Cinthya Ávila/
El Diario
Cuando tenía cuatro años Elisa Valencia llegó al albergue Bethel junto con sus dos hermanos. En aquel entonces se mudaron con su madre de Tijuana a Juárez y al llegar su progenitora los dejó en el hospicio.
Por varios años no supo de ella hasta que un día llegó a visitarlos. “Me tuvieron que decir que era mi mamá porque no la reconocí”, contó.
Hoy con 22 años de edad y a punto de recibirse en la licenciatura en Pedagogía, Elisa ha decido permanecer en Bethel y ejercer ahí su profesión.
“Esta es mi casa. Aquí crecí y crecí con niños. Ahora me toca cuidarlos”, expresó.
Elisa es una de las 99 integrantes del orfanato ubicada en el kilómetro 29.
Josefina Valencia, directora del lugar, mencionó que desde hace 30 años se da alojo, comida y vestido a niños de extrema necesidad.
Dijo que llegan al sitio en diferentes circunstancias. Algunos los llevan los papás y otros por abuelos o parientes cercanos.
“Cada uno es una historia. Muchos llegan aquí víctimas de abuso o maltrato. Nosotros nos hacemos cargo de ellos”, detalló.
La directora comentó que subsisten por medio de donaciones y los mismos huéspedes se encargan de hacer las tareas de limpieza y cocina.
Académicamente aquellos que desean estudiar buscan alguna beca por medio de calificaciones.
“Entre todos nos ayudamos y ellos mismos se forjan su camino. Por sus propios méritos buscan ir a la escuela. Tenemos a varios jóvenes que ya egresaron de una carrera profesional”, resaltó.
Ayer unos 400 estudiantes de la Preparatoria de El Chamizal acudieron a llevar regalos a los infantes y adolescentes que residen en Bethel.
Josefina Valencia dijo que a finales de año es común que llegue ayuda. Los alumnos de El Chamizal fueron los primeros del 2016.
René Loya Martínez, uno de los profesores encargados de la actividad, manifestó que realizan ese tipo de acciones desde hace tres años, con el fin de fomentar valores entre los matriculados.
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