Fernando Aguilar/
El Diario
“¡El diablo andaba suelto!”, dice Paula Graciela Jiménez cuando recuerda cómo el sábado, la corriente que formó la intensa lluvia arrastró sin piedad su ropa, sus zapatos y sus muebles hacia la calle.
Dos días después de la tormenta que azotó con fuerza el sur de la ciudad, la mujer hace un recuento de las afectaciones y concluye que no hay nada por hacer más que volver a empezar.
“El agua se llevó un refrigerador, una estufa. Todo andaba nadando. En un abrir y cerrar de ojos se fue todo. Todo se me echó a perder. No tuvimos tiempo de nada porque todo eso fue pronto”, comenta resignada a unos metros de una techumbre que colapsó en la colonia Barrio Azul.
Testimonios similares al de ella abundan en los asentamientos afectados, donde ahora hay decenas de familias desoladas intentando desesperadamente reconstruir su patrimonio y tratando de llamar la atención de las autoridades, hacia las que se muestran irritadas.
En ese caso particular, la corriente empeoró un socavón en la calle Ramón Corona, situado a pocos metros del bulevar Independencia, justo frente a la vivienda de un hombre en la que se formó un agujero que le impidió salir por el frente.
A estos vecinos se les llenó el suelo de lodo, los muebles se les echaron a perder, las estructuras de sus viviendas sufrieron importantes daños y la tierra que hacía funciones de banqueta se fue hacia el socavón.
De acuerdo con ellos, no tuvieron más remedio que empezar a limpiar desde las 11 de la noche del sábado, una tarea que, a dos días, aún no han podido concluir.
Como ellos, habitantes de la calle Toronja Roja que atraviesa la colonia Universidad, donde la vía es en realidad un arroyo, se sienten desesperados porque, afirman, el paso del agua empeoró este cauce natural hasta el punto de que dejó al descubierto la red de drenaje que pasa por debajo.
Catalina Saldaña Originales, moradora de la vivienda situada en el número 7130 de esa calle, señaló que se ha comunicado con varias dependencias del Municipio para que resuelvan el inconveniente, pero, aseguró, hasta ahora no ha conseguido su objetivo.
Como ella, Emma Hernández, otra colona de la misma calle, lamenta que la fuerza del arroyo provocó grandes inundaciones en su casa.