Fernando Aguilar/
El Diario
A casi dos meses de la muerte de su hermana Milagros, Naomi Méndez Vargas falleció ayer como consecuencia de las complicaciones que le trajo la epidermólisis bullosa que sufría desde el nacimiento.
El caso de las hermanas cobró relevancia mediática porque ambas se enfrentaban a la ‘piel de mariposa’ y sus familiares, al no contar con los suficientes recursos, lo difundieron públicamente con la esperanza de mejorar la vida de las niñas que tenían 14 y 9 años.
Apenas unas horas antes del deceso, a Juan José, el padre de ambas, se le notaba desesperado. Su voz sonaba inquieta. Se había comunicado para decir que su pequeña Naomi se ponía cada vez peor.
“Ahorita, en cuanto acabé de hablar, la máquina comenzó a bajar (el pulso). Luego entró la pediatra y nos sacó. Después nos dio la mala noticia”, explicó después.
Desde hacía dos semanas, la niña estaba en el Hospital General de Zona (HGZ) 35 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), donde tanto él como otros familiares pernoctaban a la espera de recibir las buenas noticias que nunca llegaron.
Ahí la pasaban día y noche e incluso, decían entonces, se sentían parte del equipo de personas que trabajan en esa clínica.
Unas horas antes de la muerte de la niña de 9 años, el padre afirmaba sentirse abatido y exhausto, lo que se notaba en el tono en que pronunciaba las palabras. No conseguía los donadores de sangre que Naomi necesitaba porque, por una u otra razón, las personas que acudían interesadas en cooperar eran descalificadas.
“Si tan sólo la vieran”, repetía Juan José, que depositó sus últimas esperanzas en la comunidad que, considera, siempre le mostró una gran generosidad.
Por ahora, para hacer frente a los gastos funerarios, el hombre, desempleado, vuelve a apelar a la empatía de la gente y pide desesperadamente ayuda.
Si alguna persona desea ayudar a la familia de Juan José en los gastos relativos al funeral puede comunicarse con él al teléfono celular (656) 570-1633.
En una ocasión, la abuela de las niñas había dicho que la historia de las dos siempre estuvo marcada por el dolor con el que debieron aprender a convivir, pues ampollas y heridas laceraban a diario las pieles de ambas. “Agradezco a toda la comunidad que siempre fue generosa con nosotros”, dijo Juan José ayer tras dar a conocer la muerte de su segunda hija a causa de la misma enfermedad. (Fernando Aguilar / El Diario)
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