Luz del Carmen Sosa/
El Diario
La leucemia le quitó al amor de su vida y padre de sus dos pequeños hijos. En menos de 15 días todo cambió para la familia Ávila Lara, cuando le detectaron a José una agresiva leucemia muy avanzada.
El sangrado profuso de nariz y en ocasiones en la boca, le advirtió al agente de Tránsito que algo estaba mal y en plena Navidad acudió a una revisión médica, pero la falta de personal y por ser día inhábil en los servicios médicos municipales lo regresaron a casa.
En dos semanas críticas por la necesidad de sangre para el tratamiento de quimioterapia, el agente falleció la madrugada del lunes.
En la funeraria Del Carmen el agente vial fue velado. La capilla estaba llena de arreglos florales y casi todos sus compañeros habían hecho acto de presencia, muchos de ellos habían sido donadores voluntarios, en apoyo a José. Ayer fue sepultado.
Catalina Lara, su esposa, se observó cansada. Sonreía a sus hijos, de 5 y 3 años, mientras atendía con diligencia a las personas que se acercaron a darle el pésame por la muerte de su esposo José Ávila Barraza, de 30 años.
La madre de familia se dio un tiempo y recordó que apenas tenía 17 años cuando conoció a José en el mismo grupo juvenil católico en el que coincidieron, un año después se hicieron novios. Transcurrieron dos años más para que la joven pareja decidiera contraer matrimonio en la iglesia donde se conocieron.
La vida les sonrió por 10 años, tiempo en el cual tuvieron dos hijos y José combinó el amor por su familia con sus deseos de servir y proteger a la ciudadanía.
Él se hizo policía preventivo y permaneció en las filas de la Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM) por seis años, después decidió incorporarse a la Dirección General de Tránsito Municipal (DGTM) donde estaba por cumplir tres años sin contar con una sola sanción administrativa y mantener un expediente limpio.
A él se le veía patrullar las calles de la ciudad a bordo de la unidad 347… a veces sus compañeros lo vieron ensangrentado, pero en ese momento se ignoraba que estaba gravemente enfermo.
“Él amaba su trabajo, servir a la comunidad, amaba a su familia y su ejemplo es el mejor legado que le pudo dejar a nuestros hijos, llevar una vida intachable y ejemplar”, afirmó Catalina, quien permaneció los últimos 15 días al pie de la cama de su esposo enfermo.
El agente Ávila Barraza ayer por la mañana regresó por última vez a los patios de la DGTM. Frente al Monumento a los Agentes Caídos los oficiales de Tránsito montaron guardia a lado del ataúd plateado y todos los policías gritaron “presente” en su último pase de lista.
Lo más difícil de la leucemia, recordó Catalina, fue la angustia por la falta de sangre para el tratamiento de quimioterapia.
“Aquellas personas que puedan, donen un poco de vida, porque es terrible la angustia al tener a un ser querido necesitando sangre y no saber si habrá una unidad para su tratamiento”, clamó la esposa.
Y aunque los agentas viales y municipales apoyaron en la donación de sangre a su compañero, muchos otros pacientes no tienen la misma suerte, por lo que donar sangre debería ser un hábito para todos los ciudadanos, consideraron los oficiales que con aplausos y el ulular de las patrullas despidieron a su querido compañero.
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