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Vienen a honrar a sus muertos

Karen Cano/
El Diario de Juárez

2017-10-15

Al mencionar el nombre de lo que por 45 años fue su hogar, los ojos de Sara Salazar viuda de Reyes se iluminaron y colmaron de lágrimas.
“Todo, extraño todo, ahí lo teníamos todo. Guadalupe era un pueblo tranquilo, uno salía y se iba a donde quería y nadie le decía nada, uno podía dormir afuera si le daba calor dentro de su casa. Luego vinieron los días malos”, dijo la mujer de 83 años, que desde hace 6 se encuentra exiliada en Estados Unidos.
El asesinato de 4 de sus hijos, un nieto y una cuñada, así como constantes amenazas y agresiones realizadas en contra de su familia la obligaron a dejar todo.
Sara volvió a Guadalupe, su hogar.
Mientras que dentro de dos semanas miles de personas acudirán libremente a los panteones de la localidad a visitar a sus seres amados, ella y dos de sus hijas tuvieron que ser escoltadas ayer por una caravana de activistas sociales y periodistas. El temor y peligro persiste.
“Sólo quiero dejarles unas flores a mis hijos, pero no espero nada más”, dijo la mujer.
La familia estuvo esta vez apoyada por la Asamblea Popular Regional Paso del Norte y la Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares Detenidos, organismos civiles que han mantenido contacto con los más de 30 Reyes Salazar que huyeron de la localidad a Estados Unidos.
La concentración se realizó la mañana de ayer en la Plaza del Monumento a Benito Juárez, de donde partieron hacia el panteón de Guadalupe.
Activistas de esta familia habían luchado en años pasados contra el tiradero tóxico de Sierra Blanca, contra los feminicidios, y otras problemáticas.

Estela de muerte
El 16 de noviembre de 2008, asesinaron al primero: Julio César Reyes Salazar, dentro de un bar. Él era nieto de Sara e hijo de su hija Josefina Reyes Salazar, quien fue asesinada después, en enero de 2010.
Ella era una reconocida activista en la localidad, sus últimas labores se centraron en atender denuncias hacia el Ejército por violaciones a los derechos humanos.
Era parte del Frente Nacional Contra la Represión (FNCR), había participado en el Foro Contra la Violencia y la Militarización y fundado el Centro de Derechos Humanos Pro Valle.
En agosto del mismo año fue asesinado su hermano Rubén Reyes Salazar, otro activista, exregidor por el Partido de la Revolución Democrática en el Valle.
En febrero de 2011 un comando interceptó la camioneta en la que viajaban Elías Reyes, Magdalena Reyes, María Luisa Ornelas (esposa de Elías), Sara Salazar y una nieta de 11 años. Con lujo de violencia secuestraron a los tres primeros.
La familia inició un plantón y huelga de hambre en los patios de la Fiscalía General del Estado, en Ciudad Juárez, para exigir que los regresaran con vida. Como parte de su manifestación decidieron viajar al Distrito Federal para presionar al gobierno con otro plantón en el Senado.
En ese transcurso fueron incendiadas la casa de Sara, Josefina y otro familiar, asimismo la panadería de la familia en Guadalupe.
Ese era un negocio con más de 50 años de antigüedad, con el que se sostenían.
Un par de semanas después del secuestro, los cadáveres de Elías, Magdalena y María Luisa fueron encontrados en la carretera Juárez Porvenir, supuestamente con cartulinas en donde se leían amenazas hacia la familia.
Entonces todos terminaron por irse de Guadalupe.
“Lo más difícil fue exiliarnos y dejar nuestro México atrás. Nosotros siempre hemos sido una familia muy unida; ahora vivimos en distintas ciudades”, dijo Marisela Reyes Salazar, una de los cuatro hijos que le sobreviven a Sara y que ayer vino junto con ella a visitar a sus hermanos muertos.
“Siento mucha impotencia. Me hubiera gustado haber hecho más cosas, haber evitado lo que pasó”, dijo la mujer.
Ambas dijeron que la violencia comenzó con la llegada de los militares al Valle de Juárez, durante la Operación Conjunta Chihuahua.
Es por eso que culpan de todo al Gobierno.
“El Gobierno piensa que asesinándonos, haciéndonos que nos vayamos, nos vamos a quedar callados, pero no. Quizá no como antes, pero seguimos luchando. Yo aún tengo la esperanza de volver a mis tierras”, dijo Marisela Reyes Salazar, sin poder contener las lágrimas.
Después, subieron a una unidad de transporte público prestada, junto con todo el contingente de alrededor de 50 personas. Escoltados además por algunos vehículos particulares, partieron antes de las 11 de la mañana hacia el panteón, llevando consigo cruces de madera que colocaron sobre los sepulcros de sus hermanos, en donde también dejaron flores negras.

kcano@redaccion.diario.com.mx

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