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Fincan su hogar en medio de la nada

Maricela Morones/
El Diario

2017-02-21

Al pie del monte y rodeado de basura y maleza, el hogar de Jazmín, su esposo y sus cuatro hijos, no es más que un pequeño cuarto de madera y cartón que no los resguarda del frío.
La falta de oportunidades ha impedido a esta familia comprar una casa, ni siquiera tienen lo suficiente como para pagar una renta, por eso decidieron invadir un terreno en la colonia Siglo XXI.
“Mi esposo no tiene trabajo seguro para juntar puntos y sacar una casita de Infonavit y con lo que gana no alcanzamos para rentar algo; ésta fue la única opción”, expresó Jazmín mientras intenta desprender la hierba seca con una vieja escoba.
Dicha colonia está identificada como una de las 14 de extrema pobreza en la ciudad, con base en los reportes periodísticos.
Kevin, de 7 años, David, de 5, Daniel, de 3 y Gael, de sólo 18 meses de edad, juegan descalzos con algunos objetos que encontraron entre la basura; el área es utilizada como tiradero clandestino.
Jazmín Valverde relató que llegaron al lugar hace tres semanas, anteriormente radicaban en una casa prestada en el fraccionamiento Finca Bonita al otro lado de la ciudad, pero la propietaria les pidió que la desalojaran.
“Aquí pega bastante el frío, estamos en despoblado”, expresó y se dispuso a quemar un cúmulo de basura que quitó de alrededor del que ahora es su hogar.
Se resguardan de las bajas temperaturas con un pequeño calentón eléctrico conectado a un cable que baja de una lámpara de alumbrado público y protege a sus hijos con varias chamarras y cobijas.
En el área se pueden observar cinco asentamientos más pero solamente Jazmín y su familia viven ahí. Todavía se conservan algunos barrotes de madera que usaron algunas personas para delimitar y apartar su espacio.
Jazmín explicó que los apoyan en una iglesia cristiana que está por el sector; les regalan algo para la despensa y en ocasiones ropa o zapatos.
“Los hermanos de religión nos dijeron que nos van ayudar a construir una casita aquí, pero mientras tenemos que aguantarnos así como estamos”, aseguró la mujer mientras señala su vivienda.
En medio de ese panorama desolador, Jazmín ha observado de noche cómo llega gente a tirar objetos y animales muertos, “cuando empieza a calentar el sol, el olor de los animales es insoportable”, dijo.
Y aunque está consciente de su situación, no deja de preocuparle que sus hijos contraigan alguna enfermedad por la exposición a focos de infección.
Por el momento ni Kevin ni David van a la escuela, Jazmín esperará a que inicie el próximo ciclo escolar para ingresarlos.
Su economía no le permite comprar nuevamente uniformes y materiales para los dos estudiantes.
Otra de las labores que debe de realizar Jazmín es salir a buscar quién le regale un tambo con agua, ya que carecen del servicio.
En una vieja tina calienta agua para poder bañar a los menores, eso lo realiza por las mañanas cuando el sol entibia un poco su hogar, ya que el pequeño calentador eléctrico no es suficiente.
Cuando empieza a oscurecer Jazmín se encierra con sus hijos y espera a su marido; atranca la puerta improvisada y se encomienda a Dios, sabe que están solos en medio de la nada.
“Aquí ni quién pueda ayudar a una en caso de algo, están retirados los vecinos, no hay luz en la calle, aún así uno le hace la lucha de sacar a sus hijos adelante”, expresó convencida de que algún día, las cosas mejorarán.

mmorones@redaccion.diario.com.mx

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