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‘Aquí no hay traidores’

Juan de Dios Olivas/
El Diario

2016-08-13

Tras recorrer cientos de kilómetros, cruzar sierras, planicies y el desierto, así como rancherías, pueblos y ciudades, aquel carruaje de manufactura francesa, de dos puertas de madera con manijas de bronce y vidrios biselados abatibles, en las que se aprecia un escudo republicano y en la parte inferior una cabeza de león, arribó a la villa Paso del Norte por el antiguo Camino Real de Tierra Adentro.
Era el 14 de agosto de 1865 y a bordo de aquel vehículo jalado por caballos y custodiado por un piquete de soldados se encontraba el presidente de México, Benito Pablo Juárez García y un reducido grupo de patriotas fieles a la nación que encabezaban la resistencia contra la invasión francesa.
El prócer quien encabezaba un Gobierno en bancarrota y en condiciones adversas, se mantenía firme, inflexible ante el intento de establecer en el país un imperio, luchaba lo mismo contra mexicanos traidores leales a Maximiliano de Habsburgo que contra las tropas invasoras a la vez que trataba de reconstruir la hacienda pública, reorganizar al ejército y atender las demandas sociales de los habitantes de los lugares por donde pasaba.
Escoltado por indios de la región y sus soldados, hizo su entrada por el sur de la villa Paso del Norte, por el lugar conocido como Pueblito de San José, de ahí siguió su camino hasta el lugar donde viviría durante su estancia aquí.
Los habitantes de esta población le brindarían un refugio, ayuda y confianza para encabezar y reorganizar la resistencia contra los franceses, a grado tal que en una de sus cartas Juárez escribiría: “Aquí no hay traidores”.
Apenas dos meses antes, el 2 de mayo, el Congreso y Gobierno de Colombia lo habían nombrado Benemérito de las Américas por su perseverancia en la defensa de la independencia y libertad de México y con ello, también de los países latinos del continente.
Su llegada a esta región marcaría el fin de su Gobierno itinerante y cambiaría para siempre el destino de la antigua Paso del Norte, que tiempo después, el 15 de septiembre de 1888, adoptaría en su honor el nombre de Ciudad Juárez.

Mexicanos al Grito de Guerra
La ocupación de Veracruz en 1862 por las fuerzas francesas marcó el inicio de la Guerra de Intervención Francesa que fue apoyada por grupos conservadores de México, incluyendo el clero, quienes deseaban instaurar una monarquía y preservar sus privilegios arrebatados por las leyes de Reforma.
Los primeros 6 mil hombres que Napoleón III envía para ocupar el país avanzan por Orizaba a la Ciudad de México, pero el 5 de mayo de ese mismo año son derrotados en Puebla por el general Ignacio Zaragoza.
El triunfo de los mexicanos no frenó la intención de los franceses y en septiembre arriban al país 30 mil hombres más, con el general Élie-Frédéric Forey a la cabeza.
Las tropas extranjeras avanzaron nuevamente y en mayo de 1863 toman la ciudad de Puebla sin mayor dificultad y un mes después la capital del país, donde nombran un triunvirato integrado por el general Mariano Salas, Juan Almonte y el arzobispo de México, Pelagio Antonio de Labastida y Dávalos, quienes detentarían el poder hasta la llegada de Maximiliano de Habsburgo un año después.
La caída de Puebla obligó a Benito Juárez a abandonar la Ciudad de México, de donde partió para refugiar su gobierno por distintas ciudades del norte del país siempre con la idea de resistir y expulsar a los invasores alentado por la victoria del general Ignacio Zaragoza el 5 de mayo, convencido de que se podría obtener el triunfo.
El presidente, acompañado por sus ministros de Relaciones Exteriores y Gobernación Sebastián Lerdo de Tejada; de Hacienda, Fomento, Justicia e Instrucción Pública, José María Iglesias, y de Guerra y Marina, general Miguel Negrete, se dirigió al territorio chihuahuense a donde llegó el 29 de septiembre de 1864.
La ruta seguida por el estado de Chihuahua tocó las poblaciones de Allende, Hidalgo del Parral, Camargo y Rosales hasta su llegada el 12 de octubre a la ciudad de Chihuahua en el inmueble conocido actualmente como Casa Juárez o Museo de la Lealtad Republicana.
La lejanía de las tropas francesas y sus aliados permitieron al ministro de Guerra, general Negrete, la reorganización de la Guardia Nacional y la integración de otro batallón con soldados chihuahuenses: el “Batallón Patriotas de Chihuahua” que combatió en el puerto de Matamoros, Tamaulipas, a los imperialistas.
Sin embargo Juárez –después de nombrar gobernador y general en jefe de todas las fuerzas republicanas que operaban en Chihuahua al general Manuel Ojinaga–, presionado por el avance de las tropas francesas, se vio obligado a partir hacia la Villa Paso del Norte el 5 de agosto de 1865.

Un presidente en Paso del Norte
Juárez cuyo rostro moreno y raíces zapotecas resaltaban, vestía su indumentaria que lo caracterizó: un traje formal, un sombrero y su capa negra que llamó la atención de los nativos en el actual Valle de Juárez, quienes lo recibieron y acompañaron hasta Paso del Norte.
Al llegar a esta villa, sus habitantes también lo recibieron con entusiasmo y las familias acomodadas hicieron una rifa para definir cuál de ellas le brindaría posada.
Fue Inocente Ochoa quien tuvo ese honor. Lo hospedó en su casa que entonces se ubicaba en la actual avenida 16 de Septiembre y Francisco I. Madero, inmueble que fue convertido en el Cine Victoria en 1946 y que hoy luce abandonado.
Su estancia en Paso del Norte entre el 14 de agosto y el 20 de noviembre de 1865, y de nuevo entre el 18 de diciembre y el 10 de junio de 1866, fue aprovechada para reorganizar la resistencia y preservar la legalidad del Gobierno.
En este lugar recibe noticias del extranjero sobre la muerte de sus hijos pequeños Antonio y José en los Estados Unidos.
En la villa, Benito Juárez intervino para resolver toda clase de problemas locales, lo mismo disputas de tierras entre colonos que para renombrar colonias que aún conservan la nomenclatura recibida por los liberales, como son la Partido Doblado, Díaz, Romero, Lerdo y Zabálcar de Juárez, hoy Salvárcar.
Esta última, ubicada entre Zaragoza y Senecú, recibe el nombre de la combinación de los apellidos de los liberales Zaragoza-Balcárcel, Carmona y del presidente Benito Juárez.

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