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Juárez, un desierto azotado por catástrofes climáticas

Javier Olmos/
El Diario de Juárez

2017-09-23

Entre los sismos y huracanes que han castigado varias zonas del centro y sur del país, Ciudad Juárez enfrenta sus propios riesgos originados por el clima de la región.
Los fronterizos deben sortear calamidades por las intensas lluvias y las inundaciones que éstas generan, además de vientos huracanados, temperaturas congelantes y calor extremo.
“El riesgo más latente que pudiera tener Juárez en un momento dado es su propio clima”, expresó el director de Protección Civil, Efrén Matamoros Barraza.
Los Atlas de Riesgos Naturales y Riesgos Antropogénicos que tiene la ciudad establecen un catálogo de inclemencias que deben ser prevenidas a fin de evitar fatalidades.
Entre las contingencias a sortear se encuentran la vulnerabilidad sísmica de la región, fallas y fracturas de terreno, deslizamientos y derrumbes, ondas cálidas y gélidas, vientos, sequías y tormentas eléctricas, de granizo y de nieve.
Todos esos fenómenos han tenido presencia en la frontera e incluso han cobrado vidas humanas, según el seguimiento periodístico.
Matamoros recordó que en 2006 las lluvias ocasionaron inundaciones en varias colonias, reventaron presas y diques y el río Bravo estuvo a nada de reclamar su terreno. La tromba de esa temporada dejó por lo menos tres muertos y tres personas desaparecidas.
Ese mismo año se registró una “ráfaga de impacto” –una fuerte corriente de viento instantánea– que causó daños considerables al estadio 20 de Noviembre.
“Una estructura en la parte posterior del inmueble se vino abajo y afortunadamente no cayó sobre unos niños que entrenaban esa tarde en la cancha”, dijo el funcionario municipal.
Mencionó que el aire alcanzó una velocidad de hasta 200 kilómetros. “Se oyó como si por aquí viniera el tren y afortunadamente no hubo lesionados”, refirió. Ese mismo fenómeno ha sido capaz de derribar aviones en otras ciudades del mundo cuando van despegando.
El Atlas de Riesgos Naturales, elaborado por el Instituto Municipal de Investigación y Planeación (IMIP), señala que el principal riesgo geomorfológico y geológico que tiene la ciudad es la Sierra de Juárez.
En sus estribaciones se localizan 58 colonias en las que las condiciones naturales conforman un escenario de riesgo geológico, dada la conjunción de elementos peligrosos y vulnerabilidad ante las pendientes que presentan.
El documento dice que gran parte de las casas que se construyeron en esas colonias fueron por asentamientos irregulares con autoconstrucción de vivienda.
Entre ellas está Puerto Anapra, Lomas de Poleo, Rancho Anapra, La Conquista, Ampliación Felipe Ángeles, Ampliación Ladrillera, Felipe Ángeles, La Mesita, Francisco Villa, Insurgentes, Francisco I. Madero, Luis Echeverría, Guadalajara y Álvaro Obregón.
Todas se encuentran en riesgo inminente cada vez que llueve fuerte en esa parte de la ciudad, no sólo por las inundaciones sino también por el posible desgajamiento de los cerros, refiere el documento.
Las bajas temperaturas que se presentan durante el invierno también producen efectos negativos. El clima durante diciembre, enero y febrero suele ser crudo. En Juárez se presentan descensos de temperatura por debajo del punto de congelación, dice el estudio elaborado por el IMIP.
Las principales consecuencias, refiere el Atlas, son enfermedades respiratorias y decesos entre la población indigente, principalmente.
“Derivado de las bajas temperaturas es común que se tengan muertes por intoxicación de monóxido de carbono e incendios, producto de fallas de aparatos calefactores y otros dispositivos similares”, menciona.
Y señala que la población más vulnerable a este fenómeno es la de escasos recursos, al no contar con una vivienda y vestimenta adecuadas para soportar los descensos de la temperatura.
En febrero de 2011, Juárez enfrentó la peor tormenta invernal en los últimos 50 años al registrar temperaturas que llegaron a -22 grados centígrados.
Hubo crisis en los hogares en los que reventaron tuberías de agua, se averiaron cientos de automóviles y se suspendieron labores en gran parte del sector productivo.
El director de Protección Civil insistió en que para hacer frente a las contingencias ambientales es urgente contar con la infraestructura necesaria.
En el caso de las lluvias, se requiere un sistema de drenaje pluvial para evitar inundaciones, que terminan por causar daños a un sinnúmero de inmuebles.
Pero de ahí se deriva otro problema, como el de los colectores en mal estado que terminan hundiendo el pavimento.
“No tenemos drenaje pluvial y todo entra a los colectores que no están hechos para recibir esas grandes presiones de agua, trabajan para un nivel y están calculados para lo que la ciudad desecha, no para un drenaje pluvial”, expuso Matamoros.
Y luego vienen hundimientos y los socavones, agregó.
De acuerdo con la Junta Municipal de Agua y Saneamiento (JMAS), en lo que va del año la red de colectores de la ciudad sufrió 311 colapsos, la mayor parte tras servir como drenaje pluvial.
El año pasado la cifra de hundimientos fue de 420, pero en el 2017 la descentralizada considera que fácilmente podría rebasarse esa cifra.
Al catálogo de desastres naturales susceptibles se agregó en 2011 una creciente actividad sísmica que se presenta en la región desde el año 2009, cuando un terremoto de magnitud 3.6 en Guadalupe, Distrito Bravos –a 56 kilómetros de Juárez– causó severos daños a propiedades de adobe y concreto.
“Es importante entender que sí es una zona que tenemos riesgo sísmico, menor que el Distrito Federal y que Chiapas, sí, pero no quiere decir que no haya”, afirmó el investigador de la UACJ Óscar Dena. (Javier Olmos / El Diario)

jolmos@redaccion.diario.com.mx

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