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Vecinos de mujer asesinada por esposo ‘ya lo veían venir’

Luz del Carmen Sosa
El Diario

2015-06-29

Fue Megan, de 6 años, quien corrió a avisar a una vecina que sus padres peleaban. Pero la vecina no estaba y la niña corrió a la casa contigua.

Ahí pidió auxilio a su amiguita y fue Claudia, la madre de la menor, quien alcanzó a escuchar la voz infantil pidiendo auxilio.
"Ayuden a mi mami, porque mi papi se quiso matar", dijo la niña. Claudia corrió a la casa de enfrente luego de tomar su teléfono celular.
Lo que vio fue una sangrienta escena.
Aarón Mendoza, de 24 años, estaba vivo sobre el piso de la sala desangrándose y su esposa Wendy Yolanda Domínguez, de 23, en la habitación de las niñas recostada y con su hija Nora de un año sentada a su lado, llena de sangre.
"Lo que hice fue tomar a la niña y sacarla, Megan venía atrás de mi pero ya no la dejé que entrara. Antes de salirme con la niña vi al muchacho, estaba con vida y me miró", recuerda Claudia.
Ella radica frente al 1217 de la calle Provincia Asturias, del fraccionamiento Cerrada de Oriente, donde ayer ocurrió el homicidio-suicidio. Otro más a consecuencia de la violencia familiar que se padece en la ciudad.
Los residentes de esta calle se muestran consternados, pero no sorprendidos, en muchos de estos hogares los gritos y pleitos son cosa de todos los días.
"Gritos, pleitos, vecinos que ya viven solos porque sus mujeres los abandonaron. Lo que pasó no nos sorprende, al menos a mí, porque ya se veía venir. Él era un hombre muy agresivo y ella lo había dejado muchas veces", dice la entrevistada.
Claudia ha dormido poco y mal. La imagen de Aarón no se le quita del pensamiento.
"Los policías llegaron muy pronto, también lo encontraron con vida. Él les dijo que la mató porque lo engañó", dice la vecina.
Fue ella quien bañó a la pequeña y le puso la ropa de su hija de casi la misma edad. Luego calmó a Megan, quien preguntaba si ella podía curar a su papá y a su mamá.
"Yo le decía que ya venía la ambulancia y que ellos iban a curar a sus papás. No sabía qué más decirle a la niña que presenció todo", recuerda.
Megan también traía sangre en su traje de baño y la cambiaron con la ropa de otra de las hijas de la vecina.
La ropa ensangrentada quedó dentro de un contenedor de basura, junto con la pulsera del Deportivo San Jorge, a donde la pareja y las niñas habían disfrutado de un domingo familiar.

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