Fernando Aguilar/
El Diario
La noche del lunes, Jesús Librado Hernández tuvo un sueño que considera revelador: tres ángeles con túnicas cargaban floreros con rosas blancas y rosas.
Un día después, al contarlo, el hombre no puede evitar el llanto. Se encuentra de pie, a un costado del “Puente Negro”, junto al cruce internacional Santa Fe.
Regresar a ese punto todavía lo hace sentir vulnerable, pues ahí, una tarde como la de ayer, el oficial de la Patrulla Fronteriza Jesús Mesa Jr. le disparó y mató a su hijo Sergio Adrián, desde el lado estadounidense.
A seis años de la tragedia, Librado llevó a ese lugar una manta, en memoria del adolescente que tenía 15 años al morir.
Un mensaje fue impreso en la manta, sería la petición que Sergio Adrián Hernández Güereca le haría a su madre: que cuando piense en él, se imagine que está de viaje y que un día regresará a sus brazos para que le pueda dar todos los besos que ambos extrañan.
Antes de colocarlo en la parte baja del puente, junto a las pintas que evocan al muchacho, el padre derrama algunas lágrimas bajo el ardiente sol de las 5 de la tarde y deja muy claro que no le importa que la gente lo critique por dicha acción.
“¿Por qué lloro?”, se apresura a cuestionar. “¡Porque es lógico, es mi sangre, mi carne! Yo quisiera poderlo olvidar, pero no puedo. Es una tortura diaria: en mis comidas, en mis almuerzos, en mi trabajo. ¡No me importa que me critiquen!
El hombre confiesa que se encuentra atrapado en ese sentimiento tan doloroso porque no ha visto avances en torno al caso, que lo lleva la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Dice estar convencido de que el Gobierno mexicano ya olvidó su petición de justicia.
El año pasado, el hombre estuvo en la ceremonia del quinto aniversario de la muerte de Sergio Adrián, en la malla que divide a México de Estados Unidos a la altura de Sunland Park y Anapra.
Ahora, como cada junio, vuelve al “Puente Negro” para recordarlo en silencio y hacer una dura crítica a los políticos mexicanos, de quienes, afirma, sólo puede decir que ven por sus propios intereses.
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