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Atemoriza a vecinos uso de viviendas solas para ‘guerras’ de paintball

Martín Orquiz
El Diario

2014-10-25

Integrantes de equipos de paintball o gotcha han tomado áreas habitacionales abandonadas para convertirlas en campos de práctica, donde se disparan en una confrontación que los participantes describen como un juego extremo, pero que otros ciudadanos califican como peligrosa dado que usan juguetes que asemejan armas de verdad.
“Nos asustamos, cuando llegaron todos vestidos como los que andaban matando y con sus armas creíamos que eran sicarios”, dijo una vecina de Colonial del Valle que solicitó la reserva de su identidad por temor a represalias.
Indicó que las “marcadoras”, como denominan a los artefactos que utilizan, no pueden ser identificadas a primera vista y se confunden con pistolas o fusiles de verdad, lo que genera temor.
Por eso, cuando ella y sus vecinos comenzaron a ver grupos de personas vestidos a la usanza militar y cargando lo que en apariencia parecen armas de fuego les dio “el susto de la vida”.
En contraparte Omar M., integrante del equipo Raptors Team, indicó que se trata de una actividad familiar porque juegan incluso niños y mujeres.
“Mi esposa también juega, es un deporte extremo y usamos casas abandonadas para jugar, los vecinos están de acuerdo porque les damos un uso positivo en lugar de que otras personas se metan”, explicó.
Este tipo de actividades, explicó la sicóloga Luisa de la Providencia Díaz Corro, pueden tener una explicación conductual y sirven como un liberador de estrés, pero generado debido a las situaciones de violencia que los adeptos perciben en su medio ambiente.
Comentó que la diversidad de juegos bélicos o de alto impacto se une a la sensación del individuo, lo que se nutre con  la experiencia de un héroe, un militar, un protagonista con poder y hasta un francotirador en la fantasía que otorga la actividad.
Los deportes de contacto como el roller derby, practicado incluso por personas del sexo femenino, así como las actividades lúdicas extremas como el paintball son diversas formas de sublimar el estrés, un mecanismo defensivo para lograr encausar la agresividad en algo que satisface al individuo, transformándolo en lo artístico, deportivo o lúdico aceptado por la sociedad.
Consideró que es importante diferenciar la funcionalidad del juego como canal de relajación, entretenimiento, liberar tensiones y el deseo de  fugarnos de la realidad.
Si el estrés es generado por situaciones que requieren una solución, catarsis, toma de decisiones personal, laboral y la agresividad se exterioriza en todo momento, es recomendable analizar si la frustración, impotencia y falta de carácter lleva a un mundo irreal dotado de estimulantes atractivos que coloca al sujeto en vencedor momentáneo.
La atracción de los juegos consiste en los valores que predominan en el entorno, tales como sexismo, competición, violencia, sumisión, juego de roles. Existe un paralelismo entre éstos juegos y los que se visualizan en la sociedad, dijo.

‘Campo de guerra’ cada fin de semana

Una de las unidades habitacionales abandonadas usadas como campos de paintball está ubicada entre la avenida Manuel Gómez Morín y la calle Parral, donde los sábados y domingos se reúnen grupos de hasta 100 jugadores.
“El fracc”, como es conocido el sitio entre los adeptos al juego extremo, es una unidad habitacional abandonada y semiconstruida, donde 34 viviendas se convirtieron en el campo perfecto para jugar al gotcha.
Personas que trabajan en áreas colindantes dieron a conocer que las viviendas comenzaron a construirse entre el 2008 y 2009, pero el proyecto fue abandonado meses después.
A su alrededor se ubican otros centros poblacionales importantes, como Colonial del Valle y Cerradas del Valle, además de áreas rurales.
El interior del fraccionamiento fue adaptado por los mismos jugadores, quienes acarrearon llantas para edificar trincheras, tanto a cielo abierto como en el interior de las casas a medio construir y desvalijadas.
Ese lugar es utilizado desde hace aproximadamente un año por los practicantes, entre quienes se encuentran miembros de cuatro grandes equipos locales: BTT (Bastardos Tactical Team), CCT, Raptors Team y Comando.
A pesar de lo aparatoso que pueda resultar la actividad, integrantes de familias enteras acuden a divertirse los fines de semana, afirmó Omar M.
Dijo que los jugadores tienen que vestir ropa gruesa para evitar ser lastimados por las bolas de pintura, que salen disparadas con fuerza suficiente para dar un golpe fuerte, así como una careta que les proteja la cara, por lo que si dan la impresión de que portan indumentaria militar.
“Lo que se usa es casi pura vestimenta soldado, chaleco, camisola, usamos siempre careta y la marcadora, una persona que no conoce si se puede asustar o confundir”, mencionó.
Sin embargo, en los sitios donde juegan no causan problemas debido a que están abandonados, sólo acuden sábados y domingos con grupos de hasta 30 personas, pero la asistencia se multiplica cuando realizan eventos grandes con la participación de varios equipos.
“No hemos tenido ningún problema, antes estaba todo abandonado y la gente se metía a casas solas, al principio si llegaba la Policía, pero les explicábamos lo que hacíamos y nos dejaban tranquilos”, dijo. “Ahora algunos policías juegan con nosotros”.
El practicante solicitó a los ciudadanos que cuando vea a “paintballeros” que no se asusten, e incluso están haciendo esfuerzos para dar a conocer este deporte extremo que es jugado en sitios abandonados.
A parte de que son lugares aislados, señaló, también se prestan para montar escenarios muy parecidos a los que se ven en los videojuegos.
“Es un deporte extremo más que violento, sólo se trata de marcar al contrario, al enemigo, es una competencia equipo contra equipo y traemos accesorios de protección como guantes y chalecos; además, se regula presión de las marcadoras para que nadie salga lastimado”, declaró.
Las actividades que realizan se pueden observar en un video subido a Youtube.
Un problema que tiene esta práctica, dijo Omar M., es que resulta onerosa debido al equipo que se tiene que adquirir, incluso las bolitas de pintura resulta un gasto importante a largo plazo.
Otro aficionado al gotcha, que pidió ser identificado como Carlos, señaló que ha comprado “marcadoras” a través de las redes sociales, los precios de los artefactos varían desde los 100 dólares hasta los mil 600 dólares.
“El juego anda mucho de moda, pero no hay dónde jugarlo, a veces nos salimos a la calle, pero si es muy peligroso”, concede. “Mi mamá me tiene prohibido hacerlo”.

Es un juego peligroso que deja cicatrices

Aunque los aficionados al gotcha aseguran que no existen lugares donde pueden realizar la actividad con mayor seguridad y control, Pedro Jáuregui, encargado de las “marcadoras” en el parque Trepachanga, indica que en ese lugar tienen cuatro campos que están activos desde hace cuatro años.
El lugar se ubica justo al extremo poniente de la ciudad, entre las faldas del cerro Bola, en la intersección del Camino Real y la calle Feldespato.
El entrevistado explicó que una “marcadora” consta, además del cuerpo, un tanque de dióxido y un depósito donde se cargan las bolitas de pintura.
Durante cada día de los fines de semana acuden al sitio entre 50 y 60 personas a jugar en una de los cuatro campos que acondicionaron para el juego, de cada 10 siete son hombres y tres mujeres, así como dos menores de edad.
Las normas de seguridad principales incluyen usar y no quitarse la careta, no dispararse a menos de siete metros y no hacerlo contra los animales ni fuera del área de competencia.
A pesar de las reglas, hay personas que salen con moretones debido a que no respetan la distancia de disparo.
Dentro del parque no se han registrado problemas con la Policía, pero varios jugadores si han sido detenidos para investigación cuando se detecta que traen artefactos muy parecidos a las armas de fuego, aunque una vez que establecen que no son pistolas o fusiles de verdad los dejan libres.
“Aquí se manejan modelos que se distinguen como ‘marcadoras’ pero hay gente que trae unas que parecen ‘cuerno de chivo’ o hasta M16, si parecen de verdad”, indicó Pedro.
Aunque consideró que se trata de un simple juego, indicó que los jugadores que practican en la vía pública si ponen en riesgo a los demás ciudadanos debido a que una bola de pintura puede alcanzar hasta 50 metros de distancia y pegar fuerte.
Él mismo ha sido víctima de esa circunstancia y presenta huellas del hecho en el tronco de su cuerpo, donde exhibe dos marcas que le hicieron hace cuatro años y otra de un paintball que le dieron hace uno.
“Duele bastante”, señaló mientras muestra los impactos.
Aparte de la cuestión física, las actividades que tienen algún grado de violencia pueden también ser producto de problemas emocionales o, incluso, generarlos.
La mayor parte de las conductas son aprendidas a través de la observación, las rutinas y los refuerzos positivos y negativos; de acuerdo a los estímulos cotidianos las personas logran sentirse satisfechos o inseguros, mencionó la sicóloga Díaz Corro.
A través de los videojuegos el usuario es recompensado, reconocido en resultados rápidamente, retado y conforme avanza en las dificultades progresivas del juego es mayor compensación obtiene con la oportunidad de repetir hasta ser el vencedor, identificándose con el protagonista y sus proezas.
Agregó que cuando el videojuego, la competencia, o la estrategia lúdica es sana, existe un refuerzo generador de optimismo, energía, compañerismo y diversión que libera las tensiones, facilitando el acceso en dominio de habilidades, interacción, autoestima o sensación de felicidad inmediata.
Sin embargo, si la práctica lúdica se genera en evasión de la realidad, con violencia excesiva, adicción a los videojuegos para escapar de los inconvenientes cotidianos y se observan conductas de descontrol, será una conducta nociva, de autodestrucción y aislamiento.
De acuerdo a estudios neurológicos, puntualizó, los juegos no son causantes de patologías especiales; por el contrario algunos tienen la intención de mejorar en el aspecto educativo como los laberintos, las actividades didáctico-matemáticas, acertijos e incluso los de combate, donde se puede ampliar el campo visual para identificar detalles y salvar a las personas inocentes, manipular la velocidad y otras destrezas en el campo de batalla. (Martín Orquiz/El Diario)

morquiz@redaccion.diario.com.mx

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