Local

Llega Juárez a sus 357 años

Juan de Dios Olivas/
El Diario

2016-12-07

“Nombro y dedico esta iglesia y conversión a la santísima Virgen de Guadalupe con sobrenombre del Paso, colocando su santa imagen; para lo cual y quitarle al demonio su tirana posesión, hago testigos a los cielos y a la tierra y a todos los santos ángeles que en guarda están presentes; y especialmente a todos los gentiles que son de esta conversión…”

Esas fueron parte de las palabras que fray García de San Francisco pronunció un día como hoy, hace 357 años, para consagrar y decretar la fundación oficial de la Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte, el corazón de lo que con el tiempo se convertiría en la actual Ciudad Juárez.
Ataviado con su hábito, con una cruz y una Biblia en las manos, aquel fraile franciscano de barba y semicalvo llegó caminando a las márgenes del río Grande del Norte seguido de indios mansos y sumas de la región.
El sitio elegido para fundar la comunidad se encontraba a corta distancia del Río Bravo, en el lugar que el conquistador español Juan de Oñate, 61 años antes, bautizó como Paso del Norte al tomar posesión de “todos los reinos y provincias de Nuevo México sobre el Río del Norte (Bravo) en nombre del Rey don Felipe II”.
En las riberas el religioso escogió la parte alta de una loma donde en forma apresurada, apoyado por los nativos, construyó un modesto templo con muros de lodo y palos, con techumbre de paja, para después dirigirse a quienes lo seguían y pronunciar el auto de fundación.
“En el nombre de la santísima e individual Trinidad, padre, hijo y espíritu santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero; para su mayor gloria, honra y reverencia, y confusión del enemigo infernal. Y para servicio de la Santísima Virgen María, señora nuestra y patrona inmaculada; y mayor exaltación de nuestra fe católica…”, abrió su discurso.
Posteriormente, tras recordar que los mismos indios le pidieron acudir a ellos a predicar el Evangelio, alzó la cruz que llevaba en sus manos para tomar posesión de la conversión de mansos y sumas, para así consagrar el nuevo templo.
Era el 8 de diciembre de 1659, fecha en que se celebraba la fiesta de la Inmaculada Concepción.
El Paso del Norte
El lugar elegido para fundar la misión se encontraba en las inmediaciones del punto del Camino Real de Tierra-Adentro, donde habitualmente las caravanas de viajeros cruzaban el Río Bravo para internarse al actual territorio de Nuevo México.
La intención de fundar esa comunidad –que tendría como objetivo evangelizar a los nativos y occidentalizarlos– no fue bien recibida por las autoridades civiles españolas, que en un principio intentaron evitarlo, pero tras el auto de fundación terminaron por respetarla.
Cinco meses antes, en julio de 1659, una caravana proveniente de la Ciudad de México se dirigía a Nuevo México con un nuevo gobernador y un nuevo custodio para la misión de Senecú: Bernardo López de Mendizábal y Fray Juan Ramírez, este último nombrado también procurador de las misiones.
Durante la marcha por el Camino Real de Tierra Adentro se registró una agria disputa entre el gobernador y los religiosos, que provocó la deserción de 10 de ellos e impidió que las misiones franciscanas se reforzaran y ampliaran su prédica.
Ramírez se regresó a México en busca del apoyo de sus superiores para afrontar el conflicto y dar parte al virrey para encontrar una solución.
En tanto, los indios mansos y sumas acudieron a Fray García de San Francisco, quien entonces se encontraba en la Misión de Socorro –ahora Texas– para solicitarle la construcción de una misión en el Paso del Norte del Río Bravo y el envío de franciscanos.
Fray García, al enterarse de que no habría sacerdotes destinados a evangelizar, decidió ir él a fundar de manera oficial el campo misionero que había estado preparándose ya con permiso de la corona española y autoridades eclesiásticas meses atrás.
En agradecimiento, los mansos y sumas en varias ocasiones construyeron arcadas de ramas para recibir a los religiosos, pero el recién nombrado gobernador López de Mendizábal ordenó a sus soldados destruirlas cuantas veces se construyeran y obstaculizar la labor de evangelización.
Sin embargo, los indios mantuvieron otros arcos ocultos y cuando llegaron los franciscanos los recibieron con ellos. 
El motivo de los mansos para apoyarlo era que estaban dispuestos a vivir en forma pacífica y sedentariamente en torno a la nueva misión, protegidos de la voracidad de los soldados españoles que buscaban mano de obra para sus empresas.
También querían librarse del exterminio practicado en Nuevo México y aprender de los ministros religiosos formas occidentales de sedentarismo que no conocían.
Sabedor de que Bernardo López de Mendizábal era ya un enemigo jurado de los franciscanos y se oponía a la fundación de una misión entre los mansos, Fray García tuvo que actuar con rapidez para construir una iglesia provisional, reunir un nutrido grupo de indígenas mansos y sumas y realizar la ceremonia formal de fundación, un acto validado por la corona española.
Así, apoyado por indios provenientes de la Misión de Senecú y del mismo Paso del Norte que habían sido evangelizados por los frailes franciscanos, levantaron una pequeña construcción de lodo y palos con techos de paja. Sin imaginar el futuro los indígenas construían con sus propias manos los cimientos de lo que 357 años después sería Ciudad Juárez.
En una breve y sencilla ceremonia llevada a cabo el 8 de diciembre, fray García dedicó la misión a la Virgen de Guadalupe, cuyo culto estaba ya presente entre los criollos del centro del virreinato y su celebración muy cercana: el 12 de diciembre.
En los informes dirigidos a sus superiores y asentados en el auto de fundación, fray García informaba a sus superiores:
“Haber bajado (yo) con no poco trabajo a El Paso del Río del Norte en la frontera de la Nueva España y en medio de la custodia y provincia de Nuevo México y habiéndome congregado la mayor parte de las rancherías de los mansos paganos en dicho sitio y habiéndoles ofrecido la palabra evangélica, y ellos habiéndola aceptada para su catecismo, y permitiéndome construir una pequeña iglesia de ramas y lodo y un monasterio techado con paja, ayudando dichos gentiles añadido y admitiéndome como su predicador y ministro...”
El fundador puso como testigos de la fundación a los gentiles Bernardino Gualtoye, Antonio Guilixigue, Antonio Elogua, Juan Azoloye, Francisco Tzitza y Felipe Quele, que lo acompañaron desde Senecú hasta el Paso del Norte.
El auto de fundación fue asentado en 1663 por el notario apostólico fray Antonio Tavares, en el Libro Primero de Casamientos de la Misión de Guadalupe, el cual se encuentra extraviado desde la década de 1990.
Fray García en ese tiempo encabezaba la orden franciscana de Nuevo México, por lo que tarda tres años en regresar a la misión de Guadalupe para bendecir la primera piedra y cimientos del templo el 2 de abril de 1662, el cual sería terminado el 23 de enero de 1668.
El nombre que le dio a la comunidad y su templo fue Misión de Nuestra Señora de Guadalupe de los Mansos del Paso del Norte, del que se desprendió posteriormente el nombre de la villa que perduró hasta el Porfiriato, cuando fue cambiado para honrar a quien encabezó desde aquí la resistencia en contra de la intervención francesa. (Juan de Dios Olivas / El Diario)

Sabía que…
El auto de fundación fue asentado en 1663 por el notario apostólico fray Antonio Tavares, en el Libro Primero de Casamientos de la Misión de Guadalupe, el cual se encuentra extraviado desde la década de 1990?

jdolivas@redaccion.diario.com.mx

X