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El día en que murió la Constitución

Juan de Dios Olivas/
El Diario de Juárez

2018-02-04

A empujones, aquel hombre de estatura pequeña, barba de piocha estilo francés, frente abultada y ojos expresivos, fue obligado a bajar del automóvil Protos, de manufactura alemana tras ser trasladado a espaldas de la penitenciaría de Lecumberry, en la Ciudad de México.
¡Bájese usted de una buena vez, carajo!, gritó el mayor de rurales Francisco Cárdenas, quien un día antes había prometido torcerle el cuello a ese enano “que bastantes males ha hecho al país”.
Segundos después dos disparos rompían la quietud y terminaban con la vida de aquel hombre.
Atrás del vehículo, en un automóvil de lujo, Packard, que por años sería el preferido de la clase política mexicana, fue obligada a descender otra persona que fue acribillada sin misericordia de 13 balazos cuando intentó escapar de la muerte y pedir auxilio.
Eran las 10 de la noche del 22 de febrero de 1913, Francisco I. Madero y José María Pino Suárez eran asesinados tras ser obligados a renunciar a la Presidencia y Vicepresidencia de México tres días antes.
La escena es reconstruida por el escritor Ignacio Solares en forma novelada utilizando fuentes históricas, en su libro “Madero, el otro”.
Con estos asesinatos ordenados por el general Victoriano Huerta, la Constitución de 1857 pasó a ser letra muerta.
Al día siguiente se iniciaría en el país la etapa más sangrienta de la Revolución Mexicana que culminaría cuatro años después con la promulgación de la nueva y actual Carta Magna que hoy cumple 101 años.
Los asesinatos de Madero y Pino Suárez pusieron fin al orden constitucionalista pese a los intentos de quien usurparía la Presidencia de México por conservarlo.
Huerta intentó cuidar las formas legales para llegar al poder, obliga al presidente y vicepresidente a renunciar y Pedro Lascuráin Paredes, el secretario de Relaciones asume conforme el Artículo 81 de la Constitución de 1857.
La Cámara de Diputados aceptó las renuncias, en ejercicio de sus facultades que le conferían el Artículo 82 de la Constitución y el Poder Judicial, el ejército y los gobernadores de los estados, excepto uno, reconocieron que el régimen nuevo continuaba sin interrupción el sistema de legalidad.
El nuevo presidente nombra a Huerta secretario de Gobierno y renuncia para permitir que el militar asuma como Ejecutivo de la Nación, señala el investigador Daniel Barceló Rojas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en el compendio denominado “De la Caída de Madero al ascenso de Carranza”, editado con motivo del centenario de la Constitución por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México (INEHRM).
“En efecto, las formalidades constitucionales se habían observado impecablemente. Ni Madero ni Pino Suárez tuvieron la entereza de eludir la complicidad en la traición, negando sus renuncias; ni la Cámara de Diputados, donde había mayoría adicta a Madero, tuvo la gallardía de rehusar su aprobación a las renuncias. Todos colaboraron a colocar el puente por donde el traidor entró a la legalidad. Por eso el gobierno de Huerta no fue de usurpación (en el sentido jurídico)”, refiere.
Sin embargo, Huerta violó el marco constitucional, establece uno de los análisis recopilados por el investigador Daniel Barceló Rojas, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM en el compendio denominado “De la Caída de Madero al ascenso de Carranza”, editado con motivo del centenario de la Decena Trágica y el Centenario de la actual Constitución, por el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones en México (INEHRM).
La aprehensión del presidente y del vicepresidente Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fue ejecutada sin orden emitida por juez competente.
“No se respetó el debido proceso legal. No hubo proceso alguno de suspensión de la inmunidad procesal penal de la que goza el presidente de la República por disposición constitucional, argumentos que se extienden asimismo al vicepresidente”, indica.
Señala que las renuncias de Madero y Pino Suárez enviadas al Congreso de la Unión fueron obtenidas por medios violentos —vicio de voluntad que las invalida de pleno derecho. 
Ambos se encontraban bajo amenaza de muerte, así como de grave peligro sobre la República consistente en una potencial invasión de los Estados Unidos.
En el proceso de ascenso de Huerta, se violó el fuero constitucional de un número de diputados leales al orden constitucional y al presidente Francisco I. Madero, quienes fueron aprehendidos sin orden judicial por órdenes del militar golpista y más grave aún fue que se perpetraron asesinatos selectivos de diputados maderistas como medida adicional de intimidación.
Otra violación fueron las convocatorias a sesión extraordinaria de las cámaras del Congreso de la Unión emitidas por Huerta y no por el presidente de la República, o a petición de las propias cámaras, en clara violación al ordenamiento normativo parlamentario.
Adicionalmente la sesión de la Cámara de Diputados no tuvo quórum legal; se apersonaron diputados suplentes a los que se contó para efecto del quórum y se omitió la convocatoria a elecciones extraordinarias para elegir presidente como ordenaba la Constitución inmediatamente después de verificada la ausencia absoluta del presidente y vicepresidente.
Las violaciones a la Constitución de 1857, fueron advertidas por las legislaturas de Coahuila y Sonora que señalaron que ni Pedro Lascuráin ni Victoriano Huerta asumieron por medios legítimos, por lo que los “desconocen” como tales, y ordenaron a los Ejecutivos de sus respectivos estados emprender la defensa del orden constitucional de la República.
El golpe de Estado fue rechazado de inmediato y generó una mayor convulsión en el país y se inicia una etapa sangrienta que culminaría el 5 de febrero de 1917 cuando se promulgó la nueva y actual Constitución Política de México, pionera en el mundo en incorporar los derechos sociales de los ciudadanos, que fueron postulados por quienes participaron en la primera Revolución del siglo XX.
Quienes la impulsaron, iniciaron la lucha la mañana del 26 de marzo de 1913 encabezados por Venustiano Carranza y su secretario particular, el capitán Alfredo Breceda, quienes redactaron en la Hacienda de Guadalupe en Ramos Arizpe, Coahuila, el llamado Plan de Guadalupe.
Ese mismo día, los jefes principales que lo siguen, firman el documento e inicia la segunda etapa de la lucha armada, la constitucionalista, para exigir la restitución del orden legal. 
A mediados de julio del año siguiente los constitucionalistas logran sacar a Huerta del poder tras la batalla de Zacatecas en la que el general Francisco Villa resulta triunfador.
Sin embargo, pronto habría de desatarse una lucha armada entre villistas y zapatistas contra carrancistas, por diferencias irreconciliables.

La Constitución de 1917
De acuerdo con datos históricos, el Congreso Constituyente de México de 1917 fue el órgano electo para redactar una nueva Constitución. Estuvo en funciones del 1 de diciembre de 1916 al 31 de enero de 1917 y su sede fue el Gran Teatro Iturbide (hoy Teatro de la República) de la ciudad de Santiago de Querétaro.
El 5 de febrero de 1917, promulgaría la nueva Carta Magna al publicarse en el Periódico Oficial de la Federación, en la misma fecha que entró en vigor 60 años atrás, la Carta Magna de 1857 de la que rescata los derechos políticos y garantías individuales.
La nueva legislación establecía el sistema federal, la separación de poderes, la no reelección, un Poder Legislativo en dos Cámaras (Diputados y Senadores), y una Comisión Legislativa Permanente y a diferencia de su antecesora, da gran fuerza al Ejecutivo para aplicar las leyes y ejercer el poder.
Tras su promulgación, el país inició una transición hacia la pacificación y la reconstrucción económica, aunque la Constitución iniciaría un largo camino de adaptaciones a cada época, interés político o social hasta completar en un siglo alrededor de 700 reformas a los 136 artículos y 19 transitorios que se aprobaron en Querétaro.
Solamente 13 de ellos han sobrevivido a 21 presidentes de la República y a 37 Legislaturas.

Fuentes: Ignacio Solares, Madero, el otro; INEHRM, De la Caída de Madero al ascenso de Carranza; Alan Knight, La Revolución Mexicana; http://www.diputados.gob.mx

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