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Acceso a libros, escaso y restringido

Karen Cano/
El Diario

2017-04-22

En Ciudad Juárez existe un acervo de 122 mil 150 libros que se encuentran distribuidos en bibliotecas públicas municipales, tres “Paralibros” y dos proyectos ciudadanos de préstamo e intercambio.
Considerando ese dato y el número de habitantes en la localidad, de un millón 391 mil 180 personas –de acuerdo con el último censo del Inegi–, se estima que apenas hay un ejemplar por cada 11 habitantes.
La situación se presenta en medio de la burocracia que existe para poder acceder a una obra literaria y la falta de información sobre los programas de fomento a la lectura que se impulsan en la ciudad.
Para este conteo se consideraron exclusivamente los libros de acceso libre y que las personas pueden pedir para llevar a sus casas.
No se incluyó el acervo más grande la ciudad albergado por la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) – en donde según datos periodísticos se tienen guardados más de 380 mil títulos–  debido a que el público en general solo tiene acceso a los ejemplares para su consulta en el lugar.
Contrario a la creencia popular de que hay pocos leyentes, ahora más que nunca las personas leen más, pero en plataformas distintas a un libro, lo cual se ha impulsado por iniciativas al rescate de lectores, como La Biblioteca Independiente Majuana, y su hermana la Biblioteca Comunitaria Hoja de Ruta.
Igual funcionan al menos un par de alternativas más que han constituido una red de libreros públicos que han aprovechado espacios físicos de esparcimiento ya establecidos.
Estos son el proyecto de reciente creación “Léelo y regrésalo” y “La Bibliocleta”, que ofrecen no sólo la disposición de un acervo, sino la posibilidad de un intercambio.
Esta dinámica es similar a los llamados “Paralibros”, que son estaciones de lectura ubicadas en tres lugares públicos y que se coordinan por autoridades municipales.
Todo esto se da a conocer en el marco del Día Internacional del Libro, que se conmemora hoy alrededor del mundo.

Cambian hábitos
Para Antonio Rubio Reyes, quien cursa la maestría en Estudios Literarios, contrario a lo que la percepción popular señala, las personas sí leen, y mucho.
“Decir que no leemos es completamente falso, porque en nuestra vida tecnológica social leemos todo el tiempo”, dijo.
Es decir, que para el estudiante los propios estados de Facebook o de otras redes sociales, así como las noticias y artículos que se distribuyen de manera cotidiana en Internet, representan parte del ejercicio de la lectura.
“Incluso de Internet han surgido best sellers”, afirmó.
El interés de las personas hacia las letras puede ser respaldado por los datos rendidos por las autoridades municipales, quienes señalaron que tan sólo en sus bibliotecas, durante el 2016 fueron atendidos 257 mil 929 usuarios.
Es decir, que si dividimos esta cifra entre las 30 bibliotecas municipales activas y los días del año, cada una recibió en promedio 23 visitantes diarios.
Aunque este dato es meramente ilustrativo, pues en él se consideran las visitas guiadas realizadas por escuelas y los participantes de las diferentes actividades que se realizan al interior de dichos recintos y que no están relacionadas de manera directa con la acción de leer.
Además, también fueron expedidas 2 mil 612 nuevas credenciales para préstamos a domicilio, de los que se registraron 16 mil 336. Adicional a ello fueron consultados unos 370 mil libros dentro de las bibliotecas.
Antonio lamentó la poca disposición de obras de escritores locales, ya no sólo dentro de las librerías, sino también dentro de las bibliotecas.
“Una solución específicamente para eso sería tener un archivo PDF, sin embargo sigue teniendo limitaciones porque no toda la gente tiene acceso a Internet”, comentó.
En ese contexto considera que los libros en esta ciudad prácticamente se encuentran secuestrados.
Datos periodísticos revelan que el acervo bibliográfico de la UACJ contiene más de 380 mil obras, sin embargo, no todas están en disposición de los estudiantes, y aún en menor medida a las personas externas a la institución.
“Es un trámite muy largo el querer acceder a ellos”, dijo Antonio.
Lo mismo en bibliotecas de la localidad, que para él no se encuentran en zonas céntricas, sino que están orientadas específicamente a colonias y áreas.
“Algunas están prácticamente vacías, ni siquiera parecen bibliotecas”, expresó.
Según la Encuesta Nacional de Lectura 2016, realizada por la Secretaría de Cultura, durante ese año cada mexicano leyó en promedio al menos cinco libros.

Bibliotecas Comunitarias
Al rescate de los lectores han surgido iniciativas ciudadanas, originadas como una respuesta a su propia búsqueda.
En el caso de la Biblioteca Independiente Majuana, que cuenta con un acervo de 3 mil libros, no surgió como parte de una estrategia para fomentar la lectura en los niños, sino que fueron éstos los que se apropiaron del espacio.
La biblioteca opera desde el 22 de agosto de 2010 e inició como un proyecto en el que los niños se fueron inmiscuyendo al grado de que sostiene con el mínimo recurso humano.
La mayoría de sus libros son para consumo infantil, siendo esta clase de obras las de más alto costo.
“Ha sido un proceso muy exitoso porque a lo largo de estos siete años los niños se han hecho parte del proyecto, se han perdido menos de 10 libros, porque ellos los cuidan como si cuidan sus juguetes, se nota que tienen un interés en ellos”, dijo Ana Laura Ramírez Vázquez, una de las coordinadoras del proyecto.
A la semana reciben al menos la visita de al menos una veintena de niños de la localidad, quienes van por iniciativa propia a buscar entretenerse y aprender.
“La lectura va más allá de formal lectores, es desarrollo neuronal, los dos hemisferios del cerebro funcionan al mismo tiempo, el niño constituye una red neuronal sin darse cuenta. Pero si intentas hacer eso con un adolescente o un adulto, les vas a causar un dolor de cabeza, cansancio e irritación ocular”, comentó Edgar Rincón, poeta y promotor de la localidad.
Es por eso que para él, y para muchos otros, la infancia es la etapa óptima para fomentar el hábito.
Él es coordinador de la Biblioteca Hoja de Ruta, cuya creación la debe a la inspiración en la Majuana, y el nombre a otro proyecto realizado por él mismo, que consiste en editar compilaciones pequeñas de literatura universal, imprimirlas en panfletos y distribuirlas de manera gratuita en el transporte público, al mismo tiempo de que se invita a los pasajeros a seguir una lectura en voz alta.
“Leer nos hace más inteligentes, porque nos hace más capaces y veloces para procesar la información”, agregó.
Lo importante, coincidieron, es que hay diferentes maneras de llegar con la lectura a las personas, por lo que cualquier esfuerzo es loable y en todos se aprecia un interés genuino por la actividad.
“La gente sí tiene mucho aprecio por el libro y la lectura, creo que se podrían hacer más esfuerzos para circular los materiales y contenidos, por ejemplo, con los niños funcionan los cuentacuentos”, dijo Armando Molina, escritor y coordinador de la biblioteca Rómulo y Numa, que se encuentra al interior del Parque Central y depende de Gobierno del Estado.
Mencionó que en un mes puede registrarse la visita de hasta unas 4 mil personas, de las cuales, en su mayoría son niños, adolescentes y adultos mayores que acuden en familia al parque.

Otros esfuerzos
Y aunque no son bibliotecas como tal, existen otros proyectos que han venido a sacudir la dinámica del lector en búsqueda de obras.
“Cada espacio tiene una intención, conozco personas dentro de las bibliotecas públicas que se entregan haciendo su trabajo (…) pero también hay muchos espacios, tenemos una amplia gama de personas y de colectivos que están trabajando para fomentar la lectura”, señaló Ana Laura, de Majuana.
Tal es el caso de la “Bibliocleta” que surgió como una bicicleta cargada con un cajón con apenas una decena de libros que se apostaba en diversas partes de la ciudad y se anuncia a través de las redes sociales para quien quisiera acudir a ella e intercambiar alguna de sus obras.
Actualmente, esta iniciativa cuenta con más de 560 libros que siguen en un intercambio constante realizado por los lectores participantes y físicamente se encuentra en 14 puntos distribuidos por toda la ciudad, aprovechando establecimientos públicos de venta de café y comida.
Este es el proyecto de Natalia Salaís, al que se ha sumado Michell Vázquez, Este último mencionó que es importante reconocer la labor de los bibliotecarios y de otros lectores, quienes son los que finalmente acercan al público a los libros.
Lo anterior es especialmente atractivo puesto que se trata de obras que ya le gustaron a un lector promedio, y que prácticamente las está recomendando a otros.
Una dinámica parecida tiene el proyecto “Léelo y Regresalo”, quien inició por parte de Jesús Chávez.
Un día, este hombre puso su acervo personal a disposición de quien lo deseara, sin credenciales de por medio. Al principio se apostó en las instalaciones del Bazar del Monumento, donde se dio a conocer entre cientos de personas que acudían para pedir un libro prestado.
Actualmente, este proyecto se ha movido físicamente a un café vegano llamado “Café Sabrosa la Vida”, establecimiento que de hecho regala un café gratis a quien acuda a hacer uso de las obras. (Karen Cano / El Diario)

kcano@redaccion.diario.com.mx

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