiva de Loya Parra, las guarderías y estancias públicas no son suficientes, por lo que armonizar la crianza y el trabajo remunerado se vuelve todo un reto para miles de madres.
“En las guarderías del Seguro Social la edad es hasta los 4 años. Las mamás no dejan de trabajar cuando sus hijos cumplen 4 años. Se necesitan más modelos. Las estancias de Sedesol no cubren la demanda real del servicio. Hay una estimación que habla de 100 mil espacios necesarios; tenemos 13 mil sumando todos los modelos”, dice.
En datos
De las 23, 024 mujeres que dieron a luz en 2017, casi el 46% trabaja
Experta considera que las políticas públicas que atienden al sector de las madres que desempeñan alguna función económica no son adecuadas
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