Martín Coronado
El Diario
A 11 meses del suicidio de la menor ecuatoriana Noemi, el albergue La Esperanza, en donde se colgó del tubo de la cortina de la regadera, por fin decidió abrirse a medios de comunicación.
El abogado y la directora del albergue, dicen que luego de la primera revisión médica, el médico legista de la PGR les dijo que la niña no tenía señales de violación, y que durante la estancia de la menor, nunca se enteraron que era extranjera.
Siempre estaba callada y aislada de los demás niños, no hablaba ni con los otros niños que la abordaban, refieren.
Tras el suicidio, una ola de 30 peritos “tan profesionales como los que se ven en la TV”, pasaron por el albergue, midiendo cada rincón, y buscando rastros hemáticos en cada superficie posible.
El abogado del albergue, David Alonso Carreón, dice que quieren abrirse a la opinión pública, para aminorar el daño moral que el suceso causó.
La directora, Irma Joefina Molina Gutiérrez, narró toda la llegada y estancia de la niña en el albergue.
También dijo que Noemí tenía mucho miedo de que se la llevaran del albergue y que nunca estuvo sola con los investigadores de la PGR, en ninguna de las dos visitas, ni siquiera en la que se dio en la madrugada del domingo 9 de marzo del 2014. También mostró cada lugar donde estuvo la niña durante su estadía en el albergue, incluyendo su cama, y el baño donde se ahorcó.
Molina Gutiérrez lamentó que siendo una institución cristiana, han surgido muchas dudas sobre el Albergue La Esperanza, porque el acontecimiento no es común.
“En 26 años de vida del albergue es la primera vez que tenemos un incidente de este tipo, es un prestador de un servicio”, dice.
Indicó que en el lugar tienen 30 menores, aunque antes del evento tenían hasta 60, y que operan con entre 12 y 13 mil dólares mensuales que reciben como donativos.
Además de los niños del DIF reciben a hijos de persona que no pueden mantenerlos, o que tienen muchos problemas.
La directora narra la estancia de Noemi en el albergue.
Noemi llegó el 7 de marzo a la 1 de la tarde, entregada por personal del DIF estatal, de la Subprocuraduría de Asistencia Jurídica y Social, conocido por el albergue. Estaba vestida con ropa normal, de mezclilla, refiere la directora.
“A ella nos la trae el DIF del estado, la Subprocuraduría de Asistencia Jurídica y Social, nosotros recibimos menores de ellos, nos la canalizaron mediante un oficio, que decía que la niña decía ser de Durango y que tenía 9 años, pero nosotros siempre referimos que tendría entre 12 y 13 años”, indica la directora.
“La niña se mostró muy callada, temerosa, no quiso hablar, con las niñas de su edad tratamos de integrarla pero no quiso hablar”, añade.
“Nosotros vimos eso y procuramos no molestarla, no atosigarla con más preguntas hasta que se sintiera mejor”, dice.
“El día sábado vino personal de la Procuraduría General de la República a entrevistar a la menor”, afirma Molina Gutiérrez. Esa visita ocurrió el 8 de marzo del 2014 antes de las 5 de la tarde.
“Era un médico que le iban a practicar un examen a la niña y dos personas que venían con él, me habían hablado del DIF del estado que iban a venir a hacerle una comparecencia a la menor, y nos pidieron que hubiera una persona de nosotros aquí con ella”, añade.
“Lucía Rodríguez –la persona del albergue que la acompañó en el interrogatorio– dice que le hicieron un examen médico donde dijeron que la niña no estaba violentada sexualmente, eso le dijeron a ella”, agrega.
Dice que tras la visita de la PGR la niña seguía igual, apartada. “Ella quería nomás estar sentadita aparte, las niñas le hablaban para que conviviera con ellas”.
“Esa madrugada, ya venía siendo domingo entre la una y media y dos de la mañana, volvieron los de la PGR un hombre y una mujer, los mismos que habían venido la tarde anterior”, agrega.
“Alicia Alvira, la persona que estaba a cargo, dice que la niña se asustó mucho cuando regresaron los agentes, dice que se escudaba detrás de ella y estaba muy temerosa pidiendo que no se la fueran a llevar”, agrega.
“La agente muy prepotente, que se la quería llevar, pero cuando un niño viene por el DIF, nosotros no podemos darle permiso a nadie para que se lo lleve si no autoriza antes el DIF”, agrega.
En esa visita de 20 minutos los agentes nunca se quedaron a solas con la niña, según describe. La niña le dijo a Alicia Alvira que ella no quería regresarse con sus abuelos porque la traban mal porque estaba llorando, refiere la directora.
Afirma que el domingo, lunes y el martes por la mañana, el comportamiento de la menor fue el mismo, retraída.
A las 12 del martes 11 de marzo del año pasado, llegó la psicóloga del DIF del Estado. Noemi dijo que la regresarían a con sus abuelos, pero ella llorando pidió que no, porque la maltrataban.
“Luego Noemí se sentó a llorar, y la señora Alvira la consoló, se sentaron en la salita y ahí estuvo calladita”, agrega la directora mientras se limpia una casi imperceptible lágrima.
Dice que entre las dos y media y tres de la tarde, cuando come el personal la niña se levantó junto con otra del albergue rumbo al baño. A esa hora ya habían comido y 5 niñas de secundaria estaban haciendo tarea. Noemí, dice, estaba en el sillón, seria.
Otra niña se levantó junto con Noemi para ir al baño, y le dio el paso, pues le tenían consideración por estar tan triste, narra Molina Gutiérrez.
“Vuelve al baño le toca, y le respondió que era ella y entonces nos avisa a las personas y entonces empezamos a hablarle”, dice la directora.
“Yo estaba en la oficina, la oficina la tenemos enfrente (cruzando la calle) entonces me hablaron que la niña estaba en el baño encerrada y vine di la orden que tiraran la puerta pero no se pudo tirar, entonces hicimos un boquete para abrir la chapa porque la niña se atrancó”, dice con la garganta ya muy cerrada, a punto del llanto.
“Cuando abren la puerta, la niña estaba tirada, la doctora y la enfermera iniciaron con la niña labores de resucitación cardiopulmonar yo fui a hablarle a una ambulancia y a la policía”, agrega.
“Cuando regresé, la doctora estaba llorando porque no pudo hacer nada por la niña, me dice que se le oían muy lejos los signos vitales y no logró volverla”.
Iban a dar las tres cuando dio aviso a la autoridad del deceso. Antes había avisado a una ambulancia y al DIF estatal. Los niños y el personal entraron en shock. “Tuvimos que estar tranquilizándolas toda la tarde”, agrega.
En el interior del baño, aún está parte de la estructura en la que se colgó Noemí. Se trata de una especie de cubo formado con tubos de PVC a los que les falta el tubo del que pendía la cortina con la que se suicidó la niña, según el reporte de las autoridades.
Entre el operativo que armó la autoridad en el exterior del albergue, dice la directora, varias personas acudieron a tratar de recuperar a Noemi.
Dice que esa misma noche a las 10, dos hombres que llegaron en un vehículo estuvieron golpeando el barandal diciendo que eran los responsables de la niña, y cuando se les pidió identificarse se fueron.
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