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Una muralla en medio de la nada

Fernando Aguilar/
El Diario

2018-04-09

Mientras en un lado de la línea divisoria el Gobierno de Estados Unidos alista a la Guardia Nacional para resguardar la frontera, en el otro la quietud del paisaje mexicano envuelto en el desierto se impone.
El silencio domina las inmediaciones del cruce fronterizo de San Jerónimo-Santa Teresa, un punto de acceso entre ambas naciones que empezó a operar en 1992.
En el lado mexicano sólo el ruido de los automóviles que circulan por la carretera con dirección al oeste, las actividades de la empresa Foxconn y las tareas de la Aduana crean movimiento.
El abismo que configura el extenso páramo desértico destaca en la zona. En condiciones de visibilidad máxima, decenas de metros de terreno árido pueden verse prácticamente en cualquier dirección.
El asentamiento humano más cercano es la colonia Puerto Anapra, que se sitúa a 12 kilómetros hacia el oriente a lo largo de la frontera entre México y Estados Unidos.
Desde ese lugar hasta unos pocos metros más al poniente del acceso fronterizo, una barda metálica impide el paso de migrantes indocumentados hacia Estados Unidos.
Recientemente, un tramo de esa estructura ubicado en las proximidades de la colonia popular fue remodelado por la CBP.
Funcionarios del Gobierno estadounidense sostienen que el muro será una herramienta valiosa para que los agentes puedan desempeñar mejor las tareas que tienen encomendadas, que son detener el tráfico de drogas y la migración indocumentada en las cercanías.

faguilar@redaccion.diario.com.mx

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