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Hermanas comparten hasta la soledad

Maricela Morones/
El Diario

2016-12-22

A sus 91 años de edad, Elvira Guerrero saca adelante a su hermana Francisca de 82 años. Ellas sobreviven con el apoyo de sus vecinos.

Su hogar carece de calentadores a pesar de las bajas temperaturas que se han registrado en la ciudad. Aseguran que mitigan el frío con un par de abrigos y cobijas que les fueron regaladas.
“Nosotras no tenemos a nadie, nunca nos casamos ni tuvimos hijos; tenemos un hermano en Estados Unidos pero casi nunca nos visita”, comenta Elvira.
Sus únicos acompañantes son tres gatos que ella rescató y curó desde hace años. “A mí me gustaba ayudar a los animalitos de la calle, yo los curaba pero me enfermé, me quedé sin trabajo y ya no hubo dinero ni para nosotras”, expresa.
Elvira utiliza un andador para poder caminar y debido a la mala circulación que padece sus piernas se han llenado de llagas.
“A veces no aguanto caminar pero Paquita me pide que le traiga pan dulce y pues hago la lucha para cumplirle el antojo”, platica Elvira.
Recuerda que tiene un hermano que vive en Estados Unidos y en varias ocasiones ha intento quitarles su hogar.
Ellas actualmente radican en una vivienda que compraron entre todos sus familiares, ubicada en la calle Río de la Plata, de la colonia Córdova Américas.
Los muebles lucen desgastados y destruidos. A pesar de que ellas intentan darle mantenimiento, los dolores que padecen se los impide.
Elvira narra que cuando era adolescentes estudió para ser secretaria pero dejó atrás oportunidades laborales para dedicarse a las actividades del hogar y criar a sus hermanos menores.
“Yo los crié a todos, incluso a unos sobrinos, pero ahora que estoy vieja nadie se acuerda de una, pero afortunadamente nos hemos topado con gente buena”, menciona entre lágrimas que se pierden en su rostro marcado por el tiempo.
Dice que cada Navidad la pasan sentadas en la sala de su hogar, en espera de que uno de los vecinos les ofrezcan una cena. De no ser así, optan por irse a dormir.
Francisca, mejor conocida como Paquita, está en silla de ruedas pero en su intento por volver a caminar ha sufrido múltiples caídas.
“Una vez duró toda la madrugada tirada entre la silla y la cama, yo me salí a buscar ayuda y nadie se paraba hasta que un muchacho la levantó”, relata Elvira.
Su única alegría es ver jugar a sus gatos, además de un viejo aparato radiofónico para escuchar música y tratar de hacer más amenos sus días.
Afirman que a pesar de la soledad en la que viven, se sienten felices por continuar juntas. “Ella siempre ha estado conmigo y así será hasta que Dios quiera”, refiere la longeva mujer. (Maricela Morones / El Diario)

mmorones@redaccion.diario.com.mx

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