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Viven juarenses entre rejas

Araly Castañón/
El Diario de Juárez

2017-12-18

Desde hace seis años los vecinos de Las Acequias bloquearon las calles de su fraccionamiento con rejas y pusieron seguridad privada para controlar las entradas, en un intento, dicen, por resguardarse de la criminalidad.
Organizar a 285 vecinos no fue fácil, dice Juan Carlos Rogel, integrante del comité de vecinos, pero el temor de todos al robo de autos y casas con violencia, y los asaltos al salir a caminar los llevó a cooperar para instalar rejas y construir la caseta con guardias.
Esta situación se multiplicó rápidamente por la ciudad. El fenómeno de colonias y fraccionamientos que tradicionalmente estaban abiertos y que fueron cerrados por sus habitantes, se registró desde el 2008. A la fecha 185 colonias y fraccionamientos que no nacieron cerrados se encuentran enrejados… desde hace 10 años viven prácticamente con la vía pública obstruida.
Muchas colonias se volvieron laberintos, como Fuentes del Valle y Villahermosa, señala Claudia Luz Arreola Pérez, coordinadora de la “Red de Vecinos”, agrupación que trabaja en 217 fraccionamientos –abiertos y cerrados– en toda la ciudad.
“Muchas que están así, que no puedes dar vuelta, tienes que estar buscando por donde pasar. Si es una calle de tráfico local no hay problema, el problema es cuando cortas la conexión de las avenidas, ahí sí, porque el libre tránsito no se los puedes negar a nadie”, mencionó.
Lo ideal sería que no hubiera rejas, dice Rogel, del comité de vecinos de Las Acequias, pero “somos una ciudad que está enrejada ¿qué se puede hacer? La autoridad está sobrepasada (para proporcionar seguridad), aunque ellos lo nieguen”.
El cierre de calles trajo seguridad a unos, pero desató inconformidad en otros y provocó pugnas entre ciudadanos.

Obstruir el espacio público
Con el transcurso de los años, a la par del aumento en el cierre de calles o acceso a colonias se desataron los conflictos entre los vecinos… y no han cesado.
En prácticamente un año la actual administración municipal ha levantado 30 denuncias de ciudadanos que tienen que ver con la inconformidad de estas rejas, expone Lilia Ana Méndez Rentería, directora de Desarrollo Urbano.
En algunos de esos conflictos se ha logrado la conciliación. De esas 30, 25 ya están firmadas por todas las partes para organizarse como comunidad y solucionar el problema, cinco todavía están en proceso, asegura la funcionaria
“Cosas que con cultura urbana y tolerancia urbana logramos conciliar y los ciudadanos han sido partícipes”, comenta.
Sin embargo, algunas de esas pugnas además de llegar al Ayuntamiento, se llevaron también a juzgados federales y de lo civil, establecen archivos periodísticos.
La directora de Desarrollo Urbano asegura que por cuestiones de seguridad, actualmente no es tiempo de retirar todas las rejas que se han instalado en calles que antes eran de libre acceso.
Además, indica que esos obstáculos en la vía pública ya son parte de la cotidianidad de los juarenses.
“Cuando dialogas con las personas sobre este tema, la gente antepone su seguridad, todavía no sería un momento y todavía está en la Ley el Derecho, no se ha convertido en un problema urbano, porque como sociedad hemos aprendido a convivir bajo estas reglas”, declara.
Aunque aseguró que esto no es el escenario ideal para la comunidad, es parte de la resiliencia de Juárez.
“Es también aprender a vivir con tus nuevos elementos, y como vivir y convivirlos, pudiste seguir haciendo lo que hacías, aún con esos elementos”, asegura Méndez.

Privatización de colonias
La cuestión de que los juarenses ya se acostumbraron a las rejas en la vía pública no debe considerarse un argumento para mantener así las calles, pues son un bien público, no privado, refuta César Mario Fuentes Flores, investigador del Departamento de Estudios Urbanos y del Medio Ambiente, del Colegio de la Frontera Norte (Colef).
“Si un desarrollo estuvo diseñado desde un principio con calles para el libre tránsito de las personas, debe seguir siendo así. Nada que porque la gente ya se acostumbró, esa es una respuesta muy básica ante una situación de este tipo”, menciona.
Fuentes dice que el Municipio debe hacer valer su autoridad y obligar a que las calles se vuelvan a abrir, a excepción de casos en que los residentes todavía tengan que estar protegidos por alguna situación extraordinaria.
“Creo que se tiene que ir viendo, analizando y se deberían de abrir estos espacios porque es un bien público, y como bien público lo podemos utilizar, porque aquí estamos privatizando el espacio público”, afirma.

Todavía no sienten protección
Aún con esta realidad que desde hace años es parte de la vida de los juarenses; colonias que se han convertido en encrucijadas, los habitantes se niegan a quitar las rejas porque todavía no sienten seguridad, asegura Claudia Luz Arreola Pérez, coordinadora de la “Red de Vecinos.
“Los vecinos no tienen todavía, y yo creo que en ninguna parte de la ciudad, sienten todavía la seguridad como para quitar las rejas, o más bien se sienten más seguros con las rejas”, asegura.
Incluso hay fraccionamientos con acceso controlado donde se presentan robos, por ejemplo que se llevaron la bicicleta o un carro, porque el guardia inhibe la entrada de autos desconocidos, pero no está vigilando los bienes de cada casa, expuso.
“En la Valle del Sol a diario están robando carros, y en las tiendas de conveniencia también”, mencionó.
De enero a octubre, es decir en diez meses, se registró aquí un promedio de dos asaltos diarios en viviendas, establecen datos de la Fiscalía General del Estado zona Norte.
Esas estadísticas hablan solamente de las denuncias interpuestas a la autoridad, que de enero a octubre suman 811 robos en casa habitación, se informó.

La violencia trajo las rejas
El uso de rejas en las calles se extendió a todos los estratos de la sociedad, se volvió un tema de protección, no de clase social, expone Hugo Venzor Crabtree, presidente de la Cámara Nacional de la Industria de Desarrollo y Promoción de Vivienda (Canadevi).
“Los nuevos fraccionamientos de interés social, o medio, medio residencial, residencial se están diseñando desde el inicio de forma cerrada, es decir con casetas, con controles”, agrega.
Dice que estos controles no aumentaron los costos de las viviendas, y es un sistema que ya se quedó porque los ciudadanos se sienten más seguros.
Explica que el número de viviendas por hectárea en un desarrollo no varía mucho con la construcción de accesos controlados, y al final del día el costo del mantenimiento de esa seguridad lo tiene que solventar el comprador.
“Pero de donde nace esta gran idea; de la inseguridad, pero ya se quedó”,  manifesta Hugo Venzor.
La directora de Desarrollo Urbano, Lilia Ana Méndez Rentería, asegura que actualmente la dependencia está en la disponibilidad de seguir otorgando permisos para colocar accesos controlados, únicamente con la condicionante de que los vecinos cumplan todos los requisitos y paguen el costo de trámite.
Dice que en esta administración la dependencia no ha otorgado ningún permiso, sólo ha regularizado dos casos de arterias que estaban cerradas desde hace año, pero los colonos no tenían la anuencia del Municipio.
“Cualquier ciudadano tiene que hacer una solicitud, traer una anuencia vecinal, y se tiene que verificar. Que los dictámenes hablen de viabilidad, si los reúnes, seguramente puedes tener un permiso”, expone.
No obstante, Claudia Luz Arreola Pérez, coordinadora de la “Red de Vecinos”, dice que el Municipio no está otorgando permisos.
“No sé cuántos se hayan negado, pero sí sé que no se ha permitido ninguna instalación más, lo que sí sé es que están regulando los permisos que existían anteriormente, pero ya no están dando nuevos permisos”, explica la activista social.
“Sabemos porque estamos presentes en las reuniones de seguridad y trabajamos de cerca con la Dirección de Desarrollo Urbano y sabemos que ya no se están expidiendo nuevos”, agrega.
Claudia Arreola reconoce que aunque la obstrucción de calles complica la circulación de los ciudadanos en general, su instalación obedeció a la inseguridad y ahora son parte prioritaria de los vecinos.
“En cualquier fraccionamiento que hay alguna queja, que pone en peligro sus rejas, inmediatamente se vuelven a organizar, para defender sus rejas a capa y espada”, declaró.
Los ciudadanos prefieren la seguridad, y afirmó que en efecto, la ciudadanía ya se acostumbró a rodear. “Lo idea es que hubiera seguridad suficiente, que no hubiera necesidad de poner rejas”, anota Arreola.
Sin embargo, el investigador del Colef, César Fuentes, dice que la ciudad debe regresar a como estaba anteriormente, ya que muchas de esas colonias nacieron sin rejas y deben abrirse porque las calles son áreas públicas que todos los ciudadanos deben utilizar.
En su momento se entendió que esas colonias y fraccionamientos se hayan cerrado por la inseguridad tan fuerte que se vivió en el 2010, 2011, que fueron niveles extremos.
“Pero eso no puede quedarse así, sabemos que la situación de seguridad tampoco se ha transformado radicalmente, pero tampoco podemos mantener o dejar que la ciudad se quede así cerrada y que los fraccionamientos que fueron diseñados para ser abiertos, ahora sean cerrados”, externa. (Araly Castañón/El Diario)

Historia de una década
• El bloqueo de accesos inició en 2008
• A la fecha hay 185 fraccionamientos cerrados
• La medida intentó frenar asaltos a transeúntes y el robo con violencia, de autos y casas
• Así, las rejas dejaron de ser clase social para convertirse en medio de protección
• La medida desató conflictos entre vecinos, que no han cesado
• El Municipio ha levantado 30 denuncias de ciudadanos inconformes; 5 casos aún no se resuelven
• Hubo pugnas que llegaron hasta los juzgados civiles
• Aunque no es un escenario ideal, la autoridad lo considera parte de la resiliencia de los juarenses
• Voces que se oponen argumentan que las calles son un bien público y con las rejas las privatizan
• Pero la realidad es que los juarenses se siguen sintiendo en riesgo y se niegan a quitarlas
• Para aprobar un acceso controlado, el Municipio exige que todos los vecinos estén de acuerdo


acastanon@redaccion.diario.com.mx

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