Fernando Aguilar/
El Diario de Juárez
Hace siete años que María Guadalupe se pasa casi cada puesta de sol dentro de cuatro paredes que la llenan de fortaleza de un modo que sólo lo que ese espacio representa es capaz de hacerlo.
Ella es una mujer de 45 años que guarda en su consciencia profundas cicatrices que son producto de la dolorosa historia que le tocó sufrir, pero donde también anida gratas memorias que la mueven a vivir.
Tal espacio no es ni su casa ni su centro de trabajo, sino los muros que moldean la apariencia física de Jaguares Jóvenes de Bien, aquella organización de la sociedad civil que fundó para honrar el recuerdo de su hijo Rodrigo, asesinado un día como hoy pero de hace ocho años.
María Guadalupe Dávila Pérez es una de las madres, padres, hermanos y amigos que perdieron a sus allegados durante la noche del 30 de enero de 2010, cuando un numeroso grupo de hombres armados irrumpió en una fiesta, disparó en contra de los presentes y disolvió de tajo los sueños de 15 estudiantes.
A ocho años de la masacre perpetrada en la casa número 1310 de la calle Villa del Portal, situada en el fraccionamiento Villas de Salvárcar, en el suroriente de la mancha urbana, las víctimas colaterales de estos hechos encuentran ahí paz y consuelo.
“Es aquí a donde vengo todas las tardes a llenarme de energía, a sentir que en cada una de las cosas que hago está presente Rodrigo”, dice María Guadalupe.
La madre de Rodrigo Cadena Dávila, quien fue asesinado unos meses antes de cumplir la mayoría de edad, sonríe cada vez que habla sobre él. Sus ojos se dirigen hacia el cielo. Sus palabras, pausadas, precisas, se perciben llenas de emoción y vida.
Constituida un año después de la muerte del adolescente para honrar su memoria, Jaguares Jóvenes de Bien es un santuario donde hacer labor social es la forma de recordar a Rodrigo, jugador de futbol americano de la preparatoria CBTIS 128, que precisamente tiene como emblema a tal felino.
Entre las actividades que los activistas llevan a cabo en el contexto de la intervención comunitaria están, por ejemplo, pláticas y talleres de prevención sobre adicciones, acoso y violencia en el noviazgo, así como acciones tendientes a la promoción del deporte.
Todo ello tiene el único propósito de prevenir que algo como lo que le pasó a Rodrigo le suceda a cualquier otro niño, niña o adolescente de Ciudad Juárez.
“Era un joven muy entusiasta, lleno de sueños, con ganas de ir a la universidad”, recuerda María Guadalupe. “Estaba a punto de cursar el sexto semestre de la prepa. Tenía muchos sueños. Era muy entusiasta en ese equipo y en otras actividades sociales que los jaguares (los estudiantes del plantel) realizaban”.
Al cumplirse hoy martes el aniversario luctuoso número 8 de él y de los otros 14 hombres y mujeres que perecieron a manos de la violencia, los allegados de todos ellos recibirán esta tarde el memorial que construyó la Comisión Estatal de la Vivienda (Coesvi) del Gobierno del Estado.
La ceremonia protocolaria se llevará a cabo en la misma casa donde sucedió la masacre, la cual, de hecho, es la única promesa que hasta hoy han cumplido las autoridades en torno al caso.
faguilar@redaccion.diario.com.mx