Fernando Aguilar/
El Diario de Juárez
Seis de cada 10 mordeduras de arañas riesgosas para los humanos ocurren entre septiembre y octubre dentro de los hogares, alertaron especialistas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Ciudad Juárez.
Roberto Quiroz Sáenz, experto en Salud Pública de la institución, explicó que las unidades del IMSS en la localidad atienden entre 450 y 500 casos por año, de los cuales más de la mitad suceden en la transición de verano a otoño.
A unos días de la llegada oficial de esta última estación, advirtió, arañas como la viuda negra –conocida en el medio científico como latrodectus mactans– y la violinista –loxosceles laeta– comienzan a querer ingresar a las casas atraídas por el calor en búsqueda de refugios menos inhóspitos.
Por esa razón, estas alimañas ponzoñozas buscan posicionarse en lugares sombríos como rincones, macetas, closets, el espacio que hay entre el depósito de la taza del baño y la pared, dentro de zapatos y en cualquier sitio donde no sean molestadas.
De acuerdo con el epidemiólogo, adscrito al Hospital 6, la mejor forma de prevenir sus mordeduras es barrer los patios, pasillos y jardines para disminuir su proliferación y así impedir que se metan a los domicilios.
arácnidos que prevalecen en la región se encuentran la viuda negra y la violinista, cuyo ataque en ciertas personas puede resultar grave.
Ambas pueden provocar afecciones del sistema nervioso central y destruir glóbulos rojos, dijo Quiroz Sáenz.
Explicó que la viuda negra provoca manifestaciones casi inmediatas como dolor abdominal, de tórax, sensación de ardor en la mordedura, sudoración y calambres, todo ello debido al efecto neurotóxico de su ponzoña.
Los efectos de esta mordedura pueden contrarrestarse con un antídoto que, al atenuar la toxicidad, contribuye a evitar complicaciones que pueden derivar en la muerte, sobre todo en niños y personas con enfermedades crónico-degenerativas o sistemas inmunológicos comprometidos.
La agresión de las arañas violinistas no puede ser paliada con antídoto, pero el tratamiento consiste en administrar medicamentos que inhiben la reacción adversa del veneno.
Este último tipo de mordedura produce una lesión ulcerosa necrótica que va creciendo conforme el veneno va haciendo efecto, lo que a la postre se convierte en un cuadro clínico de mayor agresividad que invade el torrente sanguíneo y se disemina, lo que puede originar fallas en órganos vitales, dijo Quiroz Sáenz.