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Crece desesperanza en colonia Andrés Figueroa

Sandra Rodríguez/
El Diario de Juárez

2017-09-23

La desesperanza ante lo incontenible de la violencia imperaba ayer en una vivienda de la calle Presos Políticos, en la colonia Andrés Figueroa, mientras familiares de Diego Alejandro Delgado Bejarano, de 19 años, esperaban sus restos para velarlo.
Delgado fue asesinado la tarde del pasado viernes 22 en el interior de la escuela primaria Ernesto Guevara, a donde corrió para refugiarse de sus asesinos, al parecer cuatro hombres que lo encontraron en una casa de la calle Sierra Buenavista, una cuadra al norte.
“¿Y a dónde más se iba?”, cuestionó una tía de la víctima. “Yo creo que no pensaba nada más, que no sabía ni a dónde corría”, agregó.
Los vecinos dicen sentir un recrudecimiento de la violencia en esa colonia, ubicada en el inicio de la parte sur de esta frontera.
Antes que Diego Alejandro, otro joven, de nombre Pedro Rodríguez y también de 19 años, fue asesinado a unas cuadras de la escuela primaria. Y, el 25 de agosto, un cadáver fue abandonado envuelto en una cobija.
“A ella también le mataron un hijo el año pasado”, dijo la abuela de Diego Alejandro, en referencia a otra vecina que la acompañaba. “Llegaron hasta la puerta de su casa y le dispararon”, agregó.
La normalidad en la colonia se mezclaba ayer con la zozobra. La reja de la escuela donde ocurrió el crimen sirvió ayer durante horas como tendedero de ropa usada que atiborraron a lo largo de algunas cuadras aledañas, en la intersección de Sierra Madre del Sur y Lucio Cabañas.
El tema entre varios era el asesinato de Diego Alejandro, a quien conocían como “Pulguita”, el susto de varios vecinos que acudieron en cuanto escucharon las cuatro detonaciones y la forma en la que gemía la víctima una vez que fue derribado, sin que alguien le prestara ayuda.
“Si lo hubieran atendido a tiempo, tal vez se hubiera salvado”, dijo una vecina.
Ningún entrevistado accedió a dar su nombre. El regreso de un nuevo ataque a balazos se considera inminente y fue mencionado por varios como motivo para reservar sus identidades.
“Tengo miedo, porque me voy a trabajar y aquí se queda mi familia, mi esposa y mis tres hijos”, comentó un residente de la calle Lolita Lebrón, donde vivía la víctima junto a su madre y sus tres hermanos.
De acuerdo con las versiones recabadas por El Diario el día del crimen, poco antes de las cuatro de la tarde, Delgado entró corriendo al patio de la escuela, donde estaba a punto de iniciar el receso del turno vespertino.
Ante las detonaciones, los maestros pidieron a los niños que se apostaran contra el suelo. Varios, comentaron ayer los menores, empezaron a llorar temiendo que el ataque fuera en contra de ellos.
Una versión indica que Diego Alejandro, que concluyó sólo la primaria y no tenía trabajo, fue confundido por los agresores con uno de sus amigos, de 25 o 26 años, que enfrenta una amenaza de muerte relacionada probablemente con la venta de drogas y en cuya casa se encontraban hasta que llegaron los sujetos armados.
La víctima fue la única que emprendió la huida, por lo que sus amigos consideran que Diego Alejandro fue también el único al que persiguieron. Fue descrito por sus vecinos como un joven amistoso y que “no se metía con nadie”.
Cuatro veladoras al pie de un poste de madera y una fotografía de él junto a sus amigos fueron colocadas a manera de recuerdo sobre la esquina de Lolita Lebrón y Boricuas, donde se reunían los fines de semana.
“Son demasiados jóvenes los que se están llevando, –dijo un familiar de Delgado– vidas creciendo en medio de pura violencia; no tienen cuál camino escoger”.

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