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‘Son un pueblo extraordinario’

Josefina Martínez
El Diario

2015-01-24

Al despedirse de la Diócesis de Ciudad Juárez, de la que fue su tercer obispo durante 20 años, Renato Ascencio León asegura sentirse satisfecho porque concluye su episcopado dejando 36 nuevas parroquias y 130 sacerdotes comprometidos.
La etapa más difícil, tanto para él como para la Diócesis, asegura, fue la violencia que padeció la ciudad.
De los juarenses, Ascencio León expresa que “son un pueblo extraordinario, muy atentos, muy respetuosos. Me he sentido muy cobijado por ellos y estoy muy agradecido”.
Don Renato ofició ayer en la parroquia El Señor de la Misericordia una misa especial de acción de gracias en la que sacerdotes y feligreses le hicieron evidente su cariño y agradecimiento.
Al ser obispo de una frontera, le correspondió asumir temas como la migración a nivel nacional. Fue presidente de la Comisión Episcopal de Movilidad Humana de 2000 a 2006 y miembro del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes, por lo que este tema definió de manera especial su trabajo pastoral.
En la Casa del Migrante, dice Renato Ascencio, vio de cerca el dolor de quienes deben dejar su lugar de origen por distintos motivos
Desde su llegada a la diócesis una de sus prioridades fue la formación de los seminaristas y del clero, por lo que consolidó la Facultad de Teología del Seminario Diocesano y durante su episcopado 26 sacerdotes de la diócesis fueron enviados a estudiar en el extranjero.
Además de enfatizar la formación de los sacerdotes también lo hizo con los laicos, ya que inició con el diaconado permanente. A la fecha han sido ordenados 24 diáconos permanentes en la ciudad, todos ellos seglares.
Ascencio León fue ordenado sacerdote a los 26 años en la Catedral de León, Guanajuato, el 12 de junio de 1965. En 1968 fue enviado a estudiar Teología Litúrgica en el Pontificio Ateneo de San Anselmo en Roma y a su regreso, en 1970 fue nombrado rector del Seminario de León.
El 19 de julio de 1988 fue nombrado obispo de la Prelatura de Madera, Chihuahua, y fue consagrado obispo el 30 de agosto de ese año por el entonces Nuncio Apostólico en México, Girolamo Prigione.
En Ciudad Juárez, fue sucesor de Juan Sandoval Iñiguez, segundo obispo de la Diócesis local, quien dejó su cargo para ocupar el Arzobispado en Guadalajara.
El 7 de octubre de 1994 fue nombrado tercer obispo de la Diócesis de Ciudad Juárez, donde tomó posesión el 10 de noviembre.
Al principio, dice, este nombramiento lo asustó. Sin embargo, “la comunidad eclesial me recibió muy bien, la gente siempre ha sido muy buena con nosotros y reconoce la autoridad del Santo Padre”.
Sobre la violencia que afectó a las parroquias, sacerdotes y fieles de la diócesis, Ascencio León expresa que, “aunque nunca me encañonaron directamente, sentí el dolor de la gente y perdí sacerdotes por esta causa. Creo que salimos adelante por la unión que teníamos entre nosotros y como pastores acompañamos a los fieles en este camino”.
Recuerda de manera especial la parroquia del Valle que fue quemada y a su párroco, cuando acudió con él para decirle que regresaba a su tierra porque tenía miedo de estar aquí.
“Ese fue un claro reflejo de la situación que prevalecía en Ciudad Juárez”, dice.
Le tocó estar muy de cerca de Juan Pablo II. Comenta que en su estancia en Roma, “por lo menos en cuatro ocasiones nos invitó a desayunar en su casa,  concelebrábamos con él la misa a su capilla y después nos decía de la misa a la mesa y nos invitaba”.
Una de sus más grandes alegrías en estos 20 años de ministerio fue la ordenación de dos obispos aquí, monseñor José Guadalupe Torres, quien ahora lo sucederá como cuarto obispo de esta diócesis, y monseñor Gerardo Rojas.
Son dos obispos a los que siente “como si fueran sus hijillos”. Esos nombramientos “son un reconocimiento que el Papa hace a la Diócesis y es muestra de que está madurando y está dando frutos”.
En contraste, dice que de las mayores tristezas que ha vivido, es cuando los sacerdotes optan por dejar el ministerio, lo cual ocurrió varias veces durante estos 20 años. “Es un dolor muy grande para un obispo”.
De los sacerdotes juarenses, expone que cada vez que tuvo oportunidad los presumió. “Yo los presumo con mis hermanos sacerdotes de León. Les digo que ojalá y fueran como los de Juárez, que llevan una fraternidad muy hermosa y que todos nos sentimos unidos”.
Estos 20 años de trabajo en la comunidad le dejaron, entre otras cosas, un gran compromiso: “Es tiempo de hacer un alto y decirle al Señor: ‘yo confieso’ todo lo que pude haber hecho y no hice; pero por otro lado darle gracias por la fuerza que me dio en muchas situaciones para salir adelante”.
La alegría de dejar el obispado a José Guadalupe Torres, dice, es doble, puesto que el propio Ascencio lo recibió en el seminario, luego lo ordenó como obispo y finalmente será su sucesor.
El próximo 20 de febrero la Diócesis de Ciudad Juárez recibirá a su cuarto obispo, José Guadalupe Torres. Mientras tanto, Renato Ascencio León, obispo emérito, comenta que permanecerá en la ciudad por largos periodos. (Josefina Martínez/El Diario)

jmartinez@redaccion.diario.com.mx

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