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Preservan y comparten la tradición

Karen Cano/
El Diario de Juárez

2017-12-19

Al estar embarazada de su séptimo hijo, María del Pilar Estupiñán recibió la noticia de que éste no estaba bien de salud y que tendría que abortar.
Ella se negó, y junto con su esposo, Hilario Rodríguez, hizo una promesa a la Virgen de Guadalupe. Meses después dio a luz a un varón completamente sano, hecho que dio inicio a una tradición que ha persistido en su familia por 31 años.
Se trata de uno de los Nacimientos más grandes de la ciudad, que cuenta con más de 350 piezas provenientes de diversas partes del país y que instalan cada año en cumplimiento al juramento que hicieron.
“Podríamos hacerlo solamente para nosotros, pero la intención también es promover la tradición y convivir con nuestros vecinos y la gente que viene a visitarnos cada año”, dijo Hilario, un bombero jubilado.
Mientras que los devotos acostumbran instalar el Nacimiento en su hogar para preservar la fe en sus familias, esta pareja lo hace prácticamente de manera pública.
“Hacemos las posadas, viene gente de todos lados, le dejamos que pasen y respondemos preguntas sobre lo que significa”, contó Hilario.
Señaló que la colocación de las figuras comienza desde octubre, pues sólo él y su esposa se dedican a ello. “Mi esposa acomoda todo, yo sólo hago las tarimas y le ayudo. Por eso nos tardamos tanto”, dijo.
Así se quedará el Nacimiento hasta pasado el 2 de febrero, cuando se celebra el Día de la Candelaria.
“Vemos que los niños cada vez están más inmersos en otras cosas, y a veces ya no vienen a las posadas. Pero nosotros mantenemos la tradición, ahora los vecinos y gente de otras colonias cada año vienen a ver el Nacimiento del Barrio Alto”, expresó.
Se trata de pastores, animales, ángeles, imágenes de María y de José, así como nopales, arbustos que representan el pasaje bíblico del nacimiento del Mesías.
Cada año se agregan figuras nuevas, esta vez una de ellas es la de María embarazada, que por su belleza se ha convertido en una de las favoritas de Hilario.
Durante la entrevista, compartió que este año en especial su esposa y él estuvieron pensando en lo que pasará cuando uno de los dos falte, o cuando ya no les alcancen las fuerzas para colocarlo.
“Mi esposa conoce a otras personas que ponen meganacimientos, y les donaremos las piezas para que continúen con la tradición”, dijo. (Karen Cano / El Diario)

kcano@redaccion.diario.com.mx

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