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‘¿Por qué no haces algo tú?’, le dijo niña de 8 años… y comenzó a ayudar

Josefina Martínez
El Diario

2014-12-25

El “Café Lupita” surgió casi sin querer, como algo no planeado pero que a la larga resultó especial y ahora significa un esfuerzo extra que vale la pena, relató Rebeca Meraz, quien una vez a la semana acude a los hospitales de la ciudad para llevar café y comida a quienes esperan noticias de sus familiares enfermos.
“Pues de lo que me acuerdo, porque comenzamos desde octubre de 2012, es que era una noche que empezaba a hacer mucho frío y mi amiga Hilda comentó que si nosotros teníamos frío, la gente que estaba en las calles tendría más, y hambre”, rememoró.
Lucía, la hija menor de su amiga Hilda, escuchó atentamente y con la tenacidad que le daban sus 8 años de vida le dijo: “¿y por que no haces algo tú?”.
“Entonces Hilda me llamó y me dijo ‘oye cómo ves lo que dijo Lucía, que te parece si hacemos algo, hay mucha gente en las calles y empieza el frío’. Yo me quedé pensando un momento y le respondí vente a mi casa, aquí tengo café y un iglú, vamos a ver qué podemos hacer”, recordó Rebeca.
Entonces preparó la bebida caliente y sus hijas Rebeca y Andrea sacaron unas cajas de galletas de vainilla y empezaron a ponerlas en bolsas. “Se nos hacía poco llevar puro café y eso fue lo único que tenía en la casa”, comentó.
Ya con las provisiones en su camioneta, un cartelón que decía “café” y una imagen de la Virgen de Guadalupe, Hilda, Lucía y Rebeca decidieron que un buen lugar para llevar la ayuda sería afuera del Hospital General, donde siempre hay personas esperando a sus enfermos.
“Llegamos ofreciendo café y nos preguntaban ¿a cuánto? Cuando les decíamos que era gratis se sorprendían y preguntaban ¿pero… por qué lo hacen? Y les respondíamos: porque queremos compartir con ustedes algo de lo que tenemos”, relató la mujer.
Narró que después se dieron cuenta de que afuera del Hospital de la Mujer también había mucha gente y se fueron para allá.
Luego se nos sumaron otros amigos y empezaron a hacer burritos con lo que tenían en sus casas.
“Con el paso del tiempo muchos se fueron sumando a esta causa, nos sentimos muy apoyados y hasta nos dividimos para abarcar más hospitales, de pronto ya íbamos al de la Familia, al General, al de la Mujer, al 6 del IMSS y hasta al 35”, expresó.
Agregó que es muy común que la gente que se acerca por el café les pregunta si son cristianos. “Les decimos que sí, pero somos católicos y no les pedimos nada a cambio, no les tiramos rollo, sólo les compartimos lo que llevamos y los escuchamos. Las personas agradecen mucho esta disposición que tenemos para oír sus problemas”, indicó.
Rebeca dijo que ante el dolor y las carencias generalmente se quedan sin palabras.
“Lo único que podemos decirles es que tengan fe, que Dios los escucha y ayuda, cuando quieren pagarnos les decimos que no nos deben nada, que hagan algo por otra persona y eso será suficiente”, señaló.
Contó que a veces preparan burritos de carne o de papas con chorizo y con huevo, y aunque nunca nos faltan los de frijoles, el ingrediente principal es la solidaridad y el cariño con el que llevan esta comida para las personas que no tienen dinero.
La mujer agregó que con el tiempo, y viendo la necesidad de la gente, su camioneta se ha llenado de otras cosas como ropa, pañales, sopas instantáneas, juguitos para los niños y además del café llevan té y pan dulce.
“Una vez llegó con nosotros un señor que venía caminando desde Villa Ahumada porque no tenía para el transporte y menos para comer. Aún recuerdo su cara de agradecimiento, eso para nosotros es suficiente y nos anima a continuar”, señaló.
A lo largo de dos años las organizadoras del “Café Lupita” han reunido muchas anécdotas, como la de un niño de 5 años que esperaba afuera del hospital a que su padre terminara su diálisis, o el indigente que las veía con desconfianza pero a fuerza de ofrecerle café y pan, finalmente aceptó recibirlos.
De manera constante han permanecido en el grupo María Elena Hernández; Hilda Muñoz, su hija Lucía y su esposo; Aidé Huereque, su esposo Sergio y sus hijos; Blanca Casillas, Florencia Rascón, Gloria Méndez, Elvira Alanís y el esposo de Rebeca, Francisco Javier Quiroz.
“Nosotros vemos la necesidad apremiante de las familias, la palpamos en nuestros recorridos y sabemos que lo que nosotros les damos no será suficiente para ellos, puesto que la necesidad es mucha”, expresó Rebeca. Añadió que sin embargo está segura de que esta acción les ayuda a mitigar el frío y en ocasiones hasta su sufrimiento.
“Lo que nosotros tratamos de transmitir es esperanza, esa esperanza que nosotros vivimos y vemos a diario porque cuando estamos a punto de dejar la obra siempre hay algo que nos regresa y recuerda que hay que compartir algo de lo que tenemos”, concluyó.
Así como ella, en esta ciudad hay cientos de personas realizando obras altruistas, cuya principal característica es el anonimato.
Son personas o grupos que optan por la filantropía como un medio para hacerse presente en la comunidad, dijo la socióloga Catalina Castillo, quien ha participado desde hace 20 años en organizaciones de la sociedad civil.
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando no tiene garantizado el ejercicio de al menos uno de sus derechos para el desarrollo social y si sus ingresos son insuficientes para adquirir bienes y servicios que requiere para satisfacer sus necesidades.
Un estudio realizado entre noviembre de 2011 y febrero de 2012 por el Colegio de la Frontera Norte (Colef) sobre la geografía de la pobreza urbana, arrojó que en Juárez existen 494 mil 726 personas en situación de pobreza, 431 mil 904 en pobreza moderada y 68 mil 822 en extrema.
“Estas carencias sociales son cada vez más visibles y al estar expuestas provocan el altruismo entre la población que sí cuenta con recursos y desea compartirlos, y esta situación es mucho más común en fechas especiales como la temporada navideña, que por definición es una época para compartir”, expresó Castillo.
En cuanto a las formas y maneras de demostrar ayuda y solidaridad hacia las demás personas, es importante distinguir entre la beneficencia y la filantropía, dijo la socióloga.
“El Estado transforma el concepto de beneficencia en asistencia social y actualmente lo ejerce a través de sus diferentes dependencias, mientras que los civiles realizan estas acciones de solidaridad agrupándose en organizaciones”, expresó.
En el caso de las personas que por elección propia deciden apoyar a otros, esta acción fue definida por el filósofo Augusto Comte como altruismo, que es aquella conducta que beneficia a otros de manera voluntaria y cuyo actuar no anticipa beneficios externos, dijo.
“Ante las evidentes carencias que existen en la ciudad, el altruismo se ha manifestado con mayor fuerza y cada vez son más las personas que asumen obras en solidaridad con quienes menos tienen. Eso es algo que nos habla de que existe una sociedad muy solidaria y participativa, personas que desean ayudar a otros sin obtener nada a cambio”, concluyó.
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