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El río le trae la madera, él la convierte en arte

Martín Coronado/
El Diario

2017-04-05

En 26 años, el río Casas Grandes le ha puesto en las manos cientos de troncos y ramas de árbol. Roberto, un hombre de 60 años que vive justo en la rivera, los ha convertido en arte, dándoles forma de humanos, animales y muebles únicos e irrepetibles, trabajados con base en técnicas desarrolladas en Estados Unidos y Japón.

Desde hoy y hasta fin de mes, el artista de Colonia Cuauhtémoc, un poblado de menos de mil personas ubicado en el municipio de Casas Grandes, exhibirá 80 piezas de madera que ayudarán a los alumnos de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) a entender los procesos artísticos de quien la curadora y catedrática Gracia Amelia Chávez Ortiz llama “un hombre de mundo”.
El gran mérito de Roberto Hernández Hernández es encontrar formas en los despojos de árbol que arrastra el río, y tratarlos hasta convertirlos en piezas digeribles, visibles para todo el mundo.
En la colección –que estará durante todo este mes en la Sala de Exhibiciones del Centro Cultural de las Fronteras, en el Pronaf– se pueden ver desde pequeños bichos construidos de nogal y manzano –de unos 15 centímetros de largo–, formas de mujeres, de hombres, animales y hasta un pitcher de beisbol que revira a tercera mientras hace la señal característica al umpire.
“Esa mesa ganó un concurso que se llama Excelencia a nivel estatal”, dice Roberto mientras muestra una pieza color chocolate, su máximo orgullo. Está fabricada con el tronco de un nogal partido por la mitad y unido con una especie de candados y cuñas de la misma madera.
Entre otras formas reconoce a “La Mandrágora”, una mujer que ya estaba prácticamente formada y a la que sólo le puso los senos y los brazos. Sillas, bancos y mesas de caprichosas formas, además de exhibidores de joyería y simples muebles de ornato, llenan la colección.
“El río me las trae, en serio, el río me provee. Empecé a dedicarme cuando se me acabó el trabajo de la alfarería, cuando ya no hubo ventas, me acordé que me gusta trabajar la madera y empecé con esto”, narra el artista.
“En esto no hay nada escrito. Hay que quebrarse la cabeza, decir cómo le hago. El estilo es libre, nomás hay que echarle coco”, explica.
Para realizar su trabajo, el artista utiliza motosierras, lijadoras de todos tipos, lijado a mano, cinceles, punzones cola de rata, cuchillos y otras herramientas de todo tipo.
“El trabajo te va diciendo, agarras un pedazo de madera, empiezas a limpiarla y va sacando la figura, la pieza te va diciendo”, añade.
“La que más tiempo me ha llevado es ese sillón de manzano, lo llevé a concurso y no ganó nada”, agrega.
Para él, la mayor parte del mérito no está en encontrar forma a la pieza, sino en trabajarla.
“Todos pueden ver qué forma tiene, pero hay que agarrarla, cortarla, limpiarla, pulirla… la verdad es mucho trabajo y a la gente no le gusta trabajar mucho”, dice Roberto antes de dibujar una sonrisa un tanto burlona.
La mayoría de las 80 piezas que se empezaron a exhibir desde anoche están a la venta. Hay algunas que se cotizan hasta en más de 2 mil dólares.
La curadora de la UACJ explica que la finalidad de traer a Roberto es doble, pues por un lado se exhibe la obra del artista y por otro se trata de lograr que los alumnos vean el tipo de trabajo que se realiza en el entorno rural.
“Los estudiantes tienen la idea de que sólo en la ciudad se puede hacer arte, y esta es una muestra de que no es así”, señala Chávez Ortiz.
Indica que los procesos que utiliza Hernández Hernández para trabajar la madera y darle los acabados, algunos japoneses y otros de Estados Unidos, son una muestra de cómo es el verdadero hombre de mundo, que estudia, que analiza en todo el entorno, que practica y perfecciona hasta lograr obras de este tipo. (Martín Coronado / El Diario)

mcoronado@redaccion.diario.com.mx

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