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Juárez, epicentro de la Revolución Mexicana

Juan de Dios Olivas
El Diario

2014-11-19

Con cananas al hombro, fusiles, pistolas, sombreros de ala ancha y texanos, a caballo o a pie, las imágenes de aquellos hombres y mujeres de rostros duros, en su mayoría chihuahuenses, pronto dieron la vuelta al mundo.
Indignados por el fraude cometido en las elecciones para presidente de la República, sumaron a esa causa sus propios agravios y respondieron al llamado de Francisco I. Madero para ofrendar su sangre y levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910.
Con el lema de “Sufragio Efectivo, No Reelección”, el principal objetivo que buscaban era derribar la dictadura.
Su lucha pronto cimbraría al país y convertiría a Ciudad Juárez en el epicentro de la Revolución Mexicana.
Tras meses de combates, en abril de 1911, los rebeldes se dirigieron al norte del estado y después de tomar la estación de tren Bauche acampan al poniente de la ciudad, al sur del río Bravo, frente a la Smelthing and Refining Company (Asarco) y eligieron como cuartel general una casa rústica a la que llamaron “Casa de Adobe”, en contraste con la Casa Blanca, sede del poder político estadounidense.
Desde ahí, organizados en brigadas, rodean Ciudad Juárez mientras sus jefes liderados por Francisco I. Madero –meses atrás candidato a la Presidencia de la República–, negociaban la paz y condiciones favorables a la lucha que emprendió.
El sitio dura semanas, tiempo en que los habitantes de El Paso y del mundo entero ven la Revolución como un espectáculo a través de los periódicos de la época; mientras, el gobierno estadounidense movilizaba 20 mil soldados a la frontera por si acaso alguna bala atravesaba la frontera.
Finalmente, el silencio que reinaba la mañana del 8 de mayo de 1911 en Juárez, se rompe con un tiroteo en el sur y oeste de la ciudad que rápidamente se fue extendiendo alrededor de la frontera y pronto el estruendo y zumbido de las balas empezó a invadir todo.
Poco antes del mediodía del 10 de mayo, los federales se rinden y once días después se firman los Tratados de Ciudad Juárez en el exterior de la Aduana de Ciudad Juárez (hoy Museo de la Revolución en la Frontera), la batalla se había ganado.

Madero, el candidato

“He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas… creo que finalmente, ese día ha llegado” declaró en marzo de 1908, el general Porfirio Díaz al periodista estadounidense James Creelman.
Señalaba que estaba dispuesto a dejar el poder y que México estaba preparado para celebrar elecciones sin que se produjeran revoluciones, asonadas o levantamientos, e incluso que apoyaría la formación de un partido político de oposición.
La entrevista publicada en 47 páginas de la revista Pearson’s, bajo el título de “Presidente Díaz, héroe de las Américas”, también fue publicada en México en fragmentos en el periódico El Imparcial y como noticia reproducida en los editoriales de La Iberia, Diario del Hogar y La Patria de México, lo que desata la efervescencia política con miras a las elecciones de 1910
Motivado, Madero lanza el libro “La Sucesión Presidencial en 1910. El Partido Democrático”.
En ese libro, señalaba que la transformación que necesitaba el país debía restringirse a la lucha democrática por la libertad, la justicia, la participación y la representación, de manera pacífica y mediante la organización de un partido político que levantara las conciencias del pueblo.
Se reúne con Juan Sánchez Azcona, Heriberto Barrón, Francisco P. Sentíes y Benito Juárez Maza, con miras a fundar el Partido Democrático. Después se les unirían profesionistas, intelectuales y periodistas independientes y el 22 de mayo de 1909 en la calle de Tacuba 78, en la capital del país, fundarían el Centro Antireeleccionista de México.
En sus giras (entre enero de 1909 y abril de 1910) visita Veracruz, la península de Yucatán, Tampico, Nuevo León, Coahuila, Querétaro, el Bajío y de la costa del Pacífico. También viaja a Ciudad Juárez, Chihuahua y Parral. Además recorre Zacatecas, parte central del norte del país, y Guanajuato.
En las principales ciudades del país, convoca a una reunión en la Ciudad de México y funda el Partido Nacional Antirreeleccionista que lo postula como candidato a la Presidencia de México, llevando como fórmula al doctor Francisco Vázquez Gómez.
De gira, en cada ciudad la gente le apoya y siente seguro el triunfo; el gobierno también percibe esa posibilidad y cerca de celebrarse las elecciones, Madero es detenido en Monterrey acusado de “ultrajes a la autoridad” y “conato de rebelión”. Después es llevado a la cárcel de San Luis Potosí.
De esa manera, Porfirio Díaz se quitaba del camino al único candidato que amenazaba su poder y obviamente, resultaba ganador en las elecciones.

¡Sufragio Efectivo, No Reelección!

Desde su celda, donde fue recluido junto con Roque Estrada el 21 de junio de 1910, Madero fue testigo en carne propia del fraude electoral y comienza a redactar el borrador del Plan de San Luis.
La madrugada del 6 de octubre de 1910, Madero, con ayuda de su hermano Gustavo, escapa de la Penitenciaría y se dirige a cruzar la frontera para refugiarse en San Antonio, Texas, donde ya era esperado por su esposa Sara y sus familiares.
Ese mismo día, junto con sus colaboradores Federico González Garza, Juan Sánchez Azcona, Enrique Bordes Mangel y Roque Estrada, revisan el borrador del Plan de San Luis y redactan el documento final.
En tanto, su hermano Gustavo viaja a Nueva York a comprar armas y conseguir fondos para la lucha armada convocada para las 18:00 horas del 20 de noviembre de ese año.
Desde el hotel Hutchins, en San Antonio, Francisco I. Madero organiza la rebelión, el acopio de armas y pertrechos y prepara la ruta a seguir, llevando como principal objetivo la toma de ciudad Porfirio Díaz, (hoy Piedras Negras), Coahuila.
“Tengo absolutamente resuelto que la Revolución estalle el día 20 de noviembre (domingo) y me parece muy conveniente que usted y don Emilio o por lo menos usted, acompañado con su familia se venga a unir conmigo a territorio americano. En este caso mi proyecto será declarar a usted Vice-Presidente Provisional de la República, así como yo me voy a declarar Presidente Provisional con facultades para declarar la guerra, pero con especial obligación de convocar a elecciones generales a los dos meses de terminada ésta”, escribía Madero al doctor Vázquez Gómez.
Madero tenía el ofrecimiento de su tío Catarino Benavides de tener listos 400 hombres que lo esperarían en la frontera, pero el 20 de noviembre al cruzar la frontera de Coahuila, junto con un puñado de sus seguidores, nadie lo esperaba.
Horas después, aparece Benavides, pero sólo con 10 hombres. Decepcionado por la poca respuesta, ordena retirada y regresa a San Antonio pensando que el plan había fracasado y que el pueblo no había reaccionado como se esperaba.
Sin embargo, contrario a lo que pasó en Coahuila, Chihuahua comenzó a arder incluso antes del día fijado para levantarse en armas.
El 14 de noviembre en Cuchillo Parado, se registra el primer levantamiento con Toribio Ortega al frente, el 19 de noviembre Pascual Orozco con 40 hombres desconoce al gobierno.
La primera acción fue tomar el poblado de Miñaca en plena sierra de Chihuahua. Posteriormente se dirige a San Isidro para capturar al jefe político Joaquín Chávez, cacique formado al amparo del poder político de Luis Terrazas.
El 21 de noviembre pone sitio a Ciudad Guerrero durante 5 días, al término de los cuales, informado por la misma población de que el general Juan Navarro se dirigía a esa ciudad, decide salir a su encuentro.
El enfrentamiento tiene lugar en Pedernales, donde Orozco sorprende al general Juan Navarro y le propina una derrota apoderándose de armas y municiones.
Después de esas victorias, la popularidad de Orozco aumenta y también los seguidores llegando a acumular una fuerza de 800 hombres, aunque en su mayoría sin armas.
Para diciembre, Navarro, esta vez con mil 800 soldados, recaptura Guerrero pero antes en el camino se detiene en Cerro Prieto donde pelea con Pascual Orozco y sus lugartenientes, Francisco Villa y José de la Luz Blanco, a quienes derrota.
Tras el combate, el general federal captura prisioneros vivos a quienes ejecutan quemándolos vivos.

La toma de Juárez

Desde la sierra de Chihuahua, en enero de 1911, Orozco hace circular rumores de que tomará la capital del estado, lo que provoca que las fuerzas federales se concentren en esa ciudad.
Sin embargo, Orozco parte a Ciudad Juárez que había quedado desprotegida; al detectar sus movimientos, los federales se regresan a la frontera.
Las maniobras de los federales son aprovechadas por Madero quien decide tomar Casas Grandes y abrir una ruta para los rebeldes por el noroeste por donde se surtirían de pertrechos para la guerra. Sin embargo no se coordina con Orozco, es derrotado y sus seguidores dispersados por el ejército federal.
Al reagruparse y reunirse con Orozco y Villa en la Hacienda de Bustillos, deciden atacar Ciudad Juárez.
En marzo los rebeldes destruyen las vías del tren que vinculan a la frontera con la capital y Juárez queda aislado y el comercio internacional bloqueado.
El 19 de abril, el Gobierno Federal decide negociar con los rebeldes y empiezan las conferencias de paz que terminarían el 6 de mayo únicamente teniendo como logro la renuncia de Ramón Corral, el vicepresidente de la República. Díaz representado por su secretario Ives Limantour negoció ese resultado con la familia Madero y con Francisco Vázquez Gómez en Nueva York.
Dos días después y sin el consentimiento de Madero -quien todavía consideraba no entablar más enfrentamientos y privilegiar las negociaciones-, Villa y Orozco iniciarían a sangre y fuego la toma de Ciudad Juárez.
Mientras ambos revolucionarios se encontraban en El Paso, sus tropas iniciaban la batalla y a cada explicación pedida por Madero, le decían que ya no los obedecían sus soldados.
Paulatinamente, las brigadas rebeldes se fueron uniendo al combate para apoderarse de la plaza defendida por 750 federales.
Al día siguiente, el 9 de mayo, para evadir el fuego de las ametralladoras y cañones, los maderistas se abrieron paso entre las casas de adobe utilizando barras de hierro y dinamita.
Mientras unos ocupaban techos y ponían fuera de combate a los tiradores de los federales, otros tumbaban muros y avanzaban.
Ese día Francisco Villa combatió con 650 hombres desde la madrugada por el sur de la ciudad a lo largo de la vía del ferrocarril.
Los rebeldes a su paso lanzaban bombas de mano hechas de tubo de cobre para la conducción de gas o agua con dinamita y clavos adentro. Al anochecer la ciudad estaba prácticamente tomada.
Por la mañana del 10 de mayo, los federales estaban maltrechos, y los efectos de la fatiga eran evidentes. A las 11:30 horas de ese día, el comandante de la plaza, general Juan Navarro, se rinde.
En esos tres días la ciudad había quedado destruida y en el resto del país el porfirismo se derrumbaba.

(Fuentes: Alan Knight, La Revolución Mexicana; Pancho Villa, Fiedrich Katz; Martín González de la Vara en Breve Historia de Ciudad Juárez y su región; Francisco R. Almada y Armando B. Chávez en Visión Histórica de la Frontera Norte de México; Luis Aboites, en Breve Historia de Chihuahua; www.inehrm.gob.mx; www.sedena.gob.mx).

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