Fernando Aguilar/
El Diario
Entre la conmoción que el caso generó en la colonia Puerto Anapra, Pamela y Miriam Michelle, las niñas que murieron atropelladas por un conductor ebrio, recibieron ayer el último adiós.
Con una ceremonia religiosa oficiada en la casa, familiares, amigos, vecinos y compañeros de las menores se despidieron de ellas entre profundo llanto y la exigencia de justicia.
Danzas de agrupaciones de matachines, de los que bailan para la Virgen de Guadalupe, ofrendaron su danza esta vez en honor de las menores.
Gran parte de los asistentes vestían camisetas con leyendas como “In memory of princesses” y los rostros de las dos.
El encuentro inició poco antes de las 10 de la mañana y la misa, unos minutos antes de las 12 del mediodía.
A esa hora, la gente despejaba el patio donde permanecían las carpas que protegían de los rayos solares; los niños corrían entre las sillas e incluso algunos perros lugareños se sumaban a la ocasión.
Afuera, en la estrecha e irregular calle de tierra, junto a vecinos que sudaban bajo el intenso calor, hombres del servicio funerario vestidos de traje aguardaban instrucciones para subir los féretros a las camionetas que los trasladarían hasta el panteón situado en el área conocida como La Montada.
Entretanto, el párroco de Corpus Christi oraba por el eterno descanso de Pamela y Miriam Michelle mientras más de una lágrima se escapaba de los rostros cansados, desconsolados, que habían coincidido en el humilde patio.
Una adolescente lloraba afligida a pesar de que una mujer la sostenía entre sus brazos. El dolor se le notaba. Sentada mientras presenciaba la realidad, ella pausaba el llanto en breves momentos pero después lo retomaba con más fuerza y obligaba a su compañera a sujetarla.
Una profesora de la escuela primaria donde las niñas estudiaban intentaba explicarle a una pequeña que ellas ya no estarían más en el salón de clases.
La concurrencia al funeral fue mayor que el viernes, día en que arribaron los cuerpos al domicilio ubicado en la calle Pescadillas, cuyo patio frontal se abarrotó en pocos minutos desde las 10 de la mañana.
La gran cantidad de personas reunidas llevó a las autoridades a disponer de un equipo de paramédicos que estacionaron una ambulancia a una cuadra de la casa y de una patrulla de la Policía Municipal que vigilaba los últimos minutos del velorio.
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