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Extranjeros al grito de guerra

Juan de Dios Olivas/
El Diario de Juárez

2017-11-18

De vestimenta y sombrero elegante, mostacho y barba de piocha estilo francés, frente abultada y ojos expresivos, aquel jinete cruzó el río Bravo por la zona del Valle de Juárez escoltado por un centenar de hombres, la mitad de ellos estadounidenses y uno italiano y a los que más adelante se uniría hasta un sudafricano.
Su baja estatura, complexión y modales, contrastaban con la figura imponente de sus seguidores, hombres altos, con cananas cruzadas al pecho, fusiles, pistolas y sombreros de ala ancha, dispuestos a todo, incluso a morir.
Se trataba de Francisco Ignacio Madero, un hacendado acaudalado, que aquel 14 de febrero de 1911 regresaba a México para encabezar la Revolución Mexicana a la que él mismo había convocado y en la que invirtió su fortuna ante la cerrazón del régimen porfirista para abrir espacios de participación en la vida política nacional.
No regresaba solo, en aquella legión extranjera que se formó, se encontraban personajes como José Garibaldi e incluso se le uniría más adelante el general B. J. Viljoen, veterano de la guerra de los Bóers que se registró en Sudáfrica en contra del imperialismo británico.
El llamado a tomar las armas el 20 de noviembre de 1910 tuvo el mayor eco en el estado de Chihuahua donde motivados por diferentes agravios, se alzaron diferentes facciones comandadas por Abraham González, Pascual Orozco y Francisco Villa que al unificarse lograron derrocar la dictadura de Díaz y desterrarlo del país.
Sin embargo, el exilio del viejo general, lejos estaba de traer la paz y el país caería en una guerra civil que se prolongaría por 10 años y que cobraría la vida del mismo Madero y de una cantidad no cuantificada de miles de mexicanos que cayeron abatidos en los campos de batalla y otros miles por las condiciones de insalubridad que se generaron.

De Italia y Sudáfrica a Ciudad Juárez
De 30 años de edad, Giuseppe Peppino Garibaldi, fue uno de los extranjeros que ingresaron con Madero a México para encabezar la lucha armada. Sin embargo, no se trataba de algún mercenario, sino del mismo nieto de Giuseppe Garibaldi, el libertador de Italia que hizo suyo los postulados de la Revolución Mexicana.
Antes participó en las guerras de los Bóer en 1897, en la primera guerra de los Balcanes, la revolución libertadora de Venezuela y tras participar en la Revolución Mexicana, también estuvo en la Primera Guerra Mundial peleando por su país.
Hijo menor de Ricciotti Garibaldi, nacido en Melbourne, Australia, es entrevistado por periodistas al concluir la Batalla por Ciudad Juárez en mayo de 1911 y en sus declaraciones destaca su admiración por Madero.
—¿Que qué pienso acerca de Madero y de la revolución?
“Madero es un hombre de gran fuerza de carácter, de principios sumamente elevados, y su influencia fue absoluta y decisiva durante todo el proceso revolucionario que ahora en estos instantes, ve usted resolverse”, respondía.
El 11 de mayo de 1911, Garibaldi se batía en la Toma de Ciudad Juárez con los federales en las trincheras que se construyeron cerca del margen del río Bravo y al anochecer del primer día de combates se encontraba junto con sus compañeros posesionado de cuatro manzanas de la ciudad, mientras que Francisco Villa hacía lo propio en el sur de la mancha urbana.
Al día siguiente el fuego de sus hombres hizo blanco en el correo de Ciudad Juárez, mientras que la misión de Guadalupe fue incendiada replegándose el ejército federal a sus cuarteles.
Finalmente el 11 de mayo, el general Juan Navarro, comandante del ejército federal y defensor de la plaza, se rinde y entrega su espada a Garibaldi.
Nacido en Woodhouse, al este de Colonia del Cabo, en Sudáfrica en 1868, el general Viljoen fue otro de los que tomó las armas al lado de Madero.
Tras un largo recorrido de Sudáfrica a Ciudad Juárez, el general Benjamín Viljoen se unió a Madero y en poco tiempo se convirtió en su asistente militar.
A los 18 años emigró junto a su familia a Transvaal y al paso del tiempo fue uno de los principales generales del Ejército Boer durante las llamadas Guerras de los Bóers en contra del imperialismo británico.
Sin embargo, tras las derrotas emigró a Estados Unidos y en Nuevo México donde radicaba, decide unirse a los insurrectos junto con un grupo de veteranos de las guerras de los Bóers.

Camino a la Revolución
Tras declarar Porfirio Díaz al periodista James Creelman que estaba dispuesto a dejar el poder y que México estaba preparado para celebrar elecciones sin que se produjeran revoluciones, asonadas o levantamientos, e incluso que apoyaría la formación de un partido político de oposición, Madero lanzó el libro “La Sucesión Presidencial en 1910. El Partido democrático”.
En ese libro, Madero señalaba que la transformación que necesitaba el país debía restringirse a la lucha democrática por la libertad, la justicia, la participación y la representación, de manera pacífica y mediante la organización de un partido político que levantara las conciencias del pueblo.
Y así como lo planteó, lanzó su candidatura, pero en plena campaña electoral es llevado a la cárcel de San Luis Potosí.
De esa manera, Porfirio Díaz se quitaba del camino al único candidato que amenazaba su poder y obviamente, resultaba ganador en las elecciones para reelegirse nuevamente.
Desde su celda, donde fue recluido junto con Roque Estrada el 21 de junio de 1910, Madero fue testigo en carne propia del fraude electoral y comenzó a redactar el borrador del Plan de San Luis.
La madrugada del 6 de octubre de 1910, Madero, con ayuda de su hermano Gustavo, escapa de la Penitenciaría y se dirige a cruzar la frontera para refugiarse en San Antonio, Texas, donde ya era esperado por su esposa Sara y sus familiares.
Ese mismo día, junto con sus colaboradores Federico Gónzalez Garza, Juan Sánchez Azcona, Enrique Bordes Mangel y Roque Estrada, revisan el borrador del Plan de San Luis y redactan el documento final. En tanto, su hermano Gustavo viaja a Nueva York a comprar armas y conseguir fondos para la lucha armada convocada para las 18:00 horas del 20 de noviembre de ese año.
Desde el hotel Hutchins, en San Antonio, Francisco I. Madero organiza la rebelión, el acopio de armas y pertrechos y prepara la ruta a seguir, llevando como principal objetivo la toma de ciudad Porfirio Díaz.
“Tengo absolutamente resuelto que la Revolución estalle el día 20 de noviembre (domingo) y me parece muy conveniente que usted y don Emilio o por lo menos usted, acompañado con su familia se venga a unir conmigo a territorio americano. En este caso mi proyecto será declarar a usted Vicepresidente Provisional de la República, así como yo me voy a declarar Presidente Provisional con facultades para declarar la guerra, pero con especial obligación de convocar a elecciones generales a los dos meses de terminada ésta”, escribía Madero al doctor Vázquez Gómez.
Madero tenía el ofrecimiento de su tío Catarino Benavides de tener listos 400 hombres que lo esperarían en la frontera, pero el 20 de noviembre al cruzar la frontera de Coahuila, junto con un puñado de sus seguidores, nadie lo esperaba.
Horas después, aparece Benavides, pero sólo con 10 hombres, por lo que ordena retirada y regresa a San Antonio pensando que el plan había fracasado y que el pueblo no había reaccionado como se esperaba.
Sin embargo, Chihuahua comenzó a arder con Pascual Orozco y Francisco Villa. Entonces Madero decidió regresar al país y ponerse a la cabeza del movimiento.
En El Paso, Texas, establece un centro de mando y cruza a México la noche del 13 de febrero de 1911.
En Casas Grandes, lidera el primer combate y aunque es herido y derrotado, es el último en retirarse del campo de batalla.
De ahí, se reúne en la hacienda de Bustillos con Villa y Orozco y parten a Ciudad Juárez, donde el 8 de mayo, mientras se inician las negociaciones con el gobierno de Porfirio Díaz, se inicia sin su autorización el combate que le daría el triunfo y expulsaría al dictador del país.

jdolivas@redaccion.diario.com.mx

(Fuentes: Hacia la Verdad, Gonzalo G. Rivero; Alan Knight, La Revolución Mexicana; Pancho Villa, Fiedrich Katz; Martín González de la Vara en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Francisco R. Almada y Armando B. Chávez en Visión Histórica de la Frontera Norte de México; Luis Aboites, en Breve Historia de Chihuahua; www.inehrm.gob.mx; www.sedena.gob.mx)

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