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Se acaba migración por Puerto Palomas

Juan de Dios Olivas/
El Diario

2017-02-26

Los días en los que miles de personas de diferentes partes de la República llegaban a la comunidad de Puerto Palomas de Villa con la intención de cruzar a los Estados Unidos, quedaron lejos.

Hoy, la economía del pueblo habitado por alrededor de 5 mil personas, ubicado a unos 200 kilómetros de Ciudad Juárez en el noroeste del estado, agoniza y se ve amenazada al igual que toda la frontera, por la intención del presidente de Estados Unidos de construir un muro.
Desde la plaza principal del mismo poblado que utilizó de base un siglo atrás el Centauro del Norte para atacar Columbus, Nuevo México, Salvador Maya, de 61 años de edad, un hombre originario de Michoacán que reside desde hace dos décadas en esa comunidad, recuerda aquellos días en los que ese mismo sitio era abarrotado por migrantes.
“Aquí llegaban buses llenos de gente, pero ya ahorita, todo se acabó. Empezaron los problemas aquí y la gente dejó de venir, por temor o miedo, a lo mejor buscaron otras pasadas por otras fronteras”, dice.
“Ahora ni zacate hay, ya se acabó, ya no hay gente, todo lo que mira ahorita es todo lo que se ve en todo el día. De la violencia para acá, desde entonces no hay migrantes”, añade apuntando con su mano a las jardineras secas del lugar.
El caso de Palomas no es el único en la frontera ni es nuevo, de acuerdo con datos recopilados por el experto en migración Jesús Peña Muñoz, investigador del Colegio de la Frontera Norte (Colef), que advierten que desde hace una década los flujos migratorios de México a Estados Unidos comenzaron a descender drásticamente.
Detalla que en el 2007, en las ciudades fronterizas se documentó el arribo de 855 mil personas con la intención de cruzar la línea divisoria y en el último año, la cifra no alcanzó ni los 100 mil desplazamientos.
El desplome atribuido a diversos factores como las mismas medidas de seguridad aplicadas por Estados Unidos tras el 11 de septiembre del 2001 y las crisis económicas en ese mismo país, contrasta con el discurso político de Donald Trump que afirma hay una invasión masiva de migrantes indocumentados que buscará frenar con un muro.
“Ese es el escenario en el que llegó Trump, en un momento donde hay la menor migración de México a los Estados Unidos de mexicanos. Todo lo que dijo en su campaña son mentiras, la construcción del muro no tiene un sustento en los datos en el caso de los migrantes. Si no quiere que pasen las drogas tal vez va a tapar algo, pero no es verdad que hay una migración masiva de mexicanos”, afirma Peña Muñoz.

La ruta de Palomas

Son las 11 de la mañana, el viento y el polvo cubre el pueblo, también arrastra rodaderas por sus calles, pero eso no impide que en una de las bancas de la plaza se reúnan a platicar Salvador, Lisandro, Juan y Luis, los cuatro mayores de 60 años. El tema es Donald Trump y los migrantes.
Alrededor todavía se puede apreciar el esplendor del comercio intenso que se generó hasta hace una década en Puerto Palomas de Villa, que es un seccional del municipio de Ascensión.
En torno de la plaza se instalaron negocios de comida, tiendas de autoservicio, casas de huéspedes y hasta un pequeño hotel que antes cobraba 25 dólares por día y ahora lo hace por semana. Lo mismo ocurrió en la avenida principal que conduce desde la entrada del poblado al cruce internacional donde pulularon decenas de negocios incluso de venta de curiosidades que llegaron a formar parte de una abundante red comercial sustentada en los bolsillos de los miles de connacionales y latinoamericanos que llegaban a este pueblo, que antaño tuvo vocación ganadera.
Ahí, antes de partir a Las Chepas, una ranchería ubicada al oeste de Palomas a la que se accede por una brecha de tierra de aproximadamente 29 kilómetros, los migrantes se abastecían de grandes cantidades de agua embotellada, lonches, refrescos, burritos, latería y otros productos para consumir al cruzar a territorio estadounidense a través del desierto de Nuevo México, por zonas donde no hay muro y si acaso existe una cerca de menos de un metro de altura.
Hoy, todos esos establecimientos lucen desolados y en numerosos casos cerrados por falta de clientes.
El flujo de personas que iban en busca del llamado “sueño americano” por esa zona fronteriza llegó a ser de tal magnitud que en agosto del 2005, el entonces gobernador de esa entidad Bill Richarson, se quejó públicamente de la invasión continua de miles de migrantes mexicanos e incluso centro y suramericanos por ese lugar y pidió a su homólogo de Chihuahua, José Reyes Baeza, derrumbar las tapias de viviendas utilizadas por los “coyotes” para esconder personas antes de cruzarlas al vecino país, lo cual se le concedió al mandatario estadounidense, las viviendas fueron derribadas.
Las Chepas llegó a ser considerada uno de los principales puntos de ingreso indocumentado a los Estados Unidos. Ahora es nulo, quien cruza por esa zona es detectado inmediatamente y detenido por la Patrulla Fronteriza que mantiene fuertes operativos.
Los pocos migrantes que llegan, llevan “coyote”, se hospedan en los hoteles que aún están abiertos y en la madrugada se dirigen a la brecha del Camello que conduce a una comunidad menonita ubicada en los límites fronterizos, pero es una ruta considerada de alto riesgo, que cruza desiertos y zonas montañosas.
Una vez cruzando la frontera, son 52 kilómetros hasta la interestatal 10, de donde los connacionales son trasladados a su destino al que llegan si tienen suerte de no toparse con un puesto de control migratorio.
Lo que siguió tras la caída de migrantes por Las Chepas, fueron años de crisis, violencia, una valla metálica y cada vez menos visitantes que buscaban cruzar la frontera sin documentos y ahora amenaza un muro que aseguran no detendrá a quien desee ingresar a ese país sin documentos legales.
“Le escarbamos por debajo para pasar”, dice Lisandro visualizando la futura barrera con la que se buscan impedir los cruces ilegales.
Sin embargo, visualiza el daño económico que viene y que las autoridades buscan revertir.
“Estamos tratando de levantar ese rubro, el económico, el turístico. Estamos viendo la posibilidad de traer inversionistas a esta frontera. Estamos trabajando en conjunto con los comerciantes para subir a niveles más estables de economía.
Se busca captar a turistas y paisanos, mostrándoles que Palomas es una ciudad segura”, señala el alcalde seccional Ramón Rodríguez Prieto.
Los turistas que busca captar, son visitantes provenientes de los Estados Unidos que se dirigen a visitar zonas turísticas o bien, connacionales que retornan a sus lugares de origen en Casas Grandes, Janos, Buenaventura, Zaragoza o la región serrana.
“Queremos que pasen por aquí, que paren en los hoteles, restaurantes y queremos que crucen por aquí, es una frontera segura. El principal giro es el comercial, hay prestadores de servicio y un poco de agricultura”, dice el edil.
Una de las actividades turísticas que llevará a cabo será la conmemoración del ataque de Pancho Villa a Columbus, que se llevó a cabo la madrugada del 9 de marzo de 1916
Esa batalla es recordada anualmente con una cabalgata que partió el jueves del municipio de Guerrero para recorrer el noroeste del estado y que tiene como meta llegar el día 10 de marzo a Puerto Palomas para cruzar con todo y caballos a los Estados Unidos, aunque hasta la semana pasada las autoridades de ese país no habían dado el permiso para que este año los jinetes villistas crucen otra vez la frontera.

El muro virtual

En el último año documentado el 83.6 por ciento de las personas que se desplazaron a la frontera norte, fue con la intención de quedarse a radicar ahí, mientras que sólo un 16.4 por ciento llevaba la idea de cruzar al vecino país dice el investigador del Colef Jesús Peña Muñoz.
El dato lo obtiene de la Encuesta sobre Migración en la Fronteras Norte que se aplica desde 1993 en 13 ciudades fronterizas en centrales de autobuses y aeropuertos donde se da el mayor flujo de viajeros.
Con los datos obtenidos, se analiza el perfil sociodemográfico y el acceso a los mercados de trabajo de los migrantes, tanto en su lugar de origen como en su destino.
“El más reciente flujo alto documentado fue en el 2007. Fue de un millón 852 mil desplazamientos de sur a norte. De esa cifra 997 mil llegaron a las ciudades fronterizas a quedarse, no a cruzar, pero 855 mil llegaron con la intención de cruzar a los Estados Unidos”, refiere.
Después de ese año, en el 2008 se presentó un desplome que sigue hasta la fecha, señala.
En la última Encuesta sobre Migración del año 2015, la cifra no alcanzó ni las 100 mil personas que arribaron con la intención de cruzar.
“Es una caída dramática. De hecho en el 2015 no hubo ni repunte, se desplomó en picada, pero son repuntes cíclicos generados por los mismos sectores productivos donde se insertan los migrantes, pero en realidad la tendencia a largo plazo no se ha recuperado y es a la baja”, dice Peña Muñoz.
El investigador muestra también datos del tercer trimestre del 2016, el más reciente que es analizado por el Colef y que revela a donde se dirigían los entrevistados.
“Aquí les preguntamos a qué van. Ya no van tanto a la agricultura y eso es lo que va cambiando. El principal empleador son los servicios. Ya la agricultura sigue siendo importante con 23.6 por ciento, pero el 50.7 por ciento va a laborar en servicios. El 13.4 por ciento va a la construcción”, detalla.
En tanto, los que vienen a la frontera norte con la intención de quedarse a radicar el 39.3 por ciento llegó también a buscar trabajar en el segmento de negocios de servicios. Solamente el 11.4 por ciento, vino a la maquiladora.
Peña agrega que los datos muestran que la llegada de Trump es en el momento histórico en el que se tienen los flujos más bajos de migración de México a Estados Unidos.
“Le tocó un escenario donde los flujos iban en descenso. Aun así el insistía en que la migración está fuera de control, que continúan pasando personas, pero al contrario, le tocó un flujo de los más bajos en la historia de México y Estados Unidos”, apunta. (Juan de Dios Olivas / El Diario)

jdolivas@redaccion.diario.com.mx

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