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Ni el muro los detiene

Fernando Aguilar/
El Diario

2016-09-26

Ocultos entre abundantes matorrales, varios muchachos aguardan el momento perfecto para escapar hacia lo que consideran una mejor vida. Se alinean con cuidado, uno detrás de otro. Rodeados de basura, pero listos para partir cuando su líder se los ordene.

Son migrantes. Lo que están a punto de hacer es muy arriesgado, pero las circunstancias los favorecen.
Tienen en la mira una abertura de al menos 2 metros de largo entre el nuevo muro que trabajadores levantan entre Anapra y Sunland Park y la vieja malla que resguarda la línea divisoria.
En al menos su segundo intento del día, están decididos a correr tan pronto como la camioneta de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos se aleje.
Cuando el vehículo se quita del camino, ellos dejan las hierbas. Unos se atrincheran temporalmente en la zanja que abrieron los obreros para colocar los cimientos de la colosal obra de metal y otros se esconden detrás de las vigas que todavía no han sido puestas.
Así es como, en apenas unos segundos, logran entrar al país más poderoso del mundo y perderse entre la maleza que abunda en aquel territorio a los ojos de los trabajadores de la construcción, quienes admiten que esta escena ocurre todos los días.
Muchos de ellos son brasileños y, en general, centroamericanos, afirman.
“Pero los mexicanos no les dan chanza”, considera Raúl, un obrero que vive en El Paso desde hace 35 años que dejó su natal Chihuahua. “A los de otros países les dan otro trato. Los agarran porque pues tienen que hacerlo, pero de que los anden siguiendo como a éstos (los mexicanos), no”.
Las manos del chihuahuense erigen la muralla que, desde su punto de vista, no podrá detener a nadie que vaya a pie, sólo la droga que, afirma, algunos todavía transportan en camionetas.
A unos metros del hombre, otro trabajador que pide la reserva de su identidad afirma que esa gran cerca, que comenzó a erigirse el 9 de mayo, medirá 1.2 millas de largo (2 kilómetros) y estará lista el 5 de diciembre, aunque la fecha podría extenderse.
La jornada para todos ellos es ardua, pues, afirman, están ahí cerca de 12 horas. En los últimos días han estado preparando el terreno: hacen primero un agujero en la tierra, luego compactan el suelo al 95 por ciento y después instalan la varilla, que, explican, va insertada a diferentes profundidades.
En términos generales, después colocan las vigas que harán medir a la estructura final 18 pies de alto (5.4 metros) y posteriormente vaciar una mezcla de tierra y cemento que en inglés se conoce como soil cement, todo con el fin de dificultarle las cosas al que pretenda hacer un túnel entre ambas naciones.
Mientras los hispanos separan a los dos países, algunos vehículos de Fortis Networks –el contratista de diseño y construcción que tiene a su cargo la obra– se desplazan a lo largo del camino de tierra perfectamente limpio, que contrasta con la vía de basura y largas hierbas que prevalece en el lado mexicano.
La compañía, que tiene su sede en Phoenix, Arizona, subcontrata a otras empresas de El Paso, de donde provienen todos estos empleados que, por su disposición a dialogar y la manera en que se expresan, están convencidos de que lo que hacen es, en palabras de uno de ellos, “una cosa sin ningún mérito o beneficio”.
Lo hacen, sin embargo, porque deben ganarse la vida de algún modo y no tienen reparo en hablar con la prensa pese a que advierten que no pueden hacerlo.
“Esto es un plan que se viene llevando a cabo desde hace muchos años. No le quieren dar mucha promoción porque es algo antidiplomático. Esto solamente es como el Muro de Berlín. Un muro entre dos países democráticos que tienen un intercambio comercial enorme. ¡Es algo estúpido!”, lamenta un hombre que también hace el esfuerzo por sobrevivir en Estados Unidos.
A unos pocos metros, Faustino Carranza observa con atención lo que hacen del otro lado de la reja. Desde su casa localizada detrás de la calle Ballena, el empleado de una maquiladora sostiene que antes cruzaban más migrantes que ahora y ello lo atribuye precisamente a la construcción de la cerca.
Y, desde su patio, a veces siente las vibraciones que provocan en el suelo las máquinas de los creadores del muro, confiesa.

faguilar@redaccion.diario.com.mx

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