Juan de Dios Olivas
El Diario de Juárez
Al grito de “¡Viva Villa!”, ¡Viva Pancho Villa! y “¡Viva México!”, cientos de jinetes que portaban sombreros norteños y texanos, con fusil o pistola en mano así como cananas al pecho repletas de balas, cruzan la frontera, invaden y atacan al país más poderoso del mundo: Estados Unidos.
El asalto se da a las 4:45 de la madrugada, cuando en el pueblo de Columbus, Nuevo México imperaba la quietud la cual se rompe intempestivamente con el viejo grito de guerra de la División del Norte villista.
Los disparos de armas, el tableteo de una ametralladora que repelía a los agresores así como los gritos envuelven el ambiente. En poco tiempo las llamas comienzan a invadir edificios y casas construidos de madera, creando una escena apocalíptica.
En el ataque, los hombres de Francisco Villa confiscan o roban unos 100 caballos y mulas, queman el pueblo y matan al menos a 17 soldados estadounidenses y a 10 residentes. En contraste pierden a 73 de sus compañeros que mueren durante la batalla y cinco más que son capturados y fusilados después.
La invasión, el primer ataque contra Estados Unidos en su territorio continental, es considerada una de las peores hazañas militares del Centauro y da pie a una tercera invasión estadounidense a México en la que se utiliza maquinaria bélica moderna para esa época y 10 mil soldados, pero también resulta un fracaso.
Sin embargo, la arremetida villista cobra relevancia por el nacionalismo que despierta y sigue generando entre los mexicanos y la admiración de los estadounidenses del poblado atacado que hoy en día explota y vive del recuerdo de esa batalla gracias al turismo.
El fervor es tal, que hoy, a 102 años de distancia, los cascos de los caballos villistas volverán a escucharse cruzando la frontera, pero esta vez en son de paz.
Será su nieto, Francisco Villa Campa, hijo de Francisco Villa Rentería, quien estará al frente del contingente en la llamada “Cabalgata de la Amistad”, quien se dirija a Columbus, Nuevo México.
En sus manos llevará como ofrenda una copia fiel de la mascarilla mortuoria del “Centauro del Norte” que será entregada las autoridades del poblado.
La Fiesta de la Amistad iniciará en Columbus hoy con un servicio religioso en memoria de los caídos en el ataque, por medio de un acto que se llevará a cabo junto a la antigua estación de ferrocarril de Columbus, ahora Museo Histórico.
Pláticas, exhibiciones y escenificaciones rememorando los hechos del 9 de marzo de 1916 ocurrirán a lo largo del primer día de festejos, mientras que el sábado 10 de marzo la comunidad en pleno se reunirá para recibir a la Cabalgata Binacional.
Los motivos del Centauro
Los motivos que llevaron al Centauro del Norte para ordenar el ataque, más de un siglo después, todavía no son claros.
Lo cierto, es que con el ataque a Columbus, Nuevo México el Centauro del Norte concretaba un plan pensado durante semanas en las que en dos ocasiones cambió el blanco del ataque original.
Historiadores adjudican la agresión en parte a una venganza contra sus enemigos –entre ellos el judío Sam Ravel, que defraudó al general– y parte a una estrategia para provocar al Gobierno estadounidense y afectar el rumbo que había tomado la lucha armada en México, en la que Villa era el perdedor en ese momento.
También se le atribuye haber sido instigado por complots internacionales, particularmente provenientes de Alemania ante el inminente inicio de la Primera Guerra Mundial en la que esa potencia europea no deseaba la participación de Estados Unidos.
El mismo Villa dio versiones diferentes a sus tropas exaltando el nacionalismo, pero buscando la disciplina al momento del ataque.
Antes de enviar a sus hombres al combate, en la arenga les explicó que Estados Unidos era responsable de su derrota en Agua Prieta, Sonora, por haber permitido a los carrancistas pasar por su territorio para reforzar la guarnición de la ciudad, batalla en la que muchos de sus soldados ahí presentes, participaron.
También acusó a los estadounidenses de haberle enviado armas y municiones defectuosas que un año antes ocasionaron la derrota y desintegración de la División del Norte, en las batallas del Bajío.
Recordó la muerte de 20 mexicanos que estaban encarcelados en El Paso, Texas por diversos motivos, a los que habían bañado con petróleo para “despiojarlos”, –una práctica común en esa época–, a quienes alguien prendió fuego.
Otras versiones contrarias señalan que Villa nunca les dijo a sus soldados que estaban cruzando la frontera y estos creyeron que atacaban una población defendida por carrancistas.
Camino a Columbus
Los planes para atacar Columbus se pusieron en marcha el 24 de febrero con seis contingentes integrados con los restos de la antigua División del Norte –derrotada un año antes en El Bajío– y que incluía por primera vez soldados reclutados a la fuerza, refiere el desaparecido historiador Friedrich Katz.
Tres de los grupos procedían de Chihuahua, uno de Durango, otro de Sonora integrado por numerosos indios yaquis y uno más liderado por Nicolás Fernández con hombres leales de todo el país.
Los villistas partieron de la Hacienda de San Gerónimo en Bachíniva cabalgando durante dos semanas hasta llegar a la frontera.
No se sabe a ciencia cierta el número de villistas, pero los investigadores calculan en la actualidad que se trató de un grupo de 589 personas, incluyendo 16 vaqueros que fueron reclutados a la fuerza cerca de Colonia Pacheco, en Casas Grandes.
Al llegar a la línea divisoria la madrugada del 9 de marzo de 1916, rompen las cercas de alambre y se dividen en dos columnas dirigidas por Francisco Beltrán y Martín López y Pablo López junto con Candelario Cervantes. Una arremete contra el campamento militar y la segunda rodea para entrar al pueblo.
El asalto toma por sorpresa a los soldados del 13º Regimiento de Caballería del Ejército de Estados Unidos, así como a los habitantes del pueblo.
Sólo algunos centinelas y cocineros se encontraban despiertos a esa hora en Fort Furlong, entre ellos el cabo identificado únicamente como Griffith, que reacciona disparando el primer tiro del combate al aire para alertar a sus compañeros, pero pronto una lluvia de balas lo abate para convertirlo en una de las primeras bajas de la invasión.
El grupo de Cervantes avanza al pueblo y llega al hotel Commercial, propiedad del judío Sam Ravel donde son recibidos a tiros por dos norteamericanos que bajaban en esos momentos de sus habitaciones alertados por el bullicio y el ruido de las balas; pero pronto la superioridad numérica se impone y los invasores los asesinan.
En medio del tiroteo, la gente de Cervantes interroga a un par de niños y a unas mujeres que les informan que Ravel se había ido a El Paso a visitar al dentista, lo que le salva la vida al comerciante odiado por Villa.
En el campamento militar los villistas encuentran una resistencia organizada de las tropas estadounidenses que repelen con éxito la agresión.
Uno de ellos, el teniente Lucas, con soldados de la tropa F, llega hasta donde estaban guardadas las ametralladoras para protegerlas de los revolucionarios mexicanos y toma uno de los artefactos para disparar contra los villistas.
Los hombres de Lucas pronto tienen en su poder cuatro ametralladoras y obligan a los atacantes a replegarse. Sin embargo, las tropas de Francisco Beltrán maniobran y van nuevamente a la carga. Ante la superioridad cambian la situación y obligan a los militares estadounidenses a atrincherarse.
En ese contraataque se produce la mayor parte de las bajas villistas y estadounidenses, de acuerdo con Katz en su libro “Pancho Villa”.
En el pueblo el fuego se extiende y más civiles se unen a la defensa de Columbus disparando desde casas, negocios y hoteles.
Casi al amanecer, a las 7:30 de la mañana y al toque de un clarín, los jinetes de Villa comienzan a retirarse llevando consigo un botín consistente en mulas, equipo militar incluyendo 300 máuseres y 80 caballos. También llevan consigo a decenas de heridos.
En la retirada, los jinetes villistas se dispersan para volver a juntarse en algún punto de la frontera en México, donde los esperaba el centauro mexicano.
En su persecución, un grupo de alrededor de 30 soldados estadounidenses en sus caballos intenta alcanzarlos a galope, pero es repelido a balazos por un grupo de villistas que al darse cuenta que los siguen paran y los esperan al estilo mexicano, con las riendas del caballo en la mano izquierda y el rifle en la derecha.
Fuentes consultadas: Pancho Villa, de Friedrich Katz; Armando B. Chávez, en Visión Histórica de la Frontera Norte de México
jdolivas@redaccion.diario.com.mx
Para saber…
• La Fiesta de la Amistad inicia hoy en Columbus con un servicio religioso en memoria de los caídos en el ataque, junto a la antigua estación de ferrocarril de Columbus, ahora Museo Histórico.
• Pláticas, exhibiciones y escenificaciones rememorando los hechos del 9 de marzo de 1916 ocurrirán a lo largo del primer día de festejos.
• Mañana 10 de marzo la comunidad en pleno se reunirá para recibir a la Cabalgata Binacional.