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‘No más muros que matan’, piden en misa binacional

M. Morones/S. Zuniga/
El Diario

2016-11-05

Decenas de fronterizos participaron ayer en una misa en el bordo del río Bravo para honrar a los migrantes que han muerto camino a Estados Unidos. La consigna fue la misma para ambos lados: “No más muros que matan”.
La tradicional ceremonia binacional fue presidida por los obispos de El Paso y Las Cruces en la parte norte de la frontera, mientras que del lado mexicano la movilización fue encabezada por el obispo de Ciudad Juárez.
Usualmente se lleva a cabo en la valla que divide la colonia Anapra y el poblado de Sunland Park, Nuevo México pero este año la malla ciclónica, que incluso, permitía a familiares tocarse las manos fue reemplazada por pilares metálicos.
Los organizadores decidieron mudarla al bordo del río, donde paseños y juarenses pudieron verse y oírse.
“Estamos reunidos para demostrar que para Dios, Padre Todopoderoso no existen fronteras, no hay barreras que delimiten a nuestros hermanos, la autoridad del hombre debe entregarse a Dios y dejar que su alma actúe según su voluntad”, expresó el obispo de El Paso, Mark Seitz, al inicio a la ceremonia religiosa.
Huaraches, mochilas, galones de agua y pañoletas, fueron representados ante el altar como símbolos del equipaje que ocasionalmente abandonan los migrantes durante su trayecto.
Los participantes portaron cruces blancas para recordar a los fallecidos, además de banderas de diversas partes del mundo.
“No más muros que matan”, fueron algunos de los mensajes que mostraron los feligreses.
En ambos lados de la frontera se cantaron alabanzas y posteriormente se efectuó la homilía por migrantes difuntos.
El acto estuvo encabezado de lado mexicano por monseñor, René Blanco.
El mensaje señaló puntualmente la solicitud de puentes y de lazos de hermandad, no de muros que dividan a las familias.
Los organizadores llevaron al lugar una de las cruces que fueron parte de la misa que ofreció el Papa Francisco en honor a los migrantes, el pasado mes de febrero.
José Manuel Díaz, originario de Honduras, relató que decidió dejar su país por la falta de oportunidades labores, aunque toda su vida trabajó en el campo desde hace un par de años no se generaron cosechas.
Dijo que desprenderse de su localidad fue muy triste, sobre todo porque un mes después de que emprendió el viaje por México, su esposa murió dando a luz.
“Es muy duro dejar todo atrás, mi mujer falleció cuando tuvo a mi hija y yo no estuve con ella”, lamentó el hombre.
Platicó que en su travesía por el territorio mexicano fue víctima de robos y abusos.
Viajó durante días en el tren denominado “La Bestia”, en donde le quitaron los únicos mil pesos que le acompañaban.
Recuerda que padeció hambre y frío, hasta que llegó a la Casa del Migrante en Ciudad Juárez donde le dieron refugio y le consiguieron un trabajo.
Actualmente José Manuel se desempeña como ayudante de carpintero y manda semanalmente dinero a su madre para apoyarla con los gastos de la hija que no ha podido conocer.
Aunque sabe de los riesgos que implica intentar cruzar a Estados Unidos, dice que tiene algunos ahorros para buscar a una persona que lo lleve a suelo americano.

mmorones@redaccion.diario.com.mx

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