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La búsqueda interminable

Luz del Carmen Sosa/
El Diario de Juárez

2018-03-05

Guadalupe— Con la mirada dirigida a los arenales que rodean el ejido Juárez y Reforma, al oriente de Juárez y sur de El Paso, Texas, la activista Norma Ledezma Ortega permanece de pie frente a la fosa clandestina, donde personal especializado de los Servicios Periciales excava para extraer una segunda osamenta.
Detrás de esos bancos de arena Norma Ledezma observa las parcelas de alfalfa y luego el muro que divide a México de Estados Unidos.
“El país al que corrieron decenas de familias del Valle por culpa de los cárteles de Juárez y Sinaloa, que desaparecieron a decenas de personas en la región del Valle”, dice la abogada.
Esos son los desaparecidos, especialmente mujeres, que Norma busca a través de la organización Justicia para Nuestras Hijas, con sede en la ciudad de Chihuahua.
Su labor fue reconocida este lunes al recibir el premio Hermila Galindo 2018 que le otorgó la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) por su trabajo como defensora de los derechos humanos de las mujeres.
El viernes pasado Norma acompañó al grupo multidisciplinario de la Fiscalía General del Estado (FGE) para la excavación e inhumación de dos osamentas previamente localizadas.
Es frente a la fosa clandestina que Norma suelta un suspiro.
“Hoy (viernes) mi hija Paloma cumple 16 años de desaparecida”, recuerda con pesar la madre que, en ese entonces, laboraba como obrera de una empresa maquiladora en la ciudad de Chihuahua.
El 2 de marzo del 2002 desapareció Paloma Angélica Escobar Ledezma, de 16 años y estudiante de la escuela ECCO.
Para el 29 de marzo del 2002  fue localizado el cadáver de la adolescente.
Paloma fue asesinada.
“Ese día era un sábado como cualquier otro, nos cambiábamos de casa, yo tenía una familia normal un esposo, dos hijos y mi hija salió de casa, recién bañada, con su pelo largo mojado porque se acababa de bañar, tomó su cuaderno y fue a tomar su diplomado de computación que cursaba”, recuerda.
“Todo era normal, yo trabajaba en maquila, el padre de mis hijos era albañil, mi hijo estudiaba secundaria y Paloma trabajaba en maquila y estudiaba”, dice.
A las 8 de la noche no llegó. A las 9 de la noche Paloma no llegaba y salimos a buscarla, en la Procuraduría nos dijeron que teníamos que esperar 72 horas y yo no pude, no me esperé. Esa noche mi vida cambió, recuerda Norma.
“Hoy (viernes) se cumplen 16 años de que sepultaron a una Norma Ledezma esas personas que se la llevaron a mi hija”, sostiene. 
“Cuando enterré el cuerpo de mi hija, enterré a su madre Norma Ledezma. De ese dolor surgió una nueva persona”, dice la activista social que de su trabajo de ocho diarias a cambio del salario mínimo, ahora ocupa todo su tiempo en la búsqueda de personas ausentes y sin paga.
Norma Ledezma Ortega ahora ostenta una maestría, que recién culminó. Su preparación académica la consideró prioritaria para ofrecer una mejor representación legal a las familias de personas desaparecidas.
“Mi lema es trabajar para que todas las palomas regresen a su nido. 16 años después, mi vida está exclusivamente dedicada a buscar a las personas desaparecidas y para mí esa es la mejor manera de honrar su memoria”, dice.
Luego de segundos de reflexión, Norma reconoce que tal vez esa búsqueda frenética es su manera de evadir su realidad
“O tal vez esté evadiendo mi propio dolor, tal vez trabajo para cubrir y proteger otro dolor, porque yo sí sé lo que se siente despertar cada día y ver en tu casa que ese ser amado no está y que tampoco sabes dónde está”, dice con frustración.
Los peritos siguen avanzando en la extracción de los restos óseos y Norma observa atenta la labor casi a punto de concluir en la zona desértica del Valle.
“Buscar. Buscar. Es lo único que puedo hacer, esa noche yo le prometí a Paloma sobre su cajón cerrado, que si bien no la pude defender en vida, no la pude defender de sus captores, de sus victimarios, daría mi propia vida para seguir luchando, para seguir buscando a las y los desaparecidos”, dice con pesadumbre.
El sol está en lo alto y mitiga un poco el frío que se siente en medio del desierto.
Tras concluir la exhumación de dos cuerpos, los peritos cubren la fosa y el grupo de peritos parte del lugar para trasladar los restos al Servicio Médico Forense dejando atrás solo los vestigios de la arena removida.
Ahora los médicos legistas inician otro proceso para determinar la causa de muerte e identidad de la víctima.
Mientras tanto, Norma confía que este mes saldrán a buscar osamentas a otros municipios y pronto regresarán al Valle.
lsosa@redaccion.diario.com.mx 

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