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‘Mamá, ¿qué es ver?’

Fernando Aguilar/
El Diario

2016-08-26

A Rosa Aparicio suele partírsele el corazón cada vez que su hijo le hace la misma pregunta de toda la vida. Una que, aun cuando es sencilla, la llena de impotencia y para la que, confiesa, no tiene una respuesta qué ofrecerle.
“¿Qué es ver?”, ha querido saber José Manuel Mendoza Aparicio, un adolescente de 12 años que perdió la vista al cumplir dos y desde entonces percibe la realidad a través del resto de sus sentidos, especialmente por medio del tacto.
Por eso, cuando se lo pregunta y la casualidad pone frente a los ojos de Rosa una carreta tirada por un caballo en la calle, la mujer le pide a quien la dirige detenerse un momento para permitirle a José Manuel tocar al animal.
“O una tortuga, cuando hay, un pájaro donde los venden, un ratón; lo que sea”, explica la madre del menor de sus tres hijos. “Vamos a las tiendas y me los prestan para que él los toque, aunque nunca se los compro”.
Según el último Censo de Población y Vivienda elaborado en 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Chihuahua vivían ese año 43 mil 529 personas que padecían alguna limitación para ver, 20 mil 505 hombres y 23 mil 24 mujeres.
De acuerdo con esa fuente de información, cerca de 17 mil 651 de ellas estaban en Ciudad Juárez. Eran 8 mil 186 hombres y 9 mil 465 mujeres, que en conjunto, representaban entonces el 1.32 por ciento de la población, que en ese momento estaba compuesta por un millón 332 mil 131 habitantes.
Igual que muchos de ellos, José Manuel ha conocido el mundo a partir de sus manos. Consciente de este obstáculo, sin embargo, admite que la vista le hace mucha falta, sobre todo porque no contar con ella lo obliga a imaginarse cómo podrían ser las plantas y los animales que su madre le pone cerca.
Además, porque su ceguera ha sido imán de crueles bromas que a Rosa la irritan tanto, como el hecho de recordar los dos bastones que los compañeros del alumno de la Secundaria Técnica 89 le destruyeron.
“Ha sido muy feo”, recuerda la mujer que sostiene a la familia y recibe una pensión de 2 mil pesos mensuales, sumados a un poco más de dinero que una de sus hijas le paga por cuidar a las nietas. “Lo han agredido, le han pegado. Le rajan su cabeza, sus cejitas; le dan de patadas en las piernas. Yo quisiera que los viera para que no se dejara”.
Aun dentro de ese cúmulo de experiencias negativas, durante los últimos días José Manuel había estado pensando en la probabilidad de comprar un nuevo bastón –que cuesta, según Rosa, casi 40 dólares–, una vez que recibiera la beca municipal para la que se postuló el mes pasado.
Esa fue la razón por la que asistir ayer al Auditorio Cívico Benito Juárez para que le fueran entregados los mil 500 pesos que componen ese apoyo le produjo entusiasmo, trasfondo del discurso de agradecimiento que ofreció en nombre del resto de los becarios durante la ceremonia.
“Muchas veces sí quisiera ver. Quisiera ver todo lo que existe. Imagino que el mundo es en parte chida y a la vez malo. Pero se me hace bonito por toda la naturaleza. Como yo no lo puedo ver, yo me encariño mucho con los animales que he tenido”, dice tras saber que el dinero le servirá para comprar “las cosas de invidentes que son muy caras”. (Fernando Aguilar /El Diario)

faguilar@redaccion.diario.com.mx

 

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