Fernando Aguilar/
El Diario
Autoridades y organizaciones de la sociedad civil activaron una alerta luego de conocerse en redes sociales el denominado reto “La Ballena Azul”, un juego que circula en Facebook de forma “viral” y que invita a quienes lo siguen a realizar una serie de pasos que culminan en suicidio.
Catalina Castillo Castañeda, directora de la Organización Popular Independiente (OPI), consideró que aunque sea virtual, se trata de un asunto que no es de importancia menor.
Martha Beatriz Córdova Bernal, directora de Educación y Cultura del Municipio, urgió a los padres de familia a prestar atención a lo que sus hijos hacen en las redes sociales.
El reto “La Ballena Azul” consiste en un invitación a realizar una serie de pruebas durante cincuenta días hasta culminar en suicidio.
Entre lo que pide a quienes lo aceptan se encuentran, por ejemplo, levantarse por la madrugada para ver videos de terror y lacerarse el cuerpo.
Aunque no se han confirmado suicidios motivados por esta actividad, medios nacionales han documentado casos en los que autoridades reconocen la potencial influencia que ha tenido en intentos infructuosos.
Para Juana María Rosino de Orozco, directora ejecutiva de la organización Educación en Valores, lo anterior es una muestra de la necesidad de reglamentar el uso de las redes sociales entre menores.
Desde su punto de vista, la situación es una oportunidad para “rescatar” ciertos valores como la vida y la dignidad humana.
“Se habla de que el padre no puede estar al tanto de lo que tienen sus hijos en sus celulares por el derecho a la privacidad, pero el padre tiene la obligación ineludible de saber qué está haciendo su hijo y lo tiene que hacer hasta que su hijo sea mayor de edad”, consideró.
En la opinión de Castillo Castañeda, el hecho de que estos retos tengan aceptación entre los adolescentes se debe a que existen pocos o nulos espacios donde ellos puedan interrelacionarse con sus similares y que el uso del tiempo libre sea positivo.
La socióloga consideró que un factor que agrava este escenario es que muchos padres no tienen otra opción más que trabajar largas jornadas para mitigar las carencias a las que se enfrentan en el hogar, lo que deja vulnerables a los niños y adolescentes.
“Hay un gran vacío en esta etapa de los niños y los adolescentes”, dijo. “No hay adultos que los vayan orientando en ese sentido”.
Este reto se presenta en un momento en que, a diferencia de trastornos mentales que han variado ligeramente –como la depresión–, el número de suicidas potenciales en la ciudad se disparó en los últimos cuatro años.
De 42 casos contabilizados en 2013, esa cifra ascendió a 80 en 2014 y a 103 en 2015; luego, el año pasado, llegó a los 318, indican reportes de morbilidad de la Secretaría de Salud. (Fernando Aguilar/El Diario)
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